La improvisación como forma de gobierno
Cuando grupos políticos ideologizados, así lo sean sólo superficialmente, toman el poder, creen que para gobernar solo basta aplicar el decálogo de la doctrina que los justifica.
Eso fue lo que ocurrió en la URSS, cuando los bolcheviques dieron el golpe de Estado e impusieron la dictadura comunista. Como Lenín se dio cuenta de la torta económica que estaban poniendo, trató de dar un giro con la NEP (Nueva Política Económica) pero, al sucederlo Stalin, cavó a la fosa al destinar todo el esfuerzo económico a fortalecer la industria bélica, descuidando la necesaria diversificación de la economía. Igual rumbo tomó Mao en China, produciendo uno de los mayores desastres humanitarios de la historia, que fue corregido por Ten Tsiao Ping, cuya reorientación estaba basada en la tesis de que no le importaba si el gato era blanco o negro, mientras cazara ratones. Ese viraje en la conducción económica condujo a China en convertirse en la segunda potencia mundial.
La senda del fracaso, es decir, seguir los lineamientos del estalinismo, fue la adoptada por Fidel Castro, que ha llevado a Cuba al desastre económico que sufre hoy en día. Lo grave es que, en la supina ignorancia económica que ha prevalecido durante los 20 años del chavismo, la línea que sus supuestos líderes siguieron fue la inspirada por Castro, de la que hoy estamos contemplando los resultados, llevados a cabo con especial diligencia por el gran sepulturero Nicolas Maduro.
