La inversión extranjera y los economistas
Fue en el gobierno del Presidente Jaime Lusinchi, como continuación de la llamada crisis de la deuda de las naciones latinoamericanas, cuando en Venezuela se pasó a considerar el “novedoso” papel que podía jugar la inversión extranjera como alternativa al mecanismo de financiamiento externo que, explosivamente, pasó a jugar aquella deuda desde los gobiernos de Carlos Andrés Pérez y Luis Herrera Campins. A partir de allí, se hizo casi de todo para atraer tal inversión. Hoy día, en pleno “gobierno revolucionario” se le busca, paradójicamente, dar nuevos aires a la atracción de los inversionistas internacionales.
Cualquiera que revise la literatura especializada sobre las motivaciones y ubicación de inversión extranjera en los países en desarrollo en los últimos cincuenta años, encontrará que más o menos están siempre presentes -para defenderlas o discutirlas- las consideraciones sobre los aportes de la misma en los planos de suministro de ahorro externo, generación de empleos, tecnología y posibilidad de captación de nuevos mercados para los empresarios nacionales que a ella se articulen (una ilustración en SELA, Inversiones extranjeras directas en América Latina y el Caribe, 2000, SP/CL/XXVI.0/Di Nº3 ). La evaluación de los resultados en tales aspectos para las naciones latinoamericanas siempre ha arrojado un balance menos positivo para los países receptores que lo que esperan los optimistas ciegos o los interesados de -en varios casos- profesiones distintas a la economía. Más aún si se incorporan dimensiones analíticas resaltadas hoy día por las llamadas teorías del crecimiento endógeno. Adicionalmente, la globalización ha generado un escenario, podría decirse que raso, donde cualquier técnico, ideólogo o interesado termina avalando las consideraciones referidas (el escenario político de las últimas campañas electorales venezolanas, ha permitido observar a candidatos de distintas posiciones proponiendo atraer la inversión extranjera).
En Venezuela, durante las dos últimas décadas, se ha procedido a un proceso de liberalización de los mecanismos más directos de supervisión y control. A excepción de posiciones extremistas, que propenderían a solicitar menos restricciones, puede señalarse que es poco lo que queda por hacerse en ese sentido. Los gobiernos de Jaime Lusinchi, Carlos Andrés Pérez (II), Rafael Caldera (II) y el actual, han abonado el terreno en tal sentido. Se mantiene, como terreno de ardua labor, lo concerniente a la propiedad intelectual, doble tributación y variados tópicos concernientes a nuevas áreas y nuevos temas que se han venido desarrollando y presentando con la rápida globalización y los agudos avances tecnológicos, entre otros aspectos.
En relación con los procesos de atracción de la inversión extranjera, de tiempo atrás, la OCDE y también recientemente el Banco Mundial, han resaltado la poca influencia que tienen las políticas internas y las de liberalización de los mecanismos de control a la inversión extranjera, en cuanto a lograr captar mayores flujos de tal inversión. Perspectivas de obtener altas tasas de retorno, la diversificación de riesgos y la magnitud de los mercados, se ubican como más importantes. Para el año 1998, por ejemplo, el 43% de la inversión extranjera dirigida a los países en desarrollo tuvo como destino a Brasil y China, que no son considerados, precisamente, como países modelo en sus comportamientos políticos o financieros, respectivamente. En el año 2000, según los registros de Cepal, Brasil recibió 30.000 millones de dólares por concepto de IED (Inversión Extranjera Directa).
Durante los noventa, la inversión extranjera dirigida a América Latina se incrementó considerablemente. Se estima así que, en la segunda mitad de los años noventa, se triplicaron en la región los flujos de tal inversión. En el Informe de la Inversión Extranjera en América Latina y el Caribe, 2000, CEPAL, se presenta información -ventas totales, mayores empresas, otros- que permite concluir que la estructura de la propiedad industrial en América Latina está aumentando su grado de vinculación transnacional, repitiéndose problemas, necesidades y sugerencias de las ya tradicionales, incluso al considerar las modernas fusiones y adquisiciones. El panorama regional no presenta, de todas maneras, mayores cambios -cuando se observan las tres o cuatro últimas décadas- en lo que tiene que ver con las tendencias fundamentales en cuanto a principales países destino de los fondos, origen de la inversión y composición sectorial de la misma (grosso modo, en América del Sur, para el año 2000, se dirigió hacia los sectores tradicionales).
De seguida se presentan cuatro opiniones referidas a distintas dimensiones de interés para la actualidad venezolana.
Una posición sobre efectos benéficos: “Para lograr alto crecimiento económico, generar nuevos empleos, y mejorar los ingresos de los venezolanos, se requiere desesperadamente de un nuevo y fuerte flujo de inversión privada nacional y extranjera…”. Orlando Ochoa. El Nacional, pg. A/10, 24-6-01.
Una posición de balance: “…la IED… si bien es vista como necesaria, no constituye condición suficiente para el crecimiento. La IED no debe verse como mecanismo de financiamiento infalible ya que para que entre en cantidades adecuadas, permanezca y sobre todo tenga efectos sinergisticos exige estabilidad política, reglas claras y políticas macroeconómicas prudentes por parte del gobierno..”. Douglas Ungredda. El Nacional, pg. A/10, 24-6-01.
Una posición sobre los dueños de los medios de producción, el capitalismo de Estado y los inversionistas internacionales: “La contrapartida de este movimiento orientado a profundizar el capitalismo de Estado viene dada por dos elementos básicos de la política económica: por un lado la apertura o ratificación de ‘espacios preferenciales puntuales’ a grupos inversionistas extranjeros, en función de criterios variados que incluyen: la cuantía de las inversiones, las exigencias tecnológicas o simplemente consideraciones de política internacional. Por el otro, la atenuación del papel de los inversionistas nacionales tradicionales y el estímulo a favor de grupos económicos privados de más reciente creación… Por esta vía se estaría intentando una reestructuración profunda de los diversos sectores de la burguesía domestica,… …fortaleciendo las agrupaciones empresariales que favorezcan el ‘proyecto revolucionario`”. Hector Valecillos. El Globo, pg. 23., 21-7-01.
Una posición sobre la actitud hacia los capitales internacionales: “En el afán de sustituir al capital nacional (mal que bien obra de la industrialización truncada venezolana) por el capital internacional, no sólo se sancionan leyes especiales para la inversión extranjera (como la Ley de Inversiones), sino se firman convenios de inversión de gobierno a gobierno y se adjudican directamente proyectos de inversión. Mientras representantes de las empresas multinacionales son objeto de agasajos especiales y entrevistas de palacio, el capital nacional es acorralado con discursos moralizantes. La extravagante idea de perforar los acuerdos de CAN para negociar directamente con Mercosur sin duda tiene en las empresas nacionales al gran perdedor de la jornada, y lector ya imaginará quien saludará con éxito el disparate venezolano.” Leonardo Vera. analitica.com, 23-7-01.