¿Prepara EE.UU. una nueva Revolución de Colores contra Erdogan?
La implementación del Estado Islamista-Erdoganista por Erdogan, supuso el finiquito del Estado Secular que en 1923 implantó el Padre de la Turquía Moderna, Mustafa Kemal, quien creía que “el secularismo y la europeización de Turquía eran los medios más aptos para transformar su país en una nación industrial moderna”, con lo que el kemalismo dejó como herencia una crisis de identidad en la sociedad turca, (europeizada pero no integrada en las instituciones europeas y musulmana pero extraña al mundo islámico). Turquía se habría convertido de facto en un régimen autocrático, especie de dictadura invisible sustentado en sólidas estrategias de cohesión (manipulación de masas), control de los medios de comunicación y represión social, síntomas evidentes de una deriva totalitaria que se plasmaría en las severas restricciones a la libertad de expresión en forma de cierre de medios de comunicación y encarcelación de periodistas opositores, de lo que sería paradigma Idil Esser, directora de Amnistía Internacional en Turquía y condenada a 16 años por defender las continuas violaciones de los Derechos Humanos en el país otomano.
¿Ha dejado Erdogan de ser un socio fiable para EEUU?
La decisión unilateral de Donald Trump de trasladar la Embajada Estadounidense a Jerusalén provocó el repudio de la comunidad internacional,una nueva intifada palestina así como la reacción airada de Erdogan quien acusó a Trump de “quemar el mundo” y a Israel de “Estado terrorista” durante la reciente Cumbre de la Organización para la Cooperación Islámica (OIC) celebrada en Estambul. A dicha Cumbre habrían asistido 48 países de los 57 miembros de mayoría musulmana que lo conforman (incluyendo a Palestina como miembro de pleno derecho) además del Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro en su condición de Presidente del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL).
Los países presentes en dicha reunión a iniciativa del anfitrión, Erdogan, han decidido proclamar a Jerusalén Este “capital del Estado Palestino” al tiempo que piden a los países del mundo “reconocer al Estado Palestino según las fronteras de 1967” así como “incrementar el apoyo diplomático y económico a Palestina y sus habitantes”. Como consecuencia de dicha Cumbre, habría emergido la figura de Erdogan como valedor principal de la causa palestina convirtiéndolo al mismo tiempo en “la bestia negra de Israel” que no tardará en neutralizarlo.
Así, la lealtad de Erdogan a los intereses anglo-judíos en Oriente Próximo estaría en entredicho debido al acuerdo turco-ruso-iraní-sirio para dibujar la futura cartografía de Siria y por el previsible apoyo de Erdogan a la facción palestina Hamas y a los Hermanos musulmanes y al consiguiente enfrentamiento con Israel así como la guerra sin cuartel declarada contra el PPK kurdo y su aliado sirio el PYD, medidas que chocarían con la nueva estrategia geopolítica de EEUU para la zona y que podrían provocar el Magnicidio de Erdogan al haberse convertido en un obstáculo para la estrategia de EEUU en la zona. Así, la nueva doctrina geopolítica de Erdogan pretendía dejar de gravitar en la órbita occidental y convertirse en potencia regional y tuvo su plasmación en la compra de sistemas antiaéreos S-400 a Rusia en un claro desafío a la OTAN. Asimismo, Erdogan se negó a participar en las sanciones occidentales contra Moscú y compró a China misiles de defensa antiaérea HQ-9 y manifestó su deseo de integrarse en la Nueva Ruta de la Seda permitiendo inversiones del Banco Industrial y Comercial de China (ICBC). El desencuentro Erdogan-EEUU llegó a su punto de inflexión tras el intento fallido de asonada militar en Ankara y Estambul y la negativa de EEUU de extraditar al líder político y religioso Fethullah Güllen, acusado por Ankara de organizar la intentona golpista, tras la cual Erdogan procedió a una exhaustiva purga del Ejército así como de los aparatos de Justicia, Educación, Policía, Universidades y Mass Media aunado con la posible restauración de la pena de muerte, medidas extremas que alarmaron a todas las cancillerías occidentales así como a la misma ONU y cuyo penúltimo episodio sería la detención de un empleado turco de un consulado de EEUU acusado por Ankara de espionaje y la posterior cancelación mutua de visados entre EEUU y Turquía.
Erdogan y la estrategia kentiana de EE.UU.
En el paroxismo del desencuentro EEUU-Truquía, asistimos al pulso político entre dos autócratas innatos como Erdogan y Donald Trump, pues la negativa de EEUU a extraditar al clérigo Fethullah Gülen ha sido respondida con la negativa de Erdogan a liberar al sacerdote protestante Andrew Brunson que se enfrenta a una condena de 35 años por cargos de “terrorismo y espionaje”, por lo que que EEUU ha procedido a la implementación de la estrategia kentiana en el plano económico. Dicha estrategia bebería de las fuentes de la teoría expuesta por Sherman Kent en su libro “Inteligencia Estratégica para la Política Mundial Norteamericana” (1949). En dicho libro, Kent afirma que “ la guerra no siempre es convencional: en efecto, una gran parte de la guerra, de las remotas y las más próximas, ha sido siempre realizada con armas no convencionales: […] armas […] políticas y económicas. La clase de guerra en que se emplean […] (son la) guerra política y la guerra económica.” Los fines de estos tipos de guerra fueron descritos por este autor de la siguiente manera: “en estas guerras no convencionales se trata de hacer dos cosas:debilitar la voluntad y la capacidad de resistencia del enemigo y fortalecer la propia voluntad y capacidad para vencer” y más adelante añade que los instrumentos de la guerra económica “consisten en la zanahoria y el garrote”: “el bloqueo, la congelación de fondos,el ‘boicot’, el embargo y la lista negra por un lado; los subsidios, los empréstitos, los tratados bilaterales, el trueque y los convenios comerciales por otro”. Así, si finalmente se produce la llegada a Turquía de lo sistemas antiaéreos rusos S-400, la Administración Trump procederá a la elevación de los aranceles al acero y aluminio turcos , lo que tendrá como efectos colaterales un nuevo desplome de la lira turca, la salida de capital extranjero de Turquía, el encarecimiento de la refinanciación de su Deuda, la entrada en recesión económica y la elevación de las tasa de inflación hasta tasas estratosféricas que provocará una carestía de la vida inasumible por las clases populares y que podrían desembocar en una nueva Revolución de Colores.
¿Tiene Erdogan los días contados?
El llamado Plan Biden-Gelb, aprobado por el Senado de EEUU en el 2007 y rechazado por Condolezza Rice, Secretaria de Estado con George W. Bush, preveía la instauración en Irak de un sistema federal con el fin de evitar el colapso en el país tras la retirada de las tropas estadounidenses y proponía separar Irak en entidades kurdas, chiíes y sunitas, bajo un gobierno federal en Bagdad encargado del cuidado de las fronteras y de la administración de los ingresos por el petróleo. Así, tendríamos el Kurdistán Libre con capital en Kirkust y que incluiría zonas anexionadas aprovechando el vacío de poder dejado por el Ejército iraquí como Sinkar o Rabia en la provincia de Ninive, Kirkuk y Diyala así como todas las ciudades de etnia kurda de Siria liberadas por la insurgencia kurda del PYD sirio (región autónoma de Rojava) y el sudeste de Turquía controlado por el PKK. El nuevo Kurdistán contará con las bendiciones de EEUU e Israel y dispondrá de autonomía financiera al poseer el 20% de las explotaciones del total del crudo iraquí con la “conditio sine qua non” de abastecer a Turquía, Israel y Europa Oriental del petróleo kurdo a través del oleoducto de Kirkust que desemboca en el puerto turco de Ceyhan. Así, según un informe del portal Veterans Today, “Israel estaría trasladando armas de defensa aérea, artillería de largo alcance, helicópteros y aviones de combate F-15 a Erbil, capital del Kurdistán iraquí para una guerra más amplia contra Irak e Irán” al tiempo que los Presidentes de Irán y Turquía, Rohani y Erdogan amenazaron con tomar “medidas más fuertes” para evitar que el nuevo Kurdistán se convierta en portaaviones de Israel en una próxima guerra contra los Gobiernos chiitas de Irak e Irán. En consecuencia, Erdogan se habría convertido en un serio obstáculo para la plasmación del Nuevo Oriente Medio diseñado por EEUU e Israel por lo que se antoja inevitable su defenestración mediante un plan elaborado por la CIA y que contará con la participación activa del Mossad israelí y el apoyo logístico del PKK turco para sustituir a Erdogan por un Gobierno Militar pro-EEUU, con lo que Turquía volverá a ser el portaaviones continental de EEUU en Medio Oriente.