El agua y las guerras futuras
Egildo Luján Nava
La actual situación venezolana se ha constituido en un foco de atención para el mundo entero. Es un conflicto supuestamente regional, en el que las partes internas mantienen una lucha encarnizada por el control del poder gubernamental, y que perfila trascendencia Sin embargo, no deja de ser una realidad que se hace presente, por no calificarlo de común, en todas las latitudes del orbe. Sólo que en este caso, pudiera ser único por la variedad de motivos que provocan un hecho de tanto interés, pero que sigue estando huérfano de nuevos análisis.
La intromisión mundial en el conflicto venezolano pudiera derivar de razones ajenas a una simple lucha, de acuerdo a las características y circunstancias que gravitan alrededor del discurso que trata de hacer valer las motivaciones convenientes, para justificar que hay un solo motivo y de mucho peso. ¿Y cuál pudiera ser, entonces, la causa motivante de lo que ha estado sucediendo?.
Venezuela es un país con una de las posiciones geográficas más importantes del mundo, enclavado en el medio del corazón del Continente Americano. Con una plataforma continental e insular de 915.169 kilómetros cuadrados, y con un arco insular de costas de 2.718 kilómetros, al frente del Continente Sur Americano en el Mar Caribe, el llamado peyorativamente «Patio trasero del Imperio Norteamericano», limitando en sus espacios marítimos con casi una veintena de países. Este vecindario, por su parte, incluye a los Estados Unidos de Norteamérica por Puerto Rico y las Islas Vírgenes, y constituye un espacio de vital importancia geográfica para USA.
Pero, además, Venezuela es un país que goza de cuantiosas reservas petroleras, además de otros importantes y abundantes yacimientos de recursos de elementos naturales de mucha demanda por los países industrializados.
No obstante, el elemento más importante y del cual casi no se hace mención alguna, es que, como resultado de la constante contaminación atmosférica, existe otro discurso que se insiste en minimizar y desestimar cuando se ventila el caso venezolano. ¿Motivado a qué?. Quizás a que, siendo los principales culpables de ese hecho la mayoría de los países desarrollados o industrializados, predomina una especie de complicidad destructiva que se niega a lesionar intereses económicos. Y tal negación consiste en rechazar la idea de implementar cualquier tipo de control sobre la emisión de gases atmosféricos contaminantes, cuya referencia pública más visible es el calentamiento climático acelerado.
Además, lo peor es que, mientras eso sucede entre conciliábulos y cenáculos con la asistencia de intereses y de interesados, tales cambios atmosféricos ya están causando estragos que ponen en peligro de extinción la vida en la Tierra. ¿Y en dónde tiene cabida el tema Venezuela?.
El aumento global de la temperatura está provocando grandes problemas. El deshielo de los cascos polares causantes de los cambios de temperatura oceánica, que, además de dañar la fauna marina, causará, según pronósticos, enormes inundaciones a ciudades costeras, incluye otros males. Y se trata de los cambios drásticos de las condiciones climáticas, responsables posteriores de sofocantes sequías e inundaciones, que se traducirá en la erosión de los suelos. También en la creación de grandes desiertos, afectando negativamente las áreas de cultivo, y causando hambrunas en una creciente población mundial.
Esta triste y dramática realidad futurista del mundo, sin aparente relación con la precaria situación actual de Venezuela, no les ha permitido a los venezolanos, como al resto de los habitantes de los países del tercer mundo, plantearse otra visión de distintas causas acerca de lo que aquí está sucediendo. Lo pudieran estar sintiendo totalmente los habitantes del Continente americano, que son los poseedores de las mayores reservas acuíferas del mundo, y aquí, antes que enfocarnos en el desarrollo productivo para lograr extraer la máxima calidad y seguridad de vida ciudadana, se pierde esfuerzo en cómo conservar y sacar provechos mezquinos del poder. No en cómo usar el poder en beneficio de los ciudadanos.
Lo cierto es que uno de los más graves problemas a futuro de la humanidad, y que comienza a intensificarse dentro de tan sólo escasos 20 años, será la gran escasez de agua para el riego, y el uso y consumo del ser humano. El Continente africano, todos los países árabes, China e India, quienes juntos aglutinan un 70 % de la población mundial, serían los más afectados inmediatamente.
Esta óptica de futuro es tan cierta que, un país como Noruega, uno de los más ricos del mundo y productor petrolero, que cuenta con reservas monetarias multi billonarias invertidas en distintas partes de la Tierra, está desincorporando sus inversiones en el mundo de negocios petroleros, a los cuales no les pronostican más de 20 años de rentabilidad positiva. Pero, además, a la vez que se plantea el futuro económico y social desde ese ángulo, se orienta en sus esfuerzos hacia inversiones en la producción agroalimentaria a nivel mundial, la cual, a su vez, e irremediablemente, dependerá de la accesibilidad al agua.
Ahora bien, en el caso de Venezuela basta con describir que aquí, como consecuencia del gran deterioro que ha sufrido en las últimas dos décadas, sus ciudadanos están sufriendo por carecer de una distribución adecuada del preciado líquido. Se trata de una calamidad más, entre una gran cantidad de ellas, no obstante ser el segundo país del mundo, después de Canadá, que cuenta con reservas y la capacidad más grande de agua per cápita. Son 60.300 metros cúbicos por año, por detrás de Canadá, con 98.500 metros cúbicos, sin olvidar la disponibilidad de su gran Río Orinoco, uno de los más grandes del mundo y que, con una cuenca de 990.000 kilómetros cuadrados y formada por más de 436 ríos que atraviesan gran parte del territorio venezolano desde su naciente hasta su enorme y potencial Delta con desembocadura al Océano Atlántico, definitivamente, pudiera ser el foco de potenciales grandes y considerables problemas que están ausentes del gran debate nacional actual. También, además, eso incluye -por no haber sido estimados- los grandes reservorios de agua subterráneos que se encuentran en el subsuelo de los Llanos venezolanos y en su gran Mesa de Guanipa en el 0riente del país.
Sin duda alguna, Venezuela posee reservas importantísimas de agua útiles para el riego y el consumo humano, y de un valor incalculable para un futuro muy cercano. ¿0 hay quién lo dude, a partir del tratamiento de nuevos elementos que se pudieran estar tratando en el país, a la vez que el liderazgo político opta casi de manera exclusiva por la ventaja de estar y de decidir desde el Palacio de Miraflores?.
Actualmente, por otra parte, el país cuenta con 30 millones de hectáreas para la producción de alimentos, además de muchas más rescatables a lo largo y ancho de su extensión territorial. De dicha extensión, por descuido y deterioro, el 70% están en estado de abandono e improductivas. Y sucede -repetimos- aun cuando la Nación posee una de las mayores reservas acuíferas del mundo. Un aprovechamiento eficiente de tales ventajas, desde luego, garantizaría la conversión del país en uno de los más grandes productores de alimentos, electricidad y agua, para satisfacer las necesidades internas como para la exportación.
Por desidia, ineptitud e incapacidad, irónicamente, a diario, hoy venezolanos mueren de hambre y por efectos de la sed. Y lo que ello traduce, es que tal caso debería ser también motivo de amplia referencia, para los momentos cuando se discute y analiza acerca de lo que hoy está sucediendo realmente en el país. Tendría que ser, además, un tema que provoque la atención de todos los ciudadanos.
Es triste el hecho de que por no haber sabido valorar al país, y de propiciar riesgos adicionales relacionados con la incubación de particulares ambiciones mezquinas, se pudiera estar propiciando la posibilidad de una intromisión extranjera, como de un reparto de dominio territorial en obediencia a propósitos e intereses a nivel mundial. Y todo se da, a la vez que se presume y se hace alarde de soberanía, de amor a la Patria, de defensa de los intereses de la Nación y de lucha por el pueblo.