A quién beneficia un control de cambio
La salida de capitales, más allá de explosivas coyunturas en el corto plazo, es un proceso sostenido a lo largo de dos años de naturaleza estructural; condicionado en mayor grado por las graves perturbaciones políticas e institucionales generadas por el «proceso». El impacto negativo en la economia de esos ruidos de la «revolución» se aprecia en la contracción de la inversión privada registrada en estos tiempos, bolívar que no se invierte en esta tierra, se invierte off shore. Los venezolanos en busca de tranquilidad y estabilidad institucional, prefieren otros mercados, esperando que leyes y el nuevo marco institucional en lo económico acoplen las bases mínimas de una economia de mercado, también espera tranquilidad y algo de sindéresis.
La evidencia a la fecha no es promisoria, el proceso legislativo mueve la institucionalidad económica en sentido de restringir los espacios a la actividad privada. Allí apuntan, las leyes de pensiones, de salud publica, propuestas de nuevos y mayores impuestos, Ley de Hidrocarburos, nueva estrategia eléctrica, los anuncios sobre la ley de tierras, por ejemplo. En esos sectores de la economia se percibe la presencia de factores involutivos hacia un estatismo violento.
Los ruidos anuncian un régimen económico centralista, autoritario poco amistoso de los mercados, dirigido a tutelar la actividad privada, amen del estimulo de nuevos monopolios Estatales, que como efecto neto reducen la actividad privada, inclusive a una presencia residual, afectando severamente la acumulación de capital en sectores con ventajas comparativas. Estas restricciones institucionales a la inversión y a la capitalización del esfuerzo privado, en medio de economías globales, de fácil entrada y salida, afectan la dirección que toma el ahorro nacional.
Como ejemplo de este perverso entorno véase la elevada y persistente y percepción de riesgo-país, cuya prima alcanza los 800 puntos base, «contradiciendo» en cierto modo la posición en reservas internacionales, pero indicando que otros indicadores económicos, como el fiscal llevan la procesión por dentro agudizado por un déficit fiscal de 6% del PIB para este año y que si no obliga al gobierno a un ajuste fiscal ortodoxo lo lleva directo hacia un control de cambios.
De esa percepción de riesgo resalta la elevada ponderación del riesgo político que al parecer emerge del desmantelamiento institucional y del abandono de las reglas que rigen una economía de mercado, todo ello aderezado por el radical discurso presidencial enteramente perturbador que encuadra una angustiosa inestabilidad política.
En los últimos dos años y medio las salidas de capitales superan los 12500 millones de dólares. El dólar es la alternativa cero riesgo para la gente, y si sus efectos resultan insalvables para el BCV, quien reacciona heroicamente con medidas de corte restrictivo cuya implementacion presagia que si pánico, mal consejero, se impone, nos llevara en vivo y directo hacia un control de cambios, lo que al mismo tiempo sembrara más semillas para el cultivo de la corrupción.
En últimos días se ha observado una agudización de los niveles de pánico en el gobierno que ya alcanzan a Miraflores. El Presidente amenaza con extraer los fondos del estado de la banca privada, con lo cual decretaría de inmediato una crisis financiera que llevara al Estado a enfrentar el inmenso costo fiscal que tal crisis generaría. Una medida como esa establecería de facto el control de cambio, y por allí hacia un autoritarismo económico, superando inclusive la égida lusinchista de finales de los 80’s. El ruido presidencial se ha convertido en el vector acelerante de los movimientos de capitales, con lo cual uno se pregunta si lo que realmente se desea el Presidente es un control de cambios.