Fotógrafo icónico del Estado Lara: Elio Otaiza
Eduardo Planchart Licea
La Fundación Fototeca de Barquisimeto es el espacio investigativo y expositivo de mayor importancia a nivel regional en Venezuela, paradigma a nivel nacional que ha convertido en un hacer trascendente la fotografía. En su sede en el Centro de Historia Larense, frente a la Plaza Lara, día a día hay en él una constante actividad de investigadores y estudiantes que han convertido su especializada biblioteca, y su colección de negativos y origínales en una fuente imprescindible para la investigación de la historia visual. Este 25 de mayo abre sus espacios con una exposición del Fotógrafo Elio Otaiza (1916-1976) titulada: La Vida es una Tómbola, la curaduría es de Carlos Eduardo López Falcón.
Elio Otaiza fue reportero gráfico de El Impulso y El Nacional, diputado del Congreso Nacional en los setenta por el partido Cruzada Cívica Nacionalista, como parlamentario viajo a largo y ancho de Venezuela, realizando un interesante registro visual, el cual fue expuesto por primera vez en el Congreso Nacional, con la exposición: “Indígenas del Amazonas constituida por 127 originales en blanco y negro, el 5 de Julio de 1969” (1). Era conocido en el ambiente político como el diputado-fotógrafo. De las fotografías que se tienen de él, dos de ellas son muy significativas, en una se encuentra en una plaza rodeado de su familia, y de su pose proyecta el orgullo con que asume la profesión de fotógrafo, se percibe por la forma como toma la cámara fotográfica, que cuelga de su hombro; cada miembro de la familia se muestra sin timidez ante el clic. Y la otra imagen fue tomada en 1969, en el polígono de tiro de Barquisimeto, lo fotografiaron con un rifle entre manos, mientras se concentra en la mira telescópica, cual si estuviera componiendo con el visor de una cámara, ambas fotos son de autor anónimo.
La fotografía del “Espectáculo de Pirotecnia”, 1969 destaca la cortina de luz de los fuegos artificiales y el humo que los acompañan, crean un mágico ambiente. La algarabía del público se siente en su lenguaje gestual, la composición es dominada por una tensión entre la simétrica y en el caos que emana del humo de los cohetones, destaca el rostro sonriente de un niño que delata la presencia del fotógrafo.
La fotografía de la Central Río Turbio, 1956, Barquisimeto develan elementos estéticos característicos de sus composiciones, como son la búsqueda del equilibrio, y de centros visuales definidos. La imagen es dominada por un orden piramidal en la distribución de los personajes, en la base esta el capataz con botas de cuero casi hasta la rodilla, junto a los maestros de obra, y los trabajadores de las filas siguientes se ubican en posición ascendente, que culmina con un obrero descalzo encaramado en un andamio. Los trabajadores parecieran divertirse en la estructura metálica, incluso en el techo, un personaje se sienta en el centro del techo metálico de la central en una irreverente posición, esto nos acerca al ambiente humano que creaba el fotógrafo cuando organizaba la toma de la imagen cual si fuera una coreografía.
Elio Otaiza enfrenta al otro a composiciones donde la huella de la simetría es evidente, posiblemente este rasgo se potencia al ser fotógrafo de la Academia de Danza y Ballet Taormina Guevara (1948-1960); elemento visual que se hace presente en la fotografía tomada en las afueras de la Iglesia de San Francisco, 1937, dominada por un punto de fuga cuyo centro es el icono de la Divina Pastora. Hay un clima de solemnidad, las niñas están vestidos con los típicos atuendos de pastoras, y el orden acentúa el ambiente ritual donde cada uno de los participantes pareciera encontrarse involucrado en la hierofanía de la Divina Pastora. Las poses de los personajes emana hieratismo, que potencia el carácter sagrado del espacio. En la fotografía del interior de la Sociedad de la Divina Pastora, hay una distribución rectangular de los personajes, el primer plano es dominado por los trajeados miembros de la cofradía, y las cuatro hileras de las pastorcitas están al fondo acompañando a la patrona del Estado Lara.
No solo se ocupó Otaiza de estos momentos fundacionales de Barquisimeto, sino hizo un registro detallado del terremoto del Tocuyo, 1950 como se desprende de la fotografía donde un camión, que casi sale del encuadre transporta muebles y enseres rescatados del terremoto, la contaminación que todavía hay en el aire, se nota en el personaje que acompaña el mobiliario al cubrir parte de su rostro con un pañuelo, en la cercanía se ven las paredes desmoronadas de una casa. Logra transmitir la angustia que se vivió en ese tiempo el Tocuyo. Elio Otaiza y Francisco Villazán fueron los primeros reporteros gráficos que llegaron para documentar la tragedia, y ambos expusieron juntos sus miradas en una exposición de 100 fotografías.
No solo fotografió hitos que marcan la historia de Venezuela, sino se dedicó también al transcurrir de la vida privada y pública, tal como se observan en las diversas imágenes tomadas en su foto estudio, en los espacios privados de las casas de las familias barquisimetanas y de las festividades de los clubes y espacios sociales. De las fotografías que destacan de su autoría se encuentra la de Carmen Guevara, llamada Doña Bárbara, 1963, corredora de carros y mecánica barquisimetana que se hizo célebre en la Venezuela de los cincuenta por su audacia y alegría. Posa con el traje de piloto, junto al carro con que competirá, el cual es promocionado por el diario El Nacional. El fotógrafo con sus huellas de luz fue creando un mosaico de vivencias de varias décadas de la Venezuela de ayer, que son fuente para la comprensión de nuestro trágico y laberíntico presente.
Cita:
(1) López Falcón, Carlos Eduardo. Apuntes, Biografías y una Cronología de la Fotografía Larense, ediciones Fundación Fototeca de Barquisimeto, edición digital, p.p. 110-124, 2015