Irán- Venezuela: Ruleta rusa
Según la información que circula, la hasta hace poco cónsul de Venezuela en Miami participó en reuniones con presuntos “hackers”, quienes se mostraban dispuestos a atacar cibernéticamente centros de poder clave de EEUU tales como mecanismos de control nuclear, sistemas secretos de la CIA, la FBI y otras agencias de seguridad nacional.
Ignoro si tal información es cierta; no obstante, en caso de que lo fuese debo decir esto: Primero, la señora que se metió en ese lío merece un reconocimiento por su absurda audacia y por tomarse a pecho con fervor revolucionario la guerra de su jefe, el Presidente Chávez, contra el “imperio”. Segundo, al hacerlo, la excónsul puso en evidencia la combinación de ignorancia, ingenuidad y temeridad que caracterizan la política exterior del régimen.
Un caso emblemático de delirio lo constituye la alianza con Irán. ¿Es en serio lo de la guerra asimétrica contra EEUU? Ello podría significar, quizás, que el Presidente está considerando el despliegue de armas ofensivas iraníes en Venezuela (misiles balísticos capaces de alcanzar territorio norteamericano), destinados a fortalecer la capacidad disuasiva de Teherán, equilibrando los portaaviones de Washington en el Golfo Pérsico con los cohetes de Ahmadenijad en nuestro país. Otra opción sería la de facilitar nuestro territorio para esconder agentes iraníes y luego, con apoyo logístico de Caracas, infiltrarlos en EEUU para futuras acciones terroristas.
¿Está acaso el Presidente vendiendo uranio a Irán? También es posible, pero los iraníes no necesitan materia prima sino tecnología de punta para su programa nuclear, y Venezuela no puede suministrarla.
Si el Presidente no lleva a cabo lo anterior, al menos en parte, ¿para qué sirve la alianza con Irán? Y si lo está haciendo, ¿qué diferencias existen entre la ignorancia, ingenuidad y temeridad de la excónsul y las del Jefe del Estado en estos temas? ¿Acaso no entiende el Presidente los peligros que correría Venezuela si se enciende una guerra entre Irán y EEUU y nosotros, de alguna manera, somos percibidos por Washington como una amenaza efectiva? Y aunque el régimen no haya ido más allá de los gestos vacíos y agresiones verbales, ¿qué haría Chávez en caso de guerra para solidarizarse con sus “hermanos” persas? ¿Detener el envío de petróleo hacia EEUU? ¿Y de qué comeremos?
La política exterior del régimen chavista es una mezcla de ignorancia acerca de la correlación geopolítica de fuerzas en el mundo; de ingenuidad acerca de las razones por las que Washington no ha sido más severo e hiriente en sus acciones contra Venezuela; y de temeridad, pero de la temeridad de jugadores de ruleta rusa, ante los riesgos en que el odio patológico del Presidente hacia EEUU colocan a nuestro país. Washington no atraviesa su mejor momento estratégico, pero es la única superpotencia y en una guerra con Irán ello se haría sentir, podemos apostarlo. La relativa condescendencia de Washington hacia el atolondramiento chavista se debe, presumo, a que no nos toman en serio, pues el Presidente no ha atravesado aún la “línea roja”. El régimen genera mucho ruido y pocas nueces y los estadounidenses lo saben.
Es de una torpeza suprema creer que la tolerancia de Washington se debe al miedo. La soberbia, fantasía y temeridad que el gobierno venezolano exhibe causarían risa si no fuesen tan peligrosas. Son temerarios como los que arriesgan la vida dando vueltas al cilindro de un revólver, cargado con una sola bala, y luego aprietan el gatillo con el cañón del arma apuntado a la sien. ¡Ruleta rusa!