Economía

La situación fiscal del 2002: la prueba del acido

1. Se acaban los reales y la grasa del discurso populista

La economía venezolana después de dos años de mediocre crecimiento económico, con un crecimiento percapita prácticamente estancado y de un intenso proceso de destrucción de instituciones con un régimen autoritario de reconstrucción institucional, de leyes y códigos, y en general de políticas públicas de fuerte influencia estatista, y de la desaparición de unos 500 mil puestos de empleo formales, de esos que la gente prefiere, con quince y último, entra en nuevo periodo contractivo.

Este dinámica económica de bajo crecimiento y estancamiento del ingreso percapita, esta vez, ha sido inducido más por los errores y desaciertos en materia de política económica y mal diseño de políticas públicas – además de una errada economía política contra natura y antimercado – acumulados por la administración del (%=Link(«http://analitica.com/bitblioteca/hchavez/default.asp»,»Presidente Chávez»)%) en estos dos anos y medio, antes que por el impacto negativo que en nuestra economía pueda tener la recesión global.

El shock negativo que sobre la economía tendrá la caída de la demanda por materias primas –petróleo, y otros- será más intenso en virtud del cultivo y agravamiento – y por la presente administración del Presidente Chávez- de los factores que hacen débil a la economía venezolana y que afloran cíclicamente cuando languidece cada boom petrolero. Esto ahora se une al hecho de que la revolución voló los puentes que sólo por instinto y sin mucha sabiduría económica hay que mantener viables en la medida en que la economía entra en un curso de los llamados déficits gemelos, un enorme déficit en balanza de pagos conjugado con un colosal déficit fiscal para el 2002.

Uno desea que los asesores económicos del Presidente, aunque embutidos en ideologías y paradigmas económicos no validos sean capaces de adelantarle al Presidente que la situación fiscal del 2002, requerirá dos manos y buenas relaciones económicas internacionales, menos lengua y más sustancia.

2. La gente no encontrara los puestos de empleo que requiere

El débil ritmo de actividad económica que se espera para el 2002 causará y se retroalimentará de una caída del consumo y una escasa inversión privada, proceso este, catalizado por el entorno de desconfianza que emana de la inestabilidad política e institucional de elevados costos de transacción de modo similar al experimentado en los últimos tres anos. El impacto financiero se presentara con mayor presión al alza en las tasas de interés que seguirá a la escasez de dinero, fenómeno este producido por un considerable déficit en balanza de pagos y un gasto publico eventualmente en contracción, sobre la base que la voracidad fiscal del gobierno lo lleve a doblar el ritmo de endeudamiento interno.

Esta ha sido la restricción financiera que ha prevalecido en estos tres anos de un mercado financiero externo que continuara cerrado por el elevado riesgo político que emana la revolución bolivariana. Una combinación de crowding out o desplazamiento de la escasa inversión privada hacia la compra de títulos públicos, con lo cual el ahorro privado seguiría siendo utilizado por el Estado de la manera ineficiente que se conoce, pero al costo de un elevado precio del dinero, que más temprano que tarde afectara la viabilidad fiscal del estado.

En esas circunstancias, y con escasas fuerzas para crecer, no se producirán los empleos que la gente demanda, acotando que para «crear» 250 mil puestos de empleo formales – apenas para la mitad de los jóvenes que ingresan al mercado laboral cada ano- se requiere una inversión privada de 12 – 14% del PIB co una economía creciendo al 6% anual. En ese particular la insatisfacción social por la carencia de empleos reproducirá de manera viciosa el clima de inestabilidad política, y en ese orden, se estará afectando el clima de negocios.

3. Se puede encender la licuadora: control de tasas y de cambio

De hecho las posibilidades de un empuje contracícilico por parte del gasto público no será factible dado que el gasto público que pudiera dirigirse a este empuje, disminuirá relativamente porque el gobierno al no ejecutar la tarea -de acuerdo a elementales criterios económicos y financieros- de reestructuración de la deuda externa durante el boom petrolero provocara severas restricciones fiscales que exigirán inevitablemente reducir el gasto si no se desea colocar en peligro la capacidad de pagos de la deuda pública interna y externa. Un caso extremo de mal manejo y despilfarro en materia de pasivos del Estado.

En ese sentido es pertinente acotar, ante las dificultades políticas de un gobierno para crear un entorno de austeridad fiscal, la presencia de incentivos para licuar la deuda pública interna, lo cual es una vieja costumbre que pasa por un ciclo perverso de control de cambio, caída de las tasas de interés, cierre de la economía y eliminación posterior de los controles por maxidevaluación y grandes ganancias fiscales para el gobierno e inflación y caída del salario real para la gente.

En este campo, sin embargo, los limites de la maniobra están determinados por las ganancias cambiarias del (%=Link(«http://www.bcv.org.ve/»,»BCV»)%) que le da al fisco la depreciación de la moneda en la pendiente de la banda, y la tentación de devaluar más intensamente el tipo de cambio – inclinar la pendiente de la banda o aumentar el spread de depreciación del régimen de bandapeg existente- para incrementar el impuesto inflacionario – más bolívares inflacionarios para el fisco- y de esta manera vender la ilusión de una reducción de la brecha fiscal. Por ese camino nos estaríamos tomando, también el gobierno, la misma medicina amarga de un programa de ajuste fiscal tipo (%=Link(«http://www.imf.org/»,»FMI»)%), pero en «revolución».

4. La tarea no cumplida y la exacerbación del riesgo

La reestructuración de la deuda externa para acomodar el perfil de sus pagos –capital e intereses- no se hizo porque la revolución ha exacerbado el riesgo político venezolano, contribuyendo con ello al agravamiento de las necesidades fiscales, que impedirá además, financiar el discurso redistributivo del gobierno. En manejo de activos y pasivos hay un caso patético de irresponsabilidad fiscal extrema que exige controlabilidad y castigo administrativo.

La restricción financiera externa por el elevado riesgo revolucionario se financio «canjeando» financiamiento externo, usualmente más barato, por costoso endeudamiento interno, así, se disminuyo deuda externa, pero se triplico interna, lo que incremento la deuda pública total y el servicio en intereses.

Esas costosas operaciones financieras en estos anos han debilitado considerablemente la capacidad de servicio de la deuda pública porque esas deudas implican un servicio por intereses tres veces mayor que lo que hubiera costado el endeudamiento externo, por supuesto, si la revolución no hubiese exacerbado el riesgo. A ese contrasentido de finanzas elementales se suma el costo de oportunidad causado por «ahorrar» fondos al 3% de interés (FIEM) y contraer deudas por 13-15% en términos de dólares.

5. Los costos de la revolución y la irresponsabilidad fiscal

Esa delicada e insostenible situación fiscal obligara al gobierno a asumir austeridad en el gasto publico, con lo cual se retorna al esquema regresivo de hundirnos en la contracción económica más allá del impacto negativo de la recesión global, lo que traerá inestabilidad dado que el encendido verbo populista redistributivo no tendrá grasa para «mitigar» el explosivo tejido social, que en estos dos anos, engrasó la renta petrolera.

Si la economía petrolera actuase indiferente a lo que ocurre con el petróleo, se podría esperar compensación parcial del ingreso petrolero caído, pero desafortunadamente la revolución coadyuvo la informalización de la economía y con ello la caída del ingreso tributario no petrolero, la discrecionalidad en materia de políticas públicas, el debilitamiento de los derechos de propiedad, y el creciente intervencionismo del estado y menos mercado que lustran las leyes que va produciendo la nueva fabrica de leyes: leyes habilitante.

Este esquema legislativo autoritario y carente de eficiencia como marco de diseño y elaboración de políticas públicas, aunque no nuevo, por cierto, introduce ruido en las leyes que rigen y regulan la economía, ya que la discrecionalidad con que se legisla por ley Habilitante y por el sesgo anticapitalista y antimercado de la propia constitución y del credo ideológico de los gobernantes de ahora crean un entorno poco amigable a la inversión de la gente, a una economía racional, y aún proceso lógico de asignación de recursos, con lo cual se sacrifica en eficiencia económica para promover voluntarismo redistributivo.

6. Instituciones que restringen la inversión privada: el infierno de Dante

La escasa inversión privada de estos anos, y que se espera en los próximos tampoco se estimulará tiene su origen en los mecanismos antimercado de la legislación curso, particularmente la ley de tierras, de las leyes sociales, la reforma laboral, y la ley de hidrocarburos, donde e se restringen y limitan severamente la inversión de la gente en esos ejes básicos de una economía como la venezolana. La contabilidad de los costos de transacción que generan estas políticas públicas es una tarea importante para que la historia conozca los costos económicos y sociales que causo la revolución bolivariana.

Como nunca es tarde para rectificar, quizás la inestabilidad política que se percibe claramente y, pese a que ello conspira contra el necesario clima de negocios que requiere un país para progresar, ayude al gobierno a retomar un rumbo lógico de prosperidad y crecimiento económico, porque el camino que llevamos es el mismo de Dante cuando refería el camino de cruces que conduce al..……..infierno.

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