Explotación económica de la Amazonía podría ser devastadora para el mundo
Los costos de la deforestación en la Amazonia, en términos sociales, culturales y estéticos, superan con creces sus beneficios. En la mayoría de los casos, la destrucción de los bosques tropicales de la región está motivada por ganancias a corto plazo y no de la capacidad productiva a largo plazo de la tierra.
El área amazónica ubicada en Brasil cuenta con el bosque tropical más grande del mundo y alberga alrededor de 20 por ciento de las especies de plantas y animales existentes. La Amazonía abarca 61 por ciento de la superficie terrestre de Brasil (5,3 millones de kilómetros cuadrados), con una población de 20 millones de personas.
Investigaciones recientes han demostrado que la selva amazónica es una entidad dinámica que ha sido afectada por perturbaciones tanto naturales como provocadas por el hombre durante miles de años. Históricamente también ha habido poblaciones relativamente densas de indígenas que practican la agricultura de tala y quema, la caza y la recolección en la región.
Tradicionalmente, la deforestación en la Amazonía ha sido definida como «la destrucción completa y permanente de los bosques» (Myers ,1993) con el fin de permitir usos alternativos de la tierra (agricultura, pastos, infraestructura, etc.). Existe evidencia que el cambio del uso de la tierra, que potencia la tendencia de la deforestación en la Amazonía, es impulsada por la demanda de nuevas fuentes de energía.
En las últimas tres décadas, el uso de la tierra en la Amazonía brasileña se ha caracterizado por la intensa explotación de los recursos naturales; alrededor del 17 por ciento de la selva amazónica, o 60 millones de hectáreas -un área equivalente a la de Francia- ha sido convertida a otros usos de la tierra en los últimos 30 años (INPE, 2008).
El potencial para una economía basada en los recursos forestales es enorme en esta región. Aunque la participación brasileña en el comercio mundial de productos madereros sigue siendo pequeña (alrededor del 3 al 4 por ciento) en comparación con otros rubros (por ejemplo, el 20 por ciento en el sector cárnico), el sector forestal representa el 8,6 por ciento de las exportaciones brasileñas y genera 6,5 millones de puestos de trabajo.
Los costos de la deforestación en la Amazonia, en términos sociales, culturales y estéticos, superan con creces sus beneficios. En la mayoría de los casos, la destrucción de los bosques tropicales de la región está motivada por ganancias a corto plazo y no de la capacidad productiva a largo plazo de la tierra. El hecho de que la tala de bosques continúe a pesar de otras alternativas, se atribuye en gran medida a los incentivos para la conversión de tierras, tales como exenciones fiscales y subsidios de crédito.
Es importante destacar que se necesita apoyo e incentivos para mantener las áreas protegidas. En este ámbito, el gobierno del Brasil propuso a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) que compensara a los países en desarrollo por la reducción de la deforestación por debajo de sus tasas históricas nacionales, ya que esta disminución de emisiones de carbono genera beneficios para toda la humanidad.
El desarrollo ha seguido varias fases en la Amazonía brasileña. Habiendo llegado a una fase en la que se promueve la protección y el uso sostenible de los bosques, el país necesita hacer que esta posición sea permanente. A pesar de los logros, persisten los desafíos.
Desde hace poco más de 17 días, la selva Amazónica está viviendo una de sus peores crisis. El avance de más de 70.000 incendios sobre cientos de miles de héctareas que se extienden por Bolivia y Brasil.
Las consecuencias de las quemaduras son devastadoras, afectan el suelo, la vegetación y la vida animal, además de tener efectos de alcance global. El mundo entero se mantiene con temor ante las implicaciones de este suceso, ya que el planeta podría perder una fuente importante de oxígeno.