El Sexto día del Génesis: Rómulo Gallegos y Mario Vargas Llosa
En 1935 Rómulo Gallegos (1844-1969) publica su novela “Canaima”, desarrollando su visión sociológica y política de Venezuela, presente ya en su narración: Reinaldo Soler, 1920. El drama de Canaima transcurre en las sociedades criollas alrededor del Orinoco, que giraban en torno a la extracción del látex o caucho, la fiebre del oro, de ambiciones desbocadas y ante la presencia del caudillismo, antivalor mutado en valor en Venezuela. Las narraciones sobre las sociedades aborígenes de R. Gallegos no se plantean tener validez etnográfica. La novela se filmó en México, en 1945, protagonizada por Jorge Negrete. El nombre del personaje principal de Canaima es Marcos Vargas, y será un escritor joven peruano con un apellido similar Mario Vargas Llosa (1936), el ganador del Premio Rómulo Gallegos en 1964, con la novela La Casa Verde, y del premio Nobel en el 2010. Ambos personajes: Marcos Vargas en Canaima, y Saúl Zurita, alias Mascarita, en El Hablador le dan la espalda a la civilización, para vivir entre las culturas Selváticas.
“Mascarita (Saúl Zurita-el hablador) debió vivir con una intensidad particular…, las grandes devastaciones que los civilizados perpetraban en la selva, y la manera como, en cambio, los machiguengas convivían armoniosamente con el mundo natural”. (M.V.Ll, El Hablador, 1987, p.151)Ambos escritores tienen empatía por el universo selvático, tal como se evidencia en un fragmento de la conferencia de Rómulo Gallegos en Nueva York, en 1931, al referirse al Amazonas:
“En estas tierras de impresionante silencio y trágica soledad, se siente que todavía no ha terminado el día sexto del Génesis, y que aun circula por ellas el soplo creador. Y por eso las llamó tierras de Dios”.
Escribió Vargas Llosa casi a fines del siglo XX la novela “El Hablador”, 1987, busca acercar al lector a la visión del mundo que tiene de las culturales ancestrales, a través de los machiguengas, que coexisten en equilibrio y armonía con la selva tropical. Recrea cuentos, cosmovisiones y mitologías. Ficciona personajes, como el Hablador, paradójicamente la ficción tiene su paralelo en la realidad, aunque ese no era el objetivo del escritor, solo deseaba escribir una bella historia como en efecto lo hizo, con tantas lecturas como lectores.
El antropólogo de Pierre Clastres en sus investigaciones entre los tupi-Guaraní, delimitó un personaje que tenía estos rasgos, al igual que Richael Dolmatoff entre los Kogi de Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia, identificó otro personaje, con roles similares al hablador; con funciones diferentes al chamán, y al curandero, su destino es la palabra.
Marcos Vargas, el personaje central de Canaima, descubre la piedad roussoniana, tal como la percibía Rómulo Gallegos entre las tormentas Amazónicas, a través de una frase shespiriana.
“-¿Se es o no se es? Las raíces más profundas de su ser se hundían en el suelo tempestuoso, era todavía una tormenta el choque de su sangre en sus venas, la más íntima esencia de su espíritu participaba de la naturaleza…” (R.G, Canaima, 1985, p.170)
En el siglo XXI ambas novelas, tienen actualidad, debido a la destrucción de grandes áreas de la selva amazónica y de diversas sociedades tradicionales, debido al Arco Minero del Orinoco y los apocalípticos incendios. Solo bastaría surfear segundos en internet, en Facebook, Instagram, Twitter para conocer la magnitud de estos ecocidios, que han destruido miles de hectáreas y parte de la biodiversidad selvática. Aproximadamente el 60% de las especies del planeta se encuentran en esa zona y más del 30% están por descubrirse. A su vez generan el 20 % del oxígeno del planeta y un porcentaje similar de agua dulce. Se puede incluso visualizar en la red, los efectos casi a tiempo real de estas hecatombes contra la ecología planetaria, como serían los drásticos cambios climáticos, el deshielo de los glaciales, la desertificación…