El plan de desarrollo: nada nuevo bajo el sol
El discurso del Presidente Chavez del 28-9-01, en ocasión de la presentación del Plan de desarrollo económico y social para el mediano plazo, puede considerarse uno más entre los distintos que ya se le pueden escuchar en su permanente campaña electoral y «revolucionaria». En las tres horas y cuarto que duró, fue solo, acercándose al final de la segunda, que comenzó a abordar los lineamientos generales del referido plan. Y, en esto último, puede decirse que no hubo nada significativamente trascendental.
Puede afirmarse que el ejecutivo sigue entrampado en el perfil de un uso exagerado del tiempo. No se trata sólo del largo e innecesario uso del tiempo que hace el Presidente en sus alocuciones, sino en los hechos que él permanentemente recuerda sobre lo mucho que han trabajado en largas sesiones de seis y nueve horas.
Se remiten los lineamientos generales a los consabidos pilares, ejes o como quiera llamárseles: el económico, el social, el político, el territorial y el internacional. Y el contexto de abordaje de los mismos, en distintos momentos, se ve influenciado por el llamado a que se le formulen críticas al plan o el respeto a las posiciones de otros, aunque a la hora de recibirlas -por la experiencia no mas se puede opinar- puede que no se les considere o incorporan. Pero también, por una crítica directa o velada, según los casos, a los pudientes y a las consecuencias de sus individualistas comportamientos. Este punto nos remite a un problema crucial que, desde la perspectiva político social, se está convirtiendo en un circulo vicioso: algunos de los que se perfilan como defensores de una economía de mercado quieren convencer al Presidente y sus compañeros de que abandonen sus ideas colectivistas y, estos últimos, quieren convencer o concientizar a los primeros de que dejen el individualismo.
Lo novedoso en la presentación oral que hizo el Presidente se encuentra en la oferta de creación de un número importante de nuevos ministerios, lo cual puede enmarcarse en una ya obsesiva idea de reestructuración institucional. En esta última, mientras menos eficiencia o resultados positivos ha presentado su dinámica, más ambiciosas y a veces ilusionistas o desviadas pasan a ser sus propuestas. De nuestra parte, la que por ahora más amerita nuestra consideración es la concerniente a diseñar o crear algo semejante a un Ministerio para la agricultura. En el uso de una frase intranscendente en el contexto en que fue pronunciada, el Presidente hizo este anuncio «reconociendo errores». ¿Cuales errores? ¿Haber tenido una visión «integral» de los fenómenos económicos comerciales que ha llevado a pensar en una dimensión que abarcase la producción y el comercio? ¿Haber andado en base a la inercia, en asuntos de política comercial? ¿Existe acaso en el ejecutivo una posición diferente en estos dos últimos asuntos? ¿No ha dicho el ejecutivo y sus representantes hasta la saciedad, que este gobierno si tiene y ha estructurado una autentica política agrícola?
Todos los aportes que han hecho los neoinstitucionalistas o que se han desarrollado desde la economía institucional y que se relacionan y articulan modernamente a los procesos de apertura y de transformación económica o de impulso del crecimiento, no se atienden o solucionan porque desde le ejecutivo se use la expresión «macroinstitucionalidad» o simplemente se piense en crear nuevos ministerios.
Otro punto que le encanta a los «revolucionarios» abordar y que el Presidente recogió por enésima vez en sus lineamientos, es el de crear una sociedad sin exclusión. Fantaseando con lo que a algunos le gusta oír de lo que dicen ciertos organismos internacionales, volvió a insistir en que Venezuela es el único país de América Latina donde se detuvo el crecimiento de la pobreza. Es curioso que, con la misma fuerza, en años recientes el BID lo decía para toda América Latina.
En los lineamientos generales relativos al escenario internacional debe señalarse que, los disparates, vaivenes y confusiones que el «gobierno revolucionario» ha venido teniendo en materia de integración se ven ahora, en el lenguaje presidencial, arropados -seguramente es inevitable que así sea- por lo que corresponde a sus apreciaciones sobre la dinámica internacional que ha seguido a los trágicos y dolorosos sucesos del 11 de septiembre en EE.UU. La integración, de todas maneras, también tendrá su Ministerio.
En lo que atañe a los lineamientos concernientes a lo territorial el Presidente no hizo más que referirse, por distintas vías, a las ideas que en el ejecutivo se han manejado sobre el repoblamiento del país y que alguno de sus ministros lo ha pensado, por cierto, para unos 50 o 70 años. La dimensión temporal que tienen los grupos políticos en el poder es, así, cada día, más sistemática e importante como elemento de economía política para las perspectivas nacionales y la campaña electoral del presidente. Se trata entonces de 2001 a 2007, ser reelecto para 2007 al 2013, y que continúen los «revolucionarios» hasta el 2021 cuando él presentará los resultados de una «sociedad de iguales».
Esta nota se basa en los pronunciamientos orales del Presidente relativos al Plan… pero quienes hemos leído el Programa económico de transición 1999-2000 y otros documentos, podemos formarnos un perfil de lo que viene en un documento que el Presidente quiere que sea de la nación, pero que se pueda presentar, según su «sugerencia», en una fecha de importancia política para él y la «revolución».
Nada nuevo bajo el sol.