Las instituciones y la economía: doce años en lo mismo
Los tres últimos períodos gubernamentales, han manejado las instituciones con el antojo de la tradición: esto es, como pueblo o botín conquistados, según los casos. El segundo gobierno de (%=Link(«http://analitica.com/bitblioteca/cap/default.asp»,»Carlos Andrés Pérez»)%), ejecutó tal acción, con la idea del equipo para impulsar la «modernización» y la apertura; el segundo gobierno de Caldera, con el espíritu de unidad y «salvación» del país y el del (%=Link(«http://analitica.com/bitblioteca/hchavez/default.asp»,»Presidente Chavez»)%), con la idea del cambio y la «revolución». Pero, realmente, en todos, se ha mantenido el manejo grupal, sectario, interesado y partidista, que se justifica siempre, con lo que generalmente usa a tal fin el poder político: con el mismo. De joven aprendí, que a los politiqueros de profesión, sean de izquierda, centro o derecha, cualesquiera ideas que se salen del carril de sus intereses, les parecen ingenuas o inocentes.
La literatura ya ha señalado que las instituciones formales e informales son, junto a las organizaciones (agentes del cambio), fundamentales, para el crecimiento económico (North, por ejemplo). También, que las reformas específicas como la comercial, tienen que convertirse en reformas institucionales, y que debe considerarse como una influye a la otra, y, partirse, de las instituciones que propiamente se tienen (Rodrik, por ejemplo). Pero, persistentemente, a nuestro poder político se le olvida (o desconoce, según se trate) la teoría. De todas maneras, debe señalarse que, otros agentes, como los empresariales, caen -en algunos casos- en el desprecio por la teoría en aras de un pragmatismo rampante. Así, surgen aquellos personajes que creen que todo lo arreglarán los gerentes del sector privado y que lo único que importa es lo útil, pues, lo demás, son disertaciones de profesores sin ninguna aplicabilidad. En cualquier caso -la teoría y la historia lo demuestran-, las soluciones nunca vienen de un solo lado, sino de la sinergia que se relaciona con la participación de distintos agentes sociales. Pero, ¿Qué hacer con las instituciones y la economía?
En primer lugar, los gobiernos deberían abandonar el sentido de conquista del poder político y la administración pública. En todos lo lugares del mundo, existen intereses grupales y particulares que están altamente consustanciados con los procesos políticos de campañas y elecciones. Lo que no deberían estos últimos, es, primar sobre los intereses nacionales en los asuntos del Estado y los poderes públicos. Pero, ya esto no será hecho por el actual gobierno. En este sentido, el perfil del país, seguirá siendo, más de lo mismo.
En segundo lugar, sin caerse en tecnocratismos, deberían ingresar los mejores a los puestos gerenciales y de dirección. Los mejores no son siempre los que tienen más títulos. No. Son los que tienen títulos, preparación y disposición para sacar las cosas adelante, en un área determinada. Pero, si no se les da autonomía, se les inutiliza y Presidente o Ministro terminan matando a Técnico, por muy buena disposición que este último tenga.
En tercer lugar, debe incrementarse el manejo de información. Son las instituciones -independientemente de lo que en este sentido representen los funcionarios- las que deben disponer, adecuadamente, de la información. El manejo de esta última, en varias instituciones del país, es realmente muy pobre. No solo por que no la producen, o a veces sólo la estiman, sino por que no están conectadas a los medios de producción y canalización de la misma a nivel internacional. Esto no es un asunto de Internet o de recursos. Es una falta de disposición en cuanto al manejo y uso que se debe tener de la información.
En cuarto lugar, se debe facilitar y aumentar el acceso de los ciudadanos y agentes económicos a las instituciones. Estas ultimas, siguen funcionando con una especie de manejo sumarial permanente de los informes -cuando los hay-, posiciones, cambios, registros, entre otras tantas cosas, y sobre las que, si bien no se puede decir que sea igual y en el mismo grado en todos los lugares, hay más o menos tendencias que permiten encontrar los sempiternos secretos de Estado, en informaciones y manejos, para los cuales, en otros países, el ciudadano o agente económico tienen un acceso democrático. Ni que decir de la reuniones y comités, donde se invita para oír o hablar, pero sin ningún derecho a determinar, democráticamente, el rumbo de una determinada política.
En fin, en cuanto a reforma institucional es mucho lo que el país tiene como déficit. Pues, a los elementos señalados, y en el campo estrictamente económico, habría que añadirle varios, tan o más importantes, según la valoración de cada quien. Entre otros: fusiones y reestructuraciones sin sentido, actividades de contratación y licitaciones, autonomía de instituciones como el (%=Link(«http://www.bcv.org.ve/ «,»BCV»)%) y relaciones entre las áreas petrolera y no petrolera de la economía. Y la realidad es que, la llamada «refundación de la República» o expresiones como las «instituciones que están naciendo», no tienen nada que ver con soluciones a lo que hemos planteado. Es por ello que puede concluirse que, desde 1989 -para ser prudentes con una delimitación temporal de importancia más cercana en la transformación del país-, estamos en lo mismo, en cuanto al tema de esta nota.