Nueva generación
Cuando el joven y espigado Juan Guaidó monta un pie en la ventana de la camioneta y se sube a la soledad unificada del techo del vehículo, las multitudes deliran y no les importa lo que diga, sólo escuchan un mensaje. Renovación, libertad, regreso a la prosperidad. Y entienden que el primer paso lo da el nuevo líder y se concentra en su primer tema de campaña: cese de la usurpación.
El asunto va mucho más allá, hay un clarísimo, evidente, cambio generacional.
La historia de Venezuela es de juventudes y generaciones. La mayoría de los pensadores y ejecutores de 1810 y 1811, eran sumamente jóvenes. Muchos de los oficiales y héroes de la guerra de independencia, empezando por el propio Simón Bolívar, no llegaban a los cuarenta años. La mayoría de los soldados y oficiales que integraron ejércitos y montoneras hasta la llegada de Gómez, fueron casi muchachos –Eleazar López Contreras se hizo soldado a los 15 años. Fueron los estudiantes universitarios los que se le enfrentaron a Juan Vicente Gómez, y la juventud militar quien los hizo Gobierno años después, y las juventudes partidistas quienes los derrocaron, elevaron a Pérez Jiménez y lo echaron cuando entendieron la necesidad de la democracia.
Los “comacates” de 1992 eran jóvenes y estaban lejos de ser viejos cuando su líder fue electo Presidente seis años después.
De entonces hasta hoy, los jóvenes militares y civiles, socialistas y antichavistas, han tergiversado un país cada cual desde su punto de vista, y este año, de repente, insurge una nueva generación que ha saltado incluso por encima de sus jefes partidistas y podría saltar por encima de sus generales y almirantes.
Juan Guaidó y los siguientes pasos no están solos. Usan a sus jefes, pero dirigen ellos. En la oposición y en el madurismo. Los que tienen tarjetas de jefes, ministros, generales, están perdiendo el país.
Es una Venezuela nueva, universitaria, de informática y redes sociales. En la oposición y en el madurismo. Esa es la transición.