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¡Operación Libertad!

Curiosamente, pero entendible es el desespero de muchos venezolanos que no terminan de ver el fin de la pesadilla. Olvidan que hemos vivido con ella casi veinte años, toda una vida si compartimos el pase de la inocencia al raciocinio veraz. No es de extrañar que así sea, pero es oportuno el momento para recordar que algunos vientos trajeron estas tempestades.

No nos cansaremos de repetirlo, fue en los finales de la década de los 80´, cuando era estribillo la cantaleta: “el sistema se agotó, hay que cambiarlo por otro que ofrezca más garantías, seguridad y sobre todo orden”. Todos siempre hemos pensado y manifestado la necesidad de un cambio, apareciendo el slogan que de no lograrse el cambio, acabaremos perdiendo la democracia.

Así ocurrió en 1988 con la entrada del chavismo al poder, pero no fue solo este pensamiento de la anti política lo que logró su avenencia, sino que soslayadamente circulaba oculto en los secretos de estado el síndrome del militarismo, que había entrado en conflicto con nuestra condición de ciudadano.

Y, lamentablemente, habiendo dejado de lado la apoliticidad del militar, le fue tendida la cama al fracasado golpista del 4F, quien sin condiciones conocidas de prestigio, honestidad, pulcritud, preparación académica multidisciplinaria, ni dedicación y sacrificio en beneficio de la unidad nacional, fue electo presidente de la República, aceptándosele sus peripecias estúpidas de lo que llamó el “polo patriótico”, la “revolución”, el “proyecto” el “proceso” y muchas otras falacias del militarismo ignaro, que  a más de políticas incongruentes, eran solo díscolas ideologías, sin fin ni fundamento, si, muy sonoras adornadas con cándidas peroratas, que se mantuvieron activas durante sus 14 años de desgraciado mando.

Se decía paradójicamente, que era necesario un gobierno militar para mantener la democracia con soberanía, olvidando la incompatibilidad del mando militar con el gobierno civilista; pero se cayó en esta desventura por culpa de la misma anti política y por la multiplicidad en el factor partidista, que logró acumular parcialidades y líderes contradictorios y contrapuestos, que prefirieron aceptar la ignominia, lo que dio pie a la creación del monstruo que logró, con el apoyo popular, destruir hasta arruinar todo el sistema político logrado después del 23 de Enero, pero por fortuna, pareciera que hubiéramos logrado un renacer de su espíritu; es lo que nos ha ofrecido Juan Guaidó con su llamada “Operación Libertad”.

A nuestro entender, es una estrategia veraz y voraz, que sin mucho esfuerzo nos imbuye en un placer por entender, su base principal: el desgaste mediante el miedo al usurpador y la confianza en nosotros que entendemos que ¡vamos bien! Y por el camino real y correcto.

Muchos se oponen a dar tiempo, otros cuestionan la posibilidad del diálogo, pero los que entendemos los límites entre la guerra y la paz, sabemos que la forma menos costosa en vidas humanas, es que cese la usurpación sin arrebato del poder, para dar mayor facilidad al emprendimiento del mismo camino y lograr el cambio con mayor rapidez; luego de tener el poder, vendrán las evaluaciones, las fiscalizaciones, los cobros, las sanciones y las penalidades, pero hoy, como dice Luis Ugalde: “Al ver que ninguna de las partes puede aniquilar a la otra se llega a la conclusión de que es mejor negociar la salida que matarse”, aunque muchos, según las encuestas, quieren que “se invoque el artículo 187.11”, que hasta ahora no lo hemos entendido.

@Enriqueprietos

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