¿Se puede vivir sin planes de ajuste y estabilización?
La onda de los planes de ajuste y estabilización, ha creado una nueva fase en América latina y Venezuela -que hemos llamado la de la trampa de los planes de ajuste y estabilización-. No se trata de las específicas trampas que en campos como el monetario o fiscal pueden formarse sino de una que se asocia a la manera como se percibe el desempeño económico y las posibilidades de actuar sobre él, a través de la política económica.
Claro, siempre estará presente la pregunta de que hacer ante los problemas que en esos campos o en otros se presentan. La respuesta es de perogrullo: la economía como disciplina, los especialistas y la propia experticia dan ya suficiente instrumental para atender tales requerimientos. De nuestra parte, entonces, la respuesta a la pregunta del título de esta nota es que, si se puede vivir sin planes de ajuste y estabilización. La misma puede sustentarse en dos grandes frentes de interpretación: el del desarrollo y el de la condicionalidad.
El del desarrollo concierne al hecho de que -es totalmente evidente- son las naciones que han ejecutado estrategias de crecimiento de mediano y largo plazo, con los respectivos cambios institucionales, las que mejor han podido -y pueden- sortear los altibajos en el propio crecimiento o en los llamados cambios de entorno. Un ejemplo: Corea del Sur y la crisis del año 1997. Algunos analistas venezolanos dijeron que con esta crisis se había acabado el modelo asiático. Contrariamente, para los entendidos, otros resultados, empezaron a perfilarse desde el año 1999. También sirve de ejemplo, el vilipendiado modelo de sustitución de importaciones en los países latinoamericanos. Mas allá de la discusión de si la sustitución de importaciones representó un proyecto de desarrollo o una política de industrialización -según los casos-, hoy en día los resultados económicos reflejan que algunos de los países que se están insertando más adecuadamente en la economía de la globalización son aquellos que han aprovechado espacios productivos que fueron impulsados en la industrialización substitutiva.
El de la condicionalidad remite a la mortificante pregunta de si los organismos multilaterales aceptarían que, naciones como las latinoamericanas, pudiesen funcionar sin la rutina de los planes de ajuste y estabilización. Tres elementos son de interés.
El primero de ellos concierne a la perdida de autonomía que han tenido las naciones latinoamericanas, en cuanto a la elaboración de su política económica (como restricción a este planteamiento debe señalarse que también ha habido algo de voluntad y de imitación entre ellas mismas). Un planteamiento sobre la pérdida de autonomía no requiere una posición ni «revolucionaria» ni antiimperialista. Efectivamente, se trata, en forma definida, de que debe recuperarse la autonomía -técnicamente conveniente- para la mejor atención de la economía.
El segundo, concierne al propio rechazo que puedan tener los organismos multilaterales a una posición como la que se ha sugerido. En realidad, no es fácil demostrar que, con las particularidades del escenario internacional actual -incluido el atinente a los propios organismos señalados-, estos se opondrían a los rumbos económicos que en crecimiento y desarrollo se planteen las naciones como Venezuela, con las estrategias afines. Por supuesto que habría que evitar, por conveniencia propia, que cualquier cosa se busque presentar como una estrategia de crecimiento y desarrollo.
El tercer elemento que inspira una sugerencia de tal naturaleza, pero que además la estimula y la refuerza en lo que es su relación con los dos anteriores, es el escenario de desempeño y de posibilidad del mismo, que ha venido presentando Venezuela. Específicamente significa lo siguiente. El actual gobierno, en una mezcla de buenas intenciones, imprecisiones y confusiones está desarrollando su atención de la economía en base a uno de los elementos que se les criticó inicialmente a los planes de ajuste y estabilización. Esto es: implementar el ajuste en base al deterioro del salario real de los sectores menos favorecidos en la distribución del ingreso (a menos que se crea en los simplismos de que se está controlando el deterioro referido porque se aumento en un 20% los sueldos y la inflación fue alrededor de 14%, o, de que los ciudadanos están mejor porque están viajando más en los períodos de asueto). Lo que es más: lo esta haciendo sin una presentación formal de un plan de ajuste y estabilización o una carta de intención con los organismos del caso.
Entonces, si se puede.