Informe petrolero: balance de la visita del Presidente Chávez por la OPEP
La gira del Presidente venezolano (%=Link(«/bitblioteca/hchavez/»,»Hugo Chávez Frías»)%) a los países socios de la (%=Link(«http://www.opec.org»,»Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP)»)%), motivado por su condición de organizador y anfitrión de la segunda Cumbre de Soberanos y Jefes de Gobierno de la Organización, fue altamente controversial. Fundamentalmente -y casi de manera exclusiva- por la visita que le dispensó a Saddam Hussein (Irak), lo cual se vio agravado por las declaraciones retadoras que dio Chávez con respecto al embargo que la Organización de las (%=Link(«http://www.un.org»,»Naciones Unidas (ONU)»)%) sostiene sobre Bagdad. Manifestaciones que aunque estaban nominalmente dirigidas a la ONU, eran mensajes que de fondo cuestionaban la política exterior de los Estados Unidos (EE.UU.).
Aun cuando resulta ampliamente conocido que la ONU y el mecanismo de las resoluciones son prácticamente instrumentos de la política exterior de los EE.UU., las declaraciones incendiarias y destempladas del presidente Chávez no eran solamente una aparente aptitud retadora ante Washington, sino que a su vez resultaban ser agresiones indirectas hacia algunos socios de la OPEP tales como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Katar, Kuwait o Bahrein, quienes son naciones, nacidas de la creación artificial de países por el proceso de descolonización de los años 20, 30 y 40, y que política y defensivamente dependen y están hondamente comprometidas con los EE.UU.
¿Dividendos de la gira?
Es así, como de acuerdo a consideraciones generables de cómo Venezuela pudo haber sacado un provecho importante de la gira del Presidente por los países socios de la OPEP, aparentemente encontramos dos posiciones diametralmente opuestas:
a) La que favorecería a los intereses nacionales de Venezuela (discurso de consenso y de identificación de causa común entre los socios OPEP, posturas firmes pero no necesariamente grotescas hacia los EE.UU., propiciamiento del diálogo extra OPEP, etc.)
b) La que parece satisfacer, según su actitud, las fantasías de liderazgo tercermundista y antiimperialista del Presidente Chávez. Aunque cabe destacar, que, curiosamente, el Presidente Venezolano se mantiene en una actitud retadora ante los EE.UU., la globalización, el imperialismo lo cual parece favorecerle con el apuntalamiento de su ascendente político dentro de ciertos sectores de la población de su país. Pero por otra parte, su gobierno en términos reales no ha aplicado en ningún momento medidas proteccionistas que limiten el desenvolvimiento de las compañías estadounidenses y de otras latitudes en la economía venezolana. La nueva ley de telecomunicaciones en Venezuela, es un himno a la apertura del país a la inversión extranjera. En el mismo sentido, cabe destacar las agudas gestiones venezolanas en marzo y junio del presente año para que subiera la producción de OPEP. Mientras Peter Romero, Secretario de Energía estadounidense hacia una gira por algunos países de la OPEP pidiendo un incremento de la producción, Alí Rodríguez Araque, Ministro de Energía y Minas venezolano, gestionaba exactamente lo mismo en una gira similar. En realidad, lo que ha mantenido en buena medida a los capitales extranjeros espantados de Venezuela, es que tal vez todavía no han identificado y confirmado en la política populista y vocinglera de Hugo Chávez ¿Estaremos en presencia de un doble discurso todavía no claramente develado?
¿Y los Estados Unidos?
La pregunta de rigor sería: ¿hasta cuándo la actitud populista y vocinglera de Hugo Chávez —que aparentemente le da buenos dividendos en el plano doméstico- le resultará en el orden internacional? La administración Clinton se ha mantenido hasta ahora con una actitud moderada, de conciliación y de tolerancia ante el gobierno de Venezuela. Incluso corre el rumor, de que el reciente cambio de embajador estadounidense en Venezuela obedece a que el mismo embajador John Maisto se había convertido en un “gran chavista” y se estaba requiriendo un poco de “dureza” ante el gobierno venezolano, más todavía cuando los demócratas se sienten preocupados hondamente por la ventaja que el candidato republicano, George Bush (hijo), lleva sobre el suyo, Albert Gore. Por ello, mantener a un Maisto demasiado pasivo con respecto a Venezuela, en contraste con el discurso de línea dura de los republicanos que ha tenido aceptación entre el electorado estadounidense, no es una estrategia adecuada.
En lo que respecta al gobierno venezolano, mantener una actitud innecesariamente beligerante con respecto a Washington resulta inadecuada para lo intereses petroleros de ese país. No se trata tampoco de que entre en el extremo contrario de la sumisión, pero si de hacer una oposición más inteligente; no basada en pretensiones de medición de fuerzas sino de explotación de las verdaderas debilidades del otro. En el caso de EE.UU., su deficiencia y dependencia energética. Acercarse estratégicamente a los miembros de la OPEP con un discurso más general, válidos para todos y que encontrara aceptación podría hacer que países alineados con los EE.UU., como Arabia Saudí, se vieran tentados a alejarse un poco de la sombra de Washington. Esto sucedería, en la medida que sienta que un liderazgo venezolano podría llevarlos hacia estadios de mayor prosperidad y bienestar y no hacia un renovado nacionalismo incendiario y “revolucionario”. Ciertamente el gobierno del presidente Chávez, ha hecho renacer en Venezuela conceptos otrora desmejorados como soberanía o autodeterminación, pero en el actual contexto global podrían defenderse con tanta firmeza y vehemencia como elegancia y acierto.
Por otra parte, Washington se encuentra ante un inminente cambio de gobierno, el cual se muestra aparentemente de ruptura y no de sucesión. Las posibilidades de que sea George Bush el ganador de las próximas elecciones presidenciales en ese país, son abundantes. Esto, como ya se ha indicado, representaría seguramente un cambio bastante drástico de la política exterior de los EE.UU. De una de tolerancia a una posiblemente más intervensonista y poco permisiva hacia Caracas, especialmente si el Gobierno nacional venezolano continúa pretendiendo exaltar los ánimos antiimperialistas dentro de la OPEP.
En la sección dedicada a su política exterior en el Medio Oriente del partido Republicano -escenario donde los EE.UU. tiene concentrada su acción externa hoy día por sus intereses petroleros-, dejan claramente establecido que no permitirán en la región ninguna alteración que atente contra sus intereses y resulta evidente, que no variarán lo que hasta ahora han sido las políticas de Estado en esa región: defender el petróleo de las monarquías a toda costa, resguardar a Israel en la confrontación árabe-israelí, buscar la paz duradera en la zona y contener a Irak e Irán.
En tal sentido, evidenciando un claro desconocimiento de la realidad heterogénea de la OPEP, de las particularidades de sus miembros y de cual debería ser el verdadero rol de Venezuela en la coyuntura actual, el Jefe de estado Venezolano perdió con su actitud equivocada y megalómana de pretender ser el líder del mundo y arreglar todos los problemas de la humanidad una oportunidad de oro para Venezuela. Una oportunidad, en el tradicional rol de Caracas de liderazgo (sin excesos inconvenientes) en Hispanoamérica y dentro del cártel.
En un artículo de la semana pasada (la visita del presidente Chávez al Medio Oriente, Analítica, 15-08-2000), deje claramente establecido que la visita del Jefe de Estado venezolano a todos los miembros de la OPEP, incluyendo Irak, era diplomáticamente adecuado y que con ello no se estaba violentando ningún ordenamiento jurídico internacional. Esto en aras, de que Venezuela está tratando de convocar a sus socios a una Cumbre petrolera bajo los valores de la cohesión y la cooperación, necesarios además para la supervivencia de la institución. E habría visto discriminativo y en nada habría ayudado a la cohesión de la Organización que el Presidente Chávez hubiese dejado de visitar a algún país.
No obstante, como también lo señalé, la gira debió hacerse con el más puro espíritu económico-petrolero sin que tuviera expresamente el más mínimo atisbo político. Que detrás de ese recorrido estuvieran implícitas las pretensiones megalómanas del mandatario de Venezuela de ser la cabeza de todo, no habría importado. Mientras no fuera una declaración abierta, los objetivos reales de Venezuela dentro de la organización y con respecto al mercado petrolero global habrían tenido grandes posibilidades de materializarse. Lo cierto, es que con su actitud confrontativa, su desconocimiento de la realidad actual del mundo y su ignorancia aguda de la diplomacia, Hugo Chávez deshizo con la boca lo que acertadamente se había planificado con la cabeza.
De tal manera, que la añorada y necesaria cohesión entre los miembros de la Organización -meta realmente difícil en un ente con integrantes de intereses, lealtades y compromisos sumamente diversos- se posterga y diluye nuevamente en el tiempo. Ciertamente que existen dentro del cártel niveles de cooperación entre sus distintos actores, forzados básicamente por su interés común de potenciar sus rentas petroleras, pero no son estatus que permiten en la actualidad el funcionamiento óptimo de la organización. El hecho de que de manera recurrente los países del club petrolero incurran en violación de los compromisos sobre restricción de la producción, da fe de ello. Seguramente resulta imposible que la Organización llegue algún día, si las circunstancias del contexto energético y global lo permitan, a lograr un profundo nivel de cohesión, pero al menos se pueden claramente lograr niveles considerablemente adecuados.
En tal sentido de manera expresa y elocuente el documento señala:
«In the Middle Oriente, the advancement of US interests requires clear and consistent priorities as well as close cooperatin with America´s friends and allies. We have four priorities for the Middle East. First, we seek to promote and maintain peace troughout the region. Second, we must ensure that Israel remains safe and secure. Third, we must protect our interests and ensure the reliable flow of oil from the Persian Gulf. And four, we must reduce the thereat of weapons of mass destruction in the region. Because America cannot achieve these objetives by acting alone, US policy must rest leadership that can build strong coalitions of like-minded states and hold them together to achieve common aims» (Plataforma del Partido Republicano Para la Elección Presidencial 2000)
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Los cuatro objetivos de la política exterior estadounidense en el Medio Oriente en caso de que ganaran los republicanos, como se señaló, están claramente establecidos. Por correlación ineludible, esto tiene que ver con la OPEP y algunos de sus principales socios. Al respecto el mismo documento ya citado señala en su última parte:
“The US and its allies depend on oil from the Middle East. Republicans prefer an America that is far less dependent on foreign crude oil. A Republican president will not be so tolerant if OPEC colludes to drives up the word prices of oil, as it has done this past year. Yet influence also comes from friends hip. The US should restore ist underling good and cooperative relations with the oil-exporting nations, most importantly Saudi Arabia, as well as with other moderate Arab governments” (Ibíd)
No de manera infundada, se comenta que un nuevo gobierno republicano adelantaría una fuerte política anti OPEP, e incluso jugaría a su deterioro y tal vez a su existencia puramente nominal. Este es un trabajo que posiblemente deleguen en Arabia Saudí. Riyad, comenzaría paulatinamente a alejarse de las políticas del cártel y a sabotear los acuerdos de restricción a la producción. Asimismo, el documento aprobado por la reciente convención republicana (30 de julio – 3 de agosto), es sumamente claro en la intención estadounidense de reeditar la alianza anti iraquí de 1991, como un frente permanente de oposición a Saddam Hussein, así como un agudizamiento del apoyo a las fuerzas locales iraquíes de oposición al líder de Bagdad. Con respecto a Irán, el documento no es menos severo en sus propuestas, pero deja abierta una posibilidad de diálogo que no estima con relación a Hussein.
En tal sentido, la política exterior estadounidense hacia el Medio Oriente mantiene sus lineamientos tradicionales, pero con un aumento de su severidad. Los EE.UU. comenzaron su intervención expresa en la zona en 1956, con la coyuntura que representó la primera crisis del Canal de Suez, la cual fue producto de la política anti israelí y anti imperialista del líder egipcio Abdel Gamal Nasser. En aquella oportunidad, la nacionalización del Canal por parte de Nasser, ante el apoyo occidental a Israel, trajo como consecuencia una invasión anglo-francesa que el gobierno presuntamente anticolonialista de D. Einsenwover rechazó. Las acciones ante europeas de los EE.UU., canalizadas a través de la Asamblea de Naciones Unidas, trajo entre sus consecuencias principales:
a) El debilitamiento agudo de Francia e Inglaterra como potencias de primer orden. A partir de Suez (1956), tanto Londres como París pasarían a ser potencias de segundo orden.
b) Fortalecimiento de la posición de los EE.UU. en el Medio Oriente y la sustitución de la hegemonía europea por la estadounidense en la región.
c) Aparente triunfo diplomático de la ex URSS. Parte de las razones por las cuales los EE.UU. no apoyaron la iniciativa franco-británica fue para evitar confrontaciones con Moscú, quien apoyaba abiertamente el gobierno socialista-nacionalista de Nasser. Una intervención de Washington a favor de los intereses de Londres y París habría generado la posibilidad de una intervención soviética en la zona y un consecuente e inevitable enfrentamiento entre ambas superpotencias.
A partir de 1956, la política de los EE.UU. en el Medio Oriente sería de intervensionismo expreso, más todavía cuando desde 1948, era ya un importador neto de petróleo. Las crisis subsiguientes en la región de -Guerra de los Seis días,1967; Libia, 1969; Yom Kippur o Ramadán, 1973; caída del Sha de Irán, 1979; Guerra Irán-Irak,1980-88 y Guerra del Golfo, 1991- sirvieron para que Washington dejara siempre en claro su papel e intereses geoeconómicos en la región.
Así, por ejemplo, en las crisis de 1967 y 1973, los EE.UU. fueron categóricos en su apoyo a Israel. En la de 1969, producto del ascenso de Moammar Gaddafi en Libia y sus contradicciones con las compañías petroleras, Washington mantuvo una actitud de reserva ante la exigencia de apoyo que le solicitaron sus transnacionales petroleras. En aquella oportunidad, al gobierno estadounidense le interesaba que las relaciones compañías-OPEP comenzaran a equilibrarse y ha hacerse menos asimétricas. Una postura parecida, fue la asumida en el conflicto de 1973 y el posterior embargo árabe. La geoestrategia estadounidense recomendaba, que se permitiera el nuevo ascenso significativo de los precios del petróleo para que Teherán pudiera financiar su fortalecimiento económico y militar. Como es de recordar, el Sha intentó jugar por mucho tiempo el rol de policía del Medio Oriente y garante de los intereses estadounidenses en la región.
Durante la guerra Irán-Irak, los EE.UU. apoyaron indirectamente Bagdad con recursos económicos (a través de los Sauditas y los kuwaities). Para Washington, resultaba menos amenazante las pretensiones de liderazgo regional iraquí, que la revolución teocrática iraní. De hecho, entre las múltiples causas que se señalan como motivo de la invasión de Irak a Kuwait, se reconoce la inmensa deuda exterior que Saddam tenía con emirato (unos 100 millardos de dólares). Esto además de la errada lectura que hizo Saddam del concierto internacional y sus justificaciones de orden histórico (que Kuwait pertenecía a Irak en tiempos del Imperio Otomano).
Esta revisión histórica ajustada, de la actitud pragmática de los estadounidenses en cuanto a su política exterior en el Medio Oriente está claramente reeditada en las alusiones y citas que de la propuesta de gobierno republicano, se ha señalado. Para evidenciar más todavía, la línea dura que aspira el gobierno de Bush encontramos que:
“It’s important for the US to support and honor Israel, the only democracy in the Middle East. We will ensure that Israel maintains q qualitative edge in defensive technology over any potencial adversarios. We will not pick sides in Israel elecctions. The US has a moral and legal obligation to maintain its Embassy and Ambassador in Jerusalem. Inmediately upon taking office, the next Republican president will begin the process of moving the US Embassy from Tel Aviv to Israel´s, Jerusalem” (Ibíd)
Con respecto a la OPEP la situación no será muy distinta. Los EE.UU. jugarán posiblemente a desarticular la Organización en alguna medida. De tal manera que la misma continúe existiendo como tonto útil: ser “reguladora” del mercado para que no haya precios demasiado bajos –como para que les resulta difícil explotar a EE.UU. el petróleo de Texas-, pero tampoco demasiado altos como para que les recaliente la economía y se generen periodos de escasez de combustible. En síntesis, una OPEP que actúe de tal manera, que continúe garantizando la calidad de vida de los occidentales desarrollados.
Finalmente cabe destacar, que la política exterior norteamericana, basada en el supuesto realismo político, ha sido siempre hipócrita, de doble discurso. Si el cuestionamiento fundamental a la visita del presidente venezolano a Irak era la condición de dictador de Saddam Hussein, el cual por ello y realmente por la invasión a Kuwait ha merecido un embargo de 10 años, podríamos preguntarle a Washington el por qué no aplicó oportunamente bloqueo a las dictaduras hispanoamericas durante décadas pasadas. Por qué no bloqueo las dictaduras militares atroces de Pinochet en Chile, o la de Videla en Argentina, ola de Strossner es Paraguay, la de los milicos en Uruguay, la de Brasil o, incluso, la de Pérez Jiménez en Venezuela.
¿Nuevos miembros en la OPEP?
Aparentemente, uno de los temas que Caracas pretende incluir en la agenda de la cumbre es el de la posible inclusión de nuevos miembros a la Organización. Esto es un asunto que ya se ha discutido en otras oportunidades sin llegar a acuerdos concretos; principalmente porque no existe dentro de la OPEP una voluntad real de incorporar nuevos socios, mas no así de lograr relaciones profundas de cooperación con actores extra OPEP. Es decir que la política de cooperación estrecha con esos actores sería mucho más fructífera que incorporarlos al cártel. Incluso países con esa naturaleza, como México, por ejemplo, están también muy poco interesados en formar parte del «club petrolero»; sus intereses igualmente les obliga a sacar más provecho de su rol como amigo de la OPEP y no como miembro de número.
De cualquier modo, analicemos brevemente los actores actualmente en estudio (1):
a) Rusia
Área Total: 17.075.200 km2
Población: 143.393.569 (estimada a Julio 1999)
Reservas de petróleo: 48.573 millardos
Producción de petróleo: 6.180.000 millones b/d
Apreciación: en primer término su rol dentro de la organización sería altamente perturbador y conflictivo en términos políticos, pues su relación bélica y represiva contra los islámicos chechenos y los del Daguestán, seguramente no tendría aceptación en una organización donde 10 de sus 11 miembros actuales son musulmanes. Más aún, cuando hay pruebas de la relación que los separatistas chechenos mantienen discretamente gobiernos como el de Irán o Irak. Aun cuando la organización a sobrevivido a dos conflictos bélicos entre sus propios socios y a otros avatares, no resulta conveniente añadir un nuevo factor de distorsión. Posiblemente los países monárquicos no cuestionen abiertamente la represión rusa en Chechenia, pero acaso se quedarían callados Bagdad, Libia, Irán o tal vez Argelia. Luego, aunque Rusia cuenta con unas importantes reservas petroleras, hoy en día –pese que Putin trata de recuperar el carácter de superpotencia de Moscú- los rusos están conscientes de su necesidad de Occidente (G-7) para poder impulsar su crecimiento económico. Además vale destacar que la política de los EE.UU. hacia Rusia está claramente delimitada: mantenerla como país occidental y cooperar con ella –siempre y cuando se mantenga como aliada de Washington- en su desarrollo económico. Si no, ¿qué sentido tiene que un país rural como Rusia con una economía precaria forme parte del Grupo de los siete países más industrializados del mundo? Aparte de la consideración anterior, es decir el potencial, detectado por el G7, que posee Rusia para llegar a ser un país capitalista desarrollado la única razón por la cual Occidente la toma en cuenta es por su poderío nuclear, el cual hoy día representa una amenaza para la humanidad, no tanto por el uso que haga de él; sino porque su precariedad económica no le permite mantenerlo adecuadamente y es eso un agente potencial de accidentes y catástrofes nucleares.
b) Noruega
Área Total: 324.220 km2
Población: 4.438.547 habitantes (estimada a Julio 1999)
Reservas de petróleo: 8 millardos
Producción de petróleo: 3.195.000 millones b/d
Apreciación: su condición de país del «primer mundo», con uno de los ingresos per cápita global más alto, miembro de la OCDEC, de la Agencia Internacional de Energía –organismo de los países desarrollados para la administración energética mundial-, resultaría una distorsión mucho mayor todavía que Rusia. Los intereses noruegos están muy lejos de las supuestas luchas antiimperialista de algunos miembros de la OPEP como Irán, Irak, Libia, Argelia y ahora Venezuela. La coincidencia de intereses petroleros entre Oslo y la OPEP, podrían perfectamente manejarse en el plano de la cooperación.
c) México
Área Total: 1.972.550 km2
Población: 100.294.036 habitantes (estimada a Julio 1999)
Reservas de petróleo: 54.110 millardos
Producción depetróleo: 3.345.000 millones b/d:
Apreciación: existe un viejo chiste el cual dice que “México limita al norte con los EE.UU.; al sur con los EE.UU., al este con los EE.UU y al Oeste con los EE.UU. Los intereses mexicanos están igualmente claramente delimitados y son definitivamente dependientes de su relación armónica con Washington, su principal socio comercial. Difícilmente se prestaría para apoyar a la OPEP en cualquier acción que vaya en contra de los intereses de su poderoso aliado y vecino.
d) Omán:
Area Total: 212.460 km2
Población: 2.446.645 habitantes (estimada a Julio 1999)
Reservas de petróleo: 5000 millones
Producción de petróleo: 910.000 millones b/d
Apreciación: Es un país de condición petrolera secundaria. Su incorporación a la Organización solamente generaría la complejización innecesaria de la toma de decisiones por el aumento del número de intereses. Aun cuando Omán tiene una producción que ronda el millón de barriles diarios, eso resulta significativo a los efectos de su condición de país sumamente pequeño y que a su vez, paradójicamente, posee un ingreso per capita elevado, pero para efectos de la Organización, no puede ser asumido como un socio relevante. Por otra parte, Omán es una monarquía tribal del Medio Oriente, la cual seguramente representará un voto más a favor de los países conservadores liderizados por Arabia Saudita. Finalmente, su condición de productor marginal la obligaría a salir más temprano que tarde del cártel. No resistiría con su poca producción la política de recortes cuando le correspondiera ajustar su producción hacia la baja. Por motivos similares, salió Ecuador (Reservas: 2.115,000 millardos/Producción: 300 mil b/d aproximadamente) y Gabón (Reservas: 1,340,000 millardos/Producción: 250 mil b/d aproximadamente) del «club».
De cualquier modo, hasta ahora la discusión ha girado más bien hacia que ya la OPEP, en la actualidad, tiene muchos miembros. Se piensa que un número más reducido de miembros, formado por aquellos con verdadero peso específico en el mercado, sería mucho más efectivo para la toma de decisiones. Más actores, solamente se convertirían en una perturbación que retrasaría la toma de decisiones dentro de la Organización. De hecho, uno de los planteamientos tradicionales sobre la OPEP es una que finalmente, en la medida que se agoten las reservas de crudo de algunos de sus miembros actuales, quede prácticamente con sus socios fundadores (Arabia saudita, Irak, Kuwait, Venezuela).
Por consiguiente, se muestra como poco producente para la estrategia que debe adelantar la OPEP en el corto, mediano o largo plazo que se ocupe de asuntos que podrían desvirtuar el curso de acción que debería adoptar para sobrevivir como Organización, generar los mayores dividendos para sus socios -que no siempre habrá de ser altísimos ingresos- mientras la ventana de oportunidades del petróleo se mantenga abierta.
Las circunstancias y otros actores
Además de los países de la OPEP y los EE.UU., resulta conveniente evaluar brevemente en la coyuntura la actitud de otros actores. Se podría incluso revisarlos en términos de generalidades regionales, como podría ser el caso de la Unión Europea y la América Latina misma.
En el caso de los europeos, las desavenencias entre Caracas y Washington causadas por la visita del Presidente Chávez a Irak no levantaron ningún pronunciamiento. Se mantuvieron al margen de la controversia. Su silencio no es casual. Para países como Francia o Inglaterra, la visita de Chávez a Irak y sus denuncias sobre el embargo de la ONU a Bagdad resultan beneficiosas por el altísimo interés que tanto el gobierno de Londres como el de París, tienen de invertir en materia petrolera en ese país. Debe reconocerse que el presidente venezolano hizo al visitar sin pruritos a Saddam Hussein lo que hasta ahora, por temor a la política exterior reactiva de los EE.UU., ningún país europeo (presumidos de desarrollados) se atrevió a hacer. La ruptura de la prohibición tácita de relaciones con Saddam por mandato de la ONU (o sea EE.UU.), crea un antecedente importantísimo para que los europeos presionen en el futuro en Naciones Unidas para el levantamiento de las sanciones a Irak. De ser levantadas, no cabe la menor duda que será esta una plaza de inversiones europeas.
Para la Unión Europea sería una “bendición”, poder tener acceso a un territorio de 100 millardos de barriles en reservas probadas de crudo. Esto reduciría sustancialmente la dependencia de suministro de los socios de Washington en el Medio Oriente daría a los europeos una posición más cómoda para negociar en el futuro con quienes han considerados tradicionalmente unos socios odiosos, pero necesarios: los EE.UU.
Baste recordar, en cuanto a esta apreciación, a la Francia de Charles de Gaulle, quien siempre fue un moderado opositor al intervencionismo estadounidense en Europa y el resto del mundo. Hasta ahora, los europeos han demostrado que no son incondicionales de Washington. Su negativa a aceptar, por ejemplo, la Ley Helms-Burton así lo evidencia; pero tampoco han sido lo suficientemente contestarios como para retar la hegemonía de los EE.UU. en el Medio Oriente.
Con relación a Hispanoamérica, la postura beligerante del primer mandatario venezolana, lejos de ser recibida con euforia, ha sido más bien ignorada y en algunos casos hasta considerada como antonomasia de lo negativo o inadecuado. Todavía corre por hispanoamérica las declaraciones de Vicente Fox, Presidente de México, cuando ganó las elecciones en su país: «No seré un Chávez o un Bucarán más». He allí una muestra palmaria de la precaria valoración que algunos tienen de la conducta del Presidente venezolano.
Los principales países del Hemisferio, después de los norteños Canadá y EE.UU., no han dado acogida al discurso panamericano y antiimperialista de Chávez. Solamente el perú de Alberto Fujimori, dada su condición de gobierno de dudosísima condición democrática, se ha beneficiado del discurso chavista y del respaldo político que Hugo Chávez le dio al reconocer la forma como Fujimori se reeligió a la Presidencia de su país.
Países de significativa importancia en el hemisferio como Chile, Argentina o Brasil han sido muy cautos en sus relaciones con Venezuela y no han acogido con ningún beneplácito (al menos públicamente) la retórica incendiarias del gobierno Venezolano. Menos todavía Colombia, quien ha vivido ratos amargos con las intervenciones irregulares de Chávez en el conflicto guerrilla-gobierno de Bogotá. A los colombianos en muy poco les resulta atractivo ser identificados en ser considerados “camaradas” del gobierno venezolano de Hugo Chávez. Su estrecha y dependiente relación con Washington en poco le permite plegarse a retóricas deliberación latinoamericana con otras ideas fuera de perspectivas como una “OTAN” regional. Las relaciones de cooperación comercial que intenta adelantar el Mercosur (Chile, Argentina, Brasil y Uruguay), con el mercado del norte del continente americano, en poco se verían beneficiadas si adoptaran un modelo de política exterior parecido al de Caracas.
Por otra parte, el mensaje de los G- 8 con respecto a hispanoamérica fue bastante claro: consideramos a Brasil la potencia regional y nuestro aliado en la zona. La invitación que le dispensaran a Fernando Henrique Cardoso a la reunión de la “tercera vía” en Berlín y no a Chávez (quien también ha sido vocero de la esa propuesta en la región) fue un mensaje lo suficientemente claro de exclusión de Venezuela de un concierto global de potencias. A los europeos en mucho les ha servido hoy día la postura de Chávez hacia Irak o Libia o Irán (zonas todas de inversión petrolera europea), pero eso no implica que en el futuro Venezuela va a ha ser considerada como parte del club de amigos del G-8. Como todos los demás actores del sistema global, sacarán provecho hasta donde puedan de cualquier coyuntura.
La posible política OPEP de Venezuela
Hay que destacar, que el simple hecho de que no asistan la totalidad de los mandatarios de los países OPEP a la Cumbre –sin importar su causa-, representa una gran debilidad para el evento. Esto aun cuando los gobiernos manden “delegaciones de alto nivel”. La presencia de esas delegaciones no sustituye, en cuanto a majestad y significancia, a la presencia del jefe del Estado o soberano de cualquier país. De tal manera, que esto de la ausencia de soberanos o presidentes, automáticamente disminuye la trascendencia histórica, política y hasta petrolera de la Cumbre a los ojos del concierto internacional.
Por otra parte, la Cumbre seguramente tendrá una inconsistencia adicional en cuanto a la agenda. Hasta ahora, varios de los tópicos propuestos han sido tradicionalmente marginados por la organización por asuntos de interés estratégico de países como Arabia Saudita y el resto de los países conservadores; entre éstos se puede mencionar: creación de una universidad OPEP o, incluso, el asunto de nuevos miembros en la organización. Por otro lado, seguramente la declaración final de la reunión será de tipo general y difícilmente los árabes conservadores aprobarán pronunciamientos de naturaleza antiimperialista que pueda interpretarse en contra de los EE.UU. Además, debe sumarse a esto el clima tenso en el cual se realizará la Cumbre, el cual es producto de un manejo inadecuado de la visita del presidente Chávez a Irak y de declaraciones irresponsables como la que hizo en Libia cuando afirmó que el precio actual del petróleo es el justo. Declaración que hace en el marco de un precio del crudo que supera los USDólar 32 p/b, cuando la misma Venezuela ha promocionado dentro de la OPEP y ante el mundo la idea de las “bandas de producción” para lograr un precio que no supere los USDólar 28 p/b.
Aunque parezca paradójico, después de tantas inconsistencias, errores y manifiesta ignorancia evidenciada por el Gobierno Nacional ante la organización de la Cumbre todavía se pueden adoptar cursos de acción que permitan enmendar los desaciertos y sacarle provecho al evento OPEP. En tal sentido, la política para abordar la Cumbre podría ser:
a) No continuar haciendo declaraciones hacia actores del sistema global que tengan vinculación estrecha (y estratégica) con países de la OPEP
b) No defender ninguna causa que no sean aquellas estrictamente relacionadas con el asunto petrolero. No mezclar asuntos políticos con consideraciones económicas o técnicas.
c) Sacar de la agenda aquellos tópicos tradicionalmente rechazados por miembros de la organización y que requieren de consenso para su aprobación. Incluirlos, sería forzar a esos países a que no firmen los acuerdos o que suscriban textos ambiguos que no van a cumplir, creándole además tensiones innecesarias.
d) Impulsar el discurso de la cohesión dentro de la organización y la cooperación extra OPEP. Pero no «matar» el discurso integrador, con declaraciones incendiarias que atenten contra los intereses de socios de la organización.
e) Impulsar una declaración oficial de propósitos que recoja compromisos reales entre los miembros del cartel y no pronunciamientos de forma, fantasiosos signados por falsas lealtades. Es decir, compromisos que se firman por presiones políticas y no materializables en el tiempo dado los intereses reales de sus signatarios. Resulta preferible que se llegue a acuerdos reales sobre un solo aspecto, y no ha unos incumplibles en numerosos tópicos.
Finalmente, la Cumbre —aunque realmente innecesaria su convocatoria porque no existen, en la actualidad, inconvenientes en el mercado mundial o proyectos que no pudieran ser tocados y resueltos en conferencias ordinarias—, resulta un verdadero compromiso para el gobierno de Chávez. Ya que el evento fue convocado, el Gobierno nacional debería actuar racionalmente —no pasionalmente— para obtener de él el mayor provecho real posible. Está Cumbre, según la maneje Venezuela podría llagar a ser sumamente intrascendental, aunque en el algunos aspecto puede llegar a ser muy polémica.
Los resultados positivos de la reunión de la OPEP en Caracas, tienen que ser medidos en función de los dividendos que arroje en el plano petrolero no en las ganancias políticas del Gobierno Nacional. La cumbre podría ayudar a impulsar a la Organización o generar mayores divisiones y recelos, especialmente hacia Venezuela.
Por ello, el Presidente Chávez tiene un gran reto, el de impulsar el liderazgo venezolano sobre la base del discurso cohesionador, integrador, cooperativo y, sobre todo, conciliador de los intereses encontrados que existen históricamente en el seno del cártel. Cometer los mismos desatinos que durante la gira invitacional, podría representar “una condena a muerte” de la organización y no el hecho de bajar los precios como lo manifestó a su llegada a Nigeria (15-08-2000).
El reto, Presidente Chávez, es conciliar, repito, tantos intereses encontrados en la Organización sin que ningún actor OPEP o extra OPEP altamente vinculado al organismo, se sienta amenazado.
Milko Luis González: Internacionalista, estudios de posgrado en hidrocarburos, Profesor de la cátedra de Petróleo y Geopolítica del Medio Oriente, Escuela de Sociología/FACES/UCV, investigador petrolero IIES/FACES/UCV. (%=Link(«mailto:[email protected]»,»[email protected]»)%)
(1) Fuentes de datos estadísticos: Boletín Estadístico de la British petroleum-Amoco, Junio 2000 / Central Intelligence Agency (CIA), 2000.
(2) Copyright Milko Luis González 2000.