Economía

La dolarización como solución a todos los problemas

Cada cierto tiempo se repite en América Latina e incluso en Venezuela, propuestas como la Caja de Conversión y la Dolarización. En esta oportunidad el país que pretende aplicar esta última es Ecuador. La razón por la que se menciona es bastante obvia: ante una situación económica precaria que continúa agravándose se busca una solución milagrosa que arregle como por arte de magia el problema. Sin embargo, en economía los “milagros” no existen. Cuando se oye hablar de milagros generalmente se está observando el resultado final de un proceso que ha exigido trabajo y sacrificios, porque la bonanza económica no es producto de la casualidad, por lo menos no aquella que se mantiene en el tiempo. Baste ver lo ocurrido en las economía del sureste asiática. Muchos de los detractores de las políticas neoliberales y más específicamente, del libre comercio, encontraron en la Crisis Asiática el argumento para asegurar que su posición era la correcta. En cambio, esos países en menos de dos años retomaron la senda del crecimiento económico, mientras que países como Venezuela, atados a creencias que favorecen el proteccionismo, llevan décadas en una continua crisis, que si bien tiene leves recuperaciones, estas son siempre menores que las recaídas.

De esta forma existen argumentos para pensar que la solución de los problemas de Ecuador no está en tomar como moneda el dólar. Si se observa lo ocurrido en Argentina, que no ha llegado aún a la dolarización sino que se encuentra en el paso previo que es la Caja de Conversión, se encuentran tanto aspectos positivos como negativos. Uno de los logros más obvios fue la caída abrupta de la inflación. De tener cifras astronómicas de 20.000% de inflación en un solo año pasó a una situación de prácticamente cero inflación. Esto permite que exista más estabilidad en la economía y que disminuya el riesgo para la inversión, ya que elimina uno de los componentes de este que es el riesgo cambiario. Pero consigo ha traído también niveles altos de desempleo, consecuencia de una baja en el producto interno bruto, y una sobrevaluación mantenida en el tiempo ya que el monto acumulado en los primeros meses de la puesta en funcionamiento de la Caja de Conversión, porque los precios no dejaron de crecer inmediatamente, han hecho que Argentina sea el país más caro del continente y le ha creado problemas de balanza comercial. El costo de la Caja de Conversión ha sido muy alto tanto en términos económicos como sociales, y sus frutos tardarán algún tiempo en obtenerse. Se mantiene porque el costo de salir del sistema es mayor. En la medida que la economía argentina crezca, en esa medida disminuirá la sobrevaluación y aumentará el bienestar de la población. Es importante notar que Argentina lleva ya varios años en este proceso y sus resultados aún requieren tiempo.

El caso de Ecuador es menos optimista. Por un lado su economía no sólo es más pequeña, sino que depende de materias primas, especialmente el petróleo, cuyo precio fluctúa significativamente a través del tiempo. De esta forma cualquier alza de los precios del petróleo implicarán un aumento en la masa monetaria, mientras que cualquier caída implicará una baja en ella, con una economía inestable como consecuencia directa. Incluso si los precios de los camarones y el banano, sus otros principales productos de exportación, tienen un comportamiento inverso en el precio, la economía ecuatoriana tendría grandes fluctuaciones. Si a ello agregamos que hace poco padecieron una crisis bancaria que aún sufren los ecuatorianos (los depósitos superiores a US$4.000 estarán congelados por lo menos durante siete años al 7% de interés – en un país donde la inflación en 1999 fue del 60%), la desaparición del Banco Central implica que no habrá prestamista de última instancia para el sistema financiero.

La dolarización fue recibida, en términos generales, como positiva por parte de los inversionistas, pero para tenga resultados positivos sostenibles en el largo plazo no puede ser una medida aislada y solitaria, sino que debe estar enmarcada en todo un plan destinado a encaminar al Ecuador por la vía del crecimiento sostenido en el largo plazo. Además, al tomar una decisión de este tipo se debe tomar conciencia de sus ventajas y desventajas y actuar en consecuencia, a sabiendas que sus frutos tardarán varios años en ser cosechados. Sin embargo el pueblo ecuatoriano parece haber padecido suficiente en los últimos años y estar poco dispuesto a no mejorar sus condiciones en forma rápida. Las exigencias de renuncia del Presidente de la República por parte de grupos indígenas y campesinos, las constantes huelgas y la percepción negativa en general, parecen ser poco alentadores en la esperanza de un final feliz. Es posible que este no sea aún el capítulo final de esta historia.

La dolarización como solución a todos los problemas

Cada cierto tiempo se repite en América Latina e incluso en Venezuela, propuestas como la Caja de Conversión y la Dolarización. En esta oportunidad el país que pretende aplicar esta última es Ecuador. La razón por la que se menciona es bastante obvia: ante una situación económica precaria que continúa agravándose se busca una solución milagrosa que arregle como por arte de magia el problema. Sin embargo en economía los “milagros” no existen. Cuando se oye hablar de milagros generalmente se está observando el resultado final de un proceso que ha exigido trabajo y sacrificios, porque la bonanza económica no es producto de la casualidad, por lo menos no aquella que se mantiene en el tiempo. Baste ver lo ocurrido en las economía del sureste asiática. Muchos de los detractores de las políticas neoliberales y más específicamente, del libre comercio, encontraron en la Crisis Asiática el argumento para asegurar que su posición era la correcta. En cambio, esos países en menos de dos años retomaron la senda del crecimiento económico, mientras que países como Venezuela, atados a creencias que favorecen el proteccionismo, llevan décadas en una continua crisis, que si bien tiene leves recuperaciones, estas son siempre menores que las recaídas.

De esta forma existen argumentos para pensar que la solución de los problemas de Ecuador no está en tomar como moneda el dólar. Si se observa lo ocurrido en Argentina, que no ha llegado aún a la dolarización sino que se encuentra en el paso previo que es la Caja de Conversión, se encuentran tanto aspectos positivos como negativos. Uno de los logros más obvios fue la caída abrupta de la inflación. De tener cifras astronómicas de 20.000% de inflación en un solo año pasó a una situación de prácticamente cero inflación. Esto permite que exista más estabilidad en la economía y que disminuya el riesgo para la inversión, ya que elimina uno de los componentes de este que es el riesgo cambiario. Pero consigo ha traído también niveles altos de desempleo, consecuencia de una baja en el producto interno bruto, y una sobrevaluación mantenida en el tiempo ya que el monto acumulado en los primeros meses de la puesta en funcionamiento de la Caja de Conversión, porque los precios no dejaron de crecer inmediatamente, han hecho que Argentina sea el país más caro del continente y le ha creado problemas de balanza comercial. El costo de la Caja de Conversión ha sido muy alto tanto en términos económicos como sociales, y sus frutos tardarán algún tiempo en obtenerse. Se mantiene porque el costo de salir del sistema es mayor. En la medida que la economía argentina crezca, en esa medida disminuirá la sobrevaluación y aumentará el bienestar de la población. Es importante notar que Argentina lleva ya varios años en este proceso y sus resultados aún requieren tiempo.

El caso de Ecuador es menos optimista. Por un lado su economía no sólo es más pequeña, sino que depende de materias primas, especialmente el petróleo, cuyo precio fluctúa significativamente a través del tiempo. De esta forma cualquier alza de los precios del petróleo implicarán un aumento en la masa monetaria, mientras que cualquier caída implicará una baja en ella, con una economía inestable como consecuencia directa. Incluso si los precios de los camarones y el banano, sus otros principales productos de exportación, tienen un comportamiento inverso en el precio, la economía ecuatoriana tendría grandes fluctuaciones. Si a ello agregamos que hace poco padecieron una crisis bancaria que aún sufren los ecuatorianos (los depósitos superiores a US$4.000 estarán congelados por lo menos durante siete años al 7% de interés – en un país donde la inflación en 1999 fue del 60%), la desaparición del Banco Central implica que no habrá prestamista de última instancia para el sistema financiero.

La dolarización fue recibida, en términos generales, como positiva por parte de los inversionistas, pero para tenga resultados positivos sostenibles en el largo plazo no puede ser una medida aislada y solitaria, sino que debe estar enmarcada en todo un plan destinado a encaminar al Ecuador por la vía del crecimiento sostenido en el largo plazo. Además, al tomar una decisión de este tipo se debe tomar conciencia de sus ventajas y desventajas y actuar en consecuencia, a sabiendas que sus frutos tardarán varios años en ser cosechados. Sin embargo el pueblo ecuatoriano parece haber padecido suficiente en los últimos años y estar poco dispuesto a no mejorar sus condiciones en forma rápida. Las exigencias de renuncia del Presidente de la República por parte de grupos indígenas y campesinos, las constantes huelgas y la percepción negativa en general, parecen ser poco alentadores en la esperanza de un final feliz. Es posible que este no sea aún el capítulo final de esta historia.

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