La idea insiste en golpearme
No se cómo pude olvidar al mencionar los enterrados por Castro al general Ochoa. Había cumplido su tarea de narcotraficante y debía inmolarse para que la figura de Castro se exhibiera prístina. Con Chávez no hubo necesidad de eliminarlo. Cuando dejó de ser útil el cáncer cumplió su tarea, pero hasta la fantasía de que le había sido inoculado se hizo presente.
Y ahora la idea me viene de nuevo. ¿Pudo efectivamente ser que le inocularan el cáncer? No lo sé. Pero que dispusieran de él porque ya no le era útil a Castro no resulta novedoso y ahí estaba el usurpador. No es un infatuado por Castro como lo fue Chávez, pero sí un indoctrinado para ese servicio. Tal como lo es Díaz-Canel.
Decía ayer que “el testigo pasó de manos, pero no está aquí”. Nunca lo ha estado; y por lo tanto la preminencia en el mando del usurpador, de Diosdado o de Padrino no depende de ninguno de ellos, sino del que pueda cumplir la tarea, incluido el suicidio, tal como ocurrió con Allende para fabricar un mártir.
Para mí es claro que cuando el usurpador asume la vocería cuanto dice no es obra suya; pero me resulta todavía más claro que cuando calla tampoco es obra suya. Es esta la idea que me ha estado golpeando porque pareciera que así como el pez necesita el agua para vivir, Cuba necesita cambiar a Maduro “para sobrevivir”.
Sé que muchos de quienes me leen están angustiados porque las acciones de Guaidó resumidas en la trilogía “cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres” parecieran estar empantanadas y perdido el momento del éxito. Pero no es así. Claro, después de 20 años el deseo, más que el deseo el ansia, de ponerle término a esta tragedia nos hace pensar que lo no alcanzado ayer ha desaparecido.
No ha desaparecido, pero puede desaparecer. Todo depende de nosotros mismos. Y depende también de otros. Cuba enfrenta una situación particularmente difícil, porque el desastre económico del gobierno del usurpador introduce de nuevo en Cuba “el período especial”; y por lo tanto necesita de algo más que los gritos de Diosdado, los ecos de Padrino o los silencios del usurpador. Cuba por una razón distinta a la nuestra y nosotros por una visión distinta a la cubana pudiéramos estar compartiendo por un corto tiempo la marcha en un largo sendero.