Argentina y Venezuela: Las dos caras de la misma moneda
1. Los orígenes de la crisis fiscal: Argentina y Venezuela
La renuncia del Presidente De la Rúa en días pasados, muestra la cruda relación entre la política y el gasto del Estado, entre el costo de esta y los intereses corporativos de sectores políticos y los límites del endeudamiento público. Por razones que son en extremo aparentes, los gobiernos enfrentan una amarga aritmética que define y determina los limites y las fronteras del gasto público. La violación de esos límites objetivos entre ingresos fiscales y gasto público, la pagan los ciudadanos con inflación o con más impuestos, mayor contracción económica; en otras palabras con desempleo y crecimiento de los niveles de pobreza. Es lo que ha ocurrido en Argentina en los últimos anos, y se perfila en Venezuela si el gobierno venezolano al ver las bardas de su vecino arder no coloca las suyas en remojo. De hecho el problema fiscal venezolano es de mayor gravedad que el argentino, particularmente en períodos de recesión global con baja demanda de energía, aunado al factor político que emerge de la voracidad fiscal y escasa voluntad de controlabilidad que muestra la actual dirigencia política, cuya insensatez y poco dominio de la materia económica hizo que el gasto del Estado fuese hoy – paradójicamente contrario al discurso presidencial- aun más dependiente del petróleo.
a. En Venezuela: bardas en remojo
El paralelismo en ambas situaciones fiscales es patético, porque las irresponsabilidades fiscales cometidas en Venezuela en los últimos anos en cuanto al crecimiento de la deuda pública –interna-, pese al boom petrolero, parecieran conducir al explosivo escenario argentino. Acá como allá, el violento crecimiento de la deuda pública interna – en más del 300 % en dos años para alcanzar unos $ 15 mil millones; lo que en términos de carga fiscal significa crecer de un 4.5% del PIB hasta convertirse hoy en 14% del PIB!!!; cerca del 80% de la deuda pública externa.
El enorme crecimiento de la deuda interna tenderá a colapsar el sistema financiero en virtud de los evidentes peligros de un gobierno tentado a licuar su deuda. Ese masivo endeudamiento privado y el escaso recato fiscal para violar las aritméticas fiscales desplaza cuantiosos recursos financieros de la inversión productiva privada –ahorro de la gente- al gobierno – crowding out- al adquirir bonos públicos. Esos fondos, una vez devueltos al mercado buscarán mejores oportunidades y entornos más seguros convertidos en salidas de capitales, proceso este que ha estado atemperado por los grandes riesgos políticos de una revolución que hoy define claramente una neta influencia comunista y que en lo económico ya muestra signos de desinversión y descapitalización del sector privado que hace inestable la actual ecuación política.
La deuda interna acumulada exige hoy un servicio en intereses y capital mayor al de la deuda externa, con lo cual el régimen pierde una bandera política respecto de su campaña por demonizar la deuda externa. El gobierno del Presidente Chávez al triplicar la deuda interna en apenas dos anos, coloca a las finanzas públicas venezolana un entorno de insostenibilidad, apuntalado por la misma Ley del Presupuesto del añoo 2002, cuyo patrón de ingresos emerge de indicadores y supuestos petroleros y no petroleros no creíbles.
De allí las exigencias por nuevos endeudamientos para sostener gasto corriente contenidas en ese Presupuesto. La devaluación de los bonos venezolanos en el mercado internacional y la presión al alza en las tasas de interés en el mercado local que impone las exigencias financieras por nueva deuda, muestra la percepción de los agentes frente a las posibilidades cada vez más reales de un potencial default o moratoria de pagos por parte del gobierno nacional. Políticamente hablando, la moratoria declarada por Argentina se convertirá en un mal ejemplo y peor precedente en los mercados para estas economías sedientas de capital, y augura un futuro oscuro en cuanto a la obtención de inversión extranjera para el crecimiento económico.
b. En Argentina
La crisis fiscal Argentina es la responsable de la intensa contracción económica y el crecimiento del desempleo de los últimos dos años. En ese sentido hay que acotar que, en primer lugar, la irresponsabilidad fiscal que caracterizó al segundo período de gobierno del Presidente Menem, donde en coalición con la clientela política del Partido Justicialista se incrementó el gasto público federal más allá de la amarga aritmética, induciendo a los mandarines peronistas gobernadores de las provincias a hacer lo mismo, en un esquema político que asemejaba un bail out fiscal de una circunstancia política para la obtención de un nuevo período constitucional. El incremento del gasto público sería financiado con el masivo crecimiento de la deuda pública cuyos volúmenes se incrementaron más del 50% en apenas cinco años.
En segundo lugar, su sucesor, el Presidente de la Rúa, quien careció del liderazgo y la voluntad política necesaria para reducir el gasto en las magnitudes requeridas durante sus dos años en el poder 2000 –2001, llega al poder con récipe tributario dirigido a paliar parcialmente los apuros fiscales. La reacción de los mercados no se dejó esperar, la economía menguada por la sucesión de shocks externos, se contrajo de inmediato ante la perspectiva de mayores y nuevos impuestos, en un país donde la carga tributaria esta directamente relacionada con el costo de la política.
2. La vorágine del endeudamiento interno
El endeudamiento público a nivel federal creció en más del 50% entre 1996 y el 2001, comportamiento que fue emulado por los gobiernos provinciales, pero a una mayor proporción (76%). De esa manera se establecía un masivo efecto crowding out del dinero –ahorro- de la gente, para sostener la costosa maquinaria estatal Argentina.
Este insostenible endeudamiento alarmó a acreedores y a inversionistas, quienes al extraer sus capitales por el impacto recesivo – por el masivo crowding out- que tendría el incremento de la deuda pública interna provocaron un alza en las tasas de interés, la cual extendió la contracción económica cuyos prolegómenos podríamos situar por el shock negativo producido por las crisis Asiática y Rusa y posteriormente por la devaluación brasileña de principios de 1999.
La situación fiscal se agravó de tal manera que a mediados del 2001 la deuda pública se hizo claramente impagable, con lo cual el crédito externo se interrumpió abruptamente, forzando de inmediato a un gran sacrificio político para balancear el presupuesto del 2001 que aún no ha ocurrido en la magnitud que se requiere, y que los políticos no desean, a juzgar por las declaraciones del nuevo Presidente interino, quien prefirió acudir al viejo récipe de los mandarines peronistas que ya dirigen el rumbo por la los caminos de la hiperinflación; en un largo viaje de diez años de la hiperinflación a la hipercontracción para ir de nuevo a la hiperinflación una vez que la regla cambiaria de la convertibilidad sea modificada.
El equilibrio fiscal es una necesidad inminente al menos que se decida devaluar dado que las fuentes de crédito interna ya no producen la liquidez necesaria para correr un déficit fiscal y unas finanzas insostenibles, y si el nuevo gobierno decide inyectar dinero en la economía, la única forma de inyectar dinero es por vía inflacionaria, lo que requerirá un cambio constitucional que tendrá obligatoriamente un costo político que aún no se sabe si los peronistas estarían dispuestos a pagar, con lo cual estarían tomando la misma medicina que hicieron tomar al ex-presidente De la Rúa.
En esas condiciones sin el sacrificio fiscal requerido, la asistencia financiera multilateral (FMI, BID) será menos que imposible. Las cosas habían cambiado en el rol de los multilaterales y el exigido bail out por parte del ex ministro Cavallo como se conoce, se hizo imposible. Obviamente los lideres políticos de Argentina, el gobierno de la De la Rúa y los mandarines peronistas se negaron a hacer la tarea, como por cierto lo había pedido Aznar, un aparente mediador entre Argentina y USA.
Buscando remediar la deteriorada situación política el presidente interino anuncia que Argentina suspende por tiempo indeterminado el servicio de la deuda pública, para utilizar esos fondos para el financiamiento de programas sociales de la emergencia; de la misma manera anunció que el esquema de la convertibilidad sería mantenido, y que no habría devaluación, con lo cual y como broche de oro anunció un vasto programa de austeridad para reducir burocracia y el gasto federal.
3. Cuánta culpa tiene la caja de conversión
El equilibrio fiscal de inicios de los 90 permitió que la convertibilidad operara con éxito durante ese largo período desde 1992 hasta 1996 cuando el equilibrio fiscal (incluso que no cuenta el rédito de privatizar activos públicos) era positivo (1993) o a lo sumo un déficit entre el 1% – 2% del PIB durante el resto del primer período de Menem hasta 1996. Como es sabido bajo el régimen de la convertibilidad el gobierno no puede imprimir dinero para financiar su déficit o expandir el gasto público; una vieja tradición argentina que remonta casi a los 100 años.
Sin embargo, los políticos argentinos si bien detuvieron la impresión de dinero para financiar el gasto publico, no apagaron el multígrafo que imprime los bonos de la deuda publica interna, y es este precisamente, el componente fundamental del endeudamiento acusado durante el segundo periodo de Menem, quien gustosamente y para obtener la nominación y posteriormente la reelección compró el triunfo político acordando con los mandarines peronistas y la izquierda Argentina una expansión del gasto devolviendo así el favor político recibido que lo reeligió en 1995.
Así se financió la expansión del gasto creando una severa inconsistencia entre la desaceleración del crecimiento económico producido por los shocks externos y el crecimiento de la deuda que por otro lado desplazaba fondos para ser gastados por el gobierno. Por supuesto que el endeudamiento masivo tiene límites obvios, de allí la necesidad de balancear el presupuesto del 2002. La regla fiscal de sostenibilidad de las finanzas públicas determinada por el crecimiento de la economía y el costo del endeudamiento publico fue absolutamente violada desde 1996 y es la verdadera raíz del problema económico y político argentino. El problema es fiscal, no es monetario.
4. ¿Cuán sobrevaluado está el peso Argentino?
Durante 1991-95 la oferta de reservas superaba la demanda de dólares. Ello indujo al Banco Central a comprar esos dólares a la tasa vigente del arreglo monetario de la convertibilidad ( 98 y 99 cts. por dólar) para evitar la sobrevaluación del peso, lo que además permitió expandir reservas y proveer dinero y liquidez a la economía para financiar su crecimiento económico, que en esos anos promediaba el 8 % interanual. Mas allá durante el segundo periodo 1996-2000 no se registra presión contra el peso y la convertibilidad operaba normalmente, pese a que la fiesta del endeudamiento publico había comenzado en 1995.
La prueba de esta afirmación se refleja en la posición de depósitos del público en el sistema financiero y que tenia su contraparte en el nivel de reservas internacionales que sostenía el esquema de convertibilidad. De hecho el crecimiento de las exportaciones en ese periodo refrendaba este comportamiento monetario y financiero. Así, la balanza comercial con el Brasil seguía siendo positiva para la Argentina inclusive después de la devaluación del real brasileño en enero de 1999; por cierto que la balanza comercial global de Argentina ha sido (y sigue siendo) positivo en los últimos anos, era negativa, según lo esperado, cuando el capital extranjero fluía hacia adentro y la economía crecía.
a. La balanza comercial
Las exportaciones han mantenido su crecimiento inclusive durante la actual recesión, mientras que las importaciones han caído en concordancia con la depresión de estos dos últimos anos, creándose un superávit en la balanza comercial (cerca de $5 mil millones por año con exportaciones de $26 mil millones) a pesar de la devaluación brasileña y del dólar euro (o fuerte débil). Los precios internos al por mayor y al consumo han estado bajando, colocándolos por debajo de los precios en el mercado internacional ininterrumpidamente desde 1995, situación esta que niega sistemáticamente la tesis de la sobrevaluación del peso. En términos de paridad de poder de compra, se debe aclarar que los precios internos están alineados con los precios en el mercado internacional –tanto en el mercado del dólar como del Euro. En ese sentido apuntan las estimaciones del Banco Mundial. Algunos números de la composición de las exportaciones argentinas en los últimos años muestran esa relación de precios y muy dificilmente sustentan la tesis de la sobrevaluacion del peso argentino.
Exportaciones ……………………….1993 —— 2000 ——- %
Agropecuarias –primarios………..3.270,9 — 5.427,9—– 65,9
Agroindustriales procesados……4.970,5 — 7.848,2 —– 57,9
Carnes………………………………….748,2—- 4.222,3 —– 464,3
Otros……………………………………789,8 — 7.058,4 ——-793,7
Industria manufacturera………….3.678,9 — 8.195,8 ——122,8
Hidrocarburos y energía………….1.348,6 —- 4.937,6 — 266,1
TOTAL…………………………………..13.268,9 26.409,5 — 99,0
Fuente: MECON
b. Devaluar para extraer renta
Sin embargo, la presión política sobre el régimen de convertibilidad busca una redistribución y captura de renta por vía de una devaluación – particularmente por parte de los sectores industriales, base electoral del peronismo de ahora- que reduciría drásticamente el salario real de la gente y aria inviable el servicio de la deuda privada. Ello ha colocado al gobierno frente a un falso dilema: devaluar o no devaluar. En esencia las presiones políticas y los favores que deba pagar la nueva coalición de gobierno habla claramente que un cambio del régimen monetario dirigido a inyectar liquidez en la economía pasa por la creación de dinero para el financiamiento del déficit fiscal y llevaría a Argentina por los “viejos” caminos de la inflación, con lo cual la ruta convergería de la hiperdepresión a la hiperinflación nuevamente.
c. El peligro de la inflación y el falso dilema
De esta manera el gobierno vería cumplir su promesa de inyectar dinero líquido a la economía; quizás demasiado líquido; es decir, inflacionario. Ese seria el camino de un shock inflacionario que lejos de estimular la economía para la creación de empleos pondría mayor fuerza en la contracción económica. Quizás el “único” estimulo en esa tesis de liberar y colocar en flotación el peso, sea la disminución de valor real de la deuda del gobierno –licuarla- y con ello facilitar el pago del gasto corriente que ahora ha sido exigido para programas de creación de empleo por parte del gobierno interino. No hay que olvidar que la devaluación podría intensificar el proceso de desmonetización – léase dolarización- fenómeno este que ha estado presente desde finales del segundo periodo de Menen.
La circularidad acotada se conoce sobreviene del colosal aumento del endeudamiento publico –federal- de 90 mil millones de dólares a finales de 1995 a $132 mil millones hacia finales de este ano, a los cuales hay que agregar el endeudamiento de las provincias que se extiende hasta los $27 mil millones de dólares. En total ello significa un crecimiento de la deuda pública, particularmente interna, en mas del 50%, con lo cual la deuda pública total alcanza el 50% en términos del PIB, una magnitud si se quiere no muy grande en función del tamaño de la economía Argentina, por debajo del 60% permitido en Europa bajo el tratado de Maastricht.
d. El canje de deuda y la insolvencia financiera
Sin embargo la distribución y madurez de esa deuda la hace inviable financieramente ya que los pagos de capital en los próximos cuatro anos y a las tasas de interés que hoy se registran, generan un impacto fiscal en las actuales condiciones de contracción económica. A esa realidad financiera respondió el conocido canje impuesto por Caballo hacia finales del tercer trimestre de este ano, canje que fue dirigido a afectar el perfil de vencimientos y extender hacia el futuro el repago del capital de la deuda vencida. Así el canje al disminuir los intereses reduciría el servicio en estos primeros anos – en unos 6 mil millones de dólares por ano- y enviando el capital a una madurez extendida en el tiempo.
Hasta acá estos malabarismos financieros no tendrían mayor problema si los intereses se reducen y el costo del dinero permite reactivar el aparato productivo, pero se sabe que el corazón de ese ajuste fiscal era el recorte del gasto de las provincias, principalmente gobernadas por los mandarines peronistas, quienes ya sabe no tenían el menor intención de recortar el gasto público en las provincias, donde sus economías “dependen: críticamente del gasto público. Una situación similar a la que ocurre en Venezuela y que entre otros coloca a este país en las condiciones que condujeron e Argentina a la renuncia del gobierno de De la Rúa. Hay que destacar el canje forzado a tasas de interés muy por debajo de lo que macaban los mercados, era en los hechos un default técnico.
5. QUE DEBE HACER EL FMI
El Ministro de Economía de Perú culpó al FMI de lo ocurrido en Argentina, lo cual devela a los entendidos por las dificultades fiscales que atraviesa el gobierno de Toledo, de allí que la declaración de Kuzinsky parecía indicar mas una intención e colocar sus barbas en remojo. Las condiciones financieras internacionales han cambiado drásticamente por la esperada Recesion global, de allí que la actitud del FMI era en cierto modo lógica aunque en contra de su tradicional rol de bombero, muy recordado por los bail out en Asia, Rusia y Brasil entre 1997 y 1999.
Para infortunio del gobierno de De la Rua este no podría obtener las reservas que requería sin antes hacer los deberes, como bien lo apunto Aznar a su salida de a reunión que recientemente estuviera con el Presidente Busch.
Las culpas son exclusivamente de los políticos argentinos que no supieron enfrentar la caída de la actividad económica en estos años, cuya actitud fue claramente entendida por los argentinos que prefirieron colocar sus ahorros en mercados menos riesgosos y seguros. Un nuevo paralelo emerge acá en Venezuela, porque las salidas de capitales en los últimos tres años, ha debilitado la base de ahorro nacional y achicado la posibilidad de colocar nuevas deudas internas –DPN- y que en el 2002 podría explotar dado el enorme hueco fiscal que el gobierno prepara para financiar con emisión de bonos como lo hicieron los políticos argentinos en los últimos dos años. Si alguna culpa tiene el FMI fue en permitir el colosal endeudamiento interno promovido por Menen en oportunidad de pagar favores recibidos por su reelección en 1996.
En este mismo sentido no hay olvidar las amenazas redistributivas por nuevos impuestos al ascender De la Rúa al poder en 1999 con el objeto de financiar su insostenible déficit fiscal. Esta medida de nuevos impuestos reforzó las salidas de capitales creando un entorno económico menos activo y contractivo.