Nuestra “democracia ficticia”
Recientemente dos ONG internacionales expusieron la triste realidad que vive Venezuela. HRW nos categoriza como una “democracia ficticia” y Freedom House como “autoritarismo moderno”. Para FH la declinación de los derechos políticos y las libertades fundamentales, es decir de la democracia, se concreta en “la aplicación selectiva de las leyes y reglamentos contra la oposición con el fin de minimizar su papel como un control sobre el poder del gobierno”.
Muchos en el mundo piensan que aquí la violación de los derechos humanos no es grave, posiblemente porque hay elecciones – todas las dictaduras modernas las tienen-y la represión gubernamental no llega a los niveles de las dictaduras militares del cono sur de los setenta y ochenta. El régimen se cuida mucho de utilizar otro tipo de represión menos evidente, pero tan o más dañina que aquella. Mantener el número de presos políticos al mínimo y reprimir con bandas paramilitares- los colectivos- para dar una coartada a los defensores del régimen.
Simonovis y los otros policías presos son símbolo necesario para afirmar que el finado salió por un asalto al poder de la derecha fascista y hablar de los golpistas. Y olvidarse del “vacío de poder” que determino el Tribunal Supremo de Justicia, producido cuando sus propios militares no quisieron disparar contra el pueblo y de que fueron los de ellos los que dispararon desde Puente Llaguno. A los demás atemoriza con la delincuencia o los colectivos, para que nos quedemos en casa. Y nos tira las migajas del frenesí de petrodólares que ha entrado a Venezuela – un billón- y del que se ha adueñado por controlar el petróleo. Aunque ahora con las alforjas vacías comienza a recortar las “dádivas” a la clase media que recibía sus dólares de viajero. Prefieren quitarle dólares a los venezolanos, así como subir la gasolina, para seguir regalándoselos a los cubanos. Pero tenemos patria.
Cuando ellos dicen “tenemos patria” en realidad se refieren a “tenemos el botín”.
En el mundo, bancos y thinktanks, ven una debacle en ciernes. La depresión económica y la fragilidad política acabará con lo que queda de una “ilusión de armonía”. Pero la agonía parece ser lenta y presagia ser dolorosa. Todo dependerá de la capacidad de maniobra de La Habana y de la inteligencia de la dirigencia opositora. Son los Castro contra los demócratas criollos.
Por ahora la MUD se está repensando. Ya lo hizo con el informe post 7-O. Pero sigue pendiente la constitución de un proyecto unitario distinto. Más allá de lo electoral, más allá de los partidos, pero no antipartido sino con mas sindicatos, ONG, vecinos, gremios, estudiantes, campesinos: un gran frente por el rescate de la democracia y las libertades. Es hora ya.