Economía

Por qué el gobierno debe ir al FMI

De las primeras declaraciones de lo nuevos ministros de la economía, no se infiere que los mercados puedan disminuir la percepción de riesgo que tiene respecto de Venezuela. Los ministros no muestran independencia de criterio de las cartillas presidenciales, lo cual afectará las posibilidades para generar confianza y credibilidad de una política macroeconómica dirigida a establecer los ajustes necesarios que emergen del desorden fiscal dejado por los ministros salientes.

Mal comienzo para los ministros de economía y finanzas

Una de las más importantes tareas para el equipo económico entrante es convencer al Presidente Chávez que hay que ir al FMI a la brevedad posible, además de abandonar tensiones autarquicas y extremismos ideológicos como los expresados en el estreno por el Ministro de Cordiplan, con lo cual de paso le estaría desde el inicio poniéndole piedras en el camino al Ministro de Finanzas.

El nivel de reservas internacionales de Venezuela, es lel mismo que se correspondía con la ultima crisis de balanza de pagos en tiempos del gobierno de Caldera II. Ciertamente el nivel de reservas internacionales es estrecho en función de la continua salida de capitales que ocurre desde hace tres años, particularmente porque el costoso “ahorro” del FIEM (reservas potenciales) requiere de un régimen administrativo costoso y perverso de gasto público para que esos dólares se vayan a las reservas del BCV, y porque los bolívares que se producen con el gasto de ese ahorro son los que servirán después para comprarlos y enviarlos al exterior, una especia de trampa que en la que cayó el gobierno por haber derrochado el boom petrolero de hace dos años. Un nivel de reservas internacionales líquidas en manos del BCV por debajo de los 10 mil millones representa según la historia económica venezolana un escenario de control de cambio, sobre todo si ese stock de reservas se volatiliza en un entorno de profunda inestabilidad politica y deterioro institucional como el que se vive en Venezuela, que hace que los ahorros de la gente, desde el menos opulente al más, pongan sus ahorros a buen resguardo libre de la corrosión política que produce la inestabilidad.

Por ello el problema sí está en el nivel de reservas, contrario a lo que dice el nuevo Ministro de Finanzas. Pero además ese problema se da la mano con el enorme hueco fiscal que hace inviable las finanzas del Estado si no se enfrenta la reestructuración de los pasivos de la República expresados en bolívares o en dólares.

Ello, además del costo político de la revolución bolivariana y todos sus agravantes de inestabilidad política los últimos meses, hace que los niveles de riesgo muy elevados que se percibe en los mercados internacionales respecto de Venezuela y sus finanzas públicas, impidan la necesaria reestructuración de los pasivos de la República, es decir, de la deuda pública, la cual es necesario para aliviar la carga fiscal y el peso del gasto en intereses y capital que se paga ahora por una deuda externa que muestra una perverso peso fiscal por el vencimiento en el corto plazo de esos pasivos.

A ello se le agrega el enorme endeudamiento interno ( que cuadriplicó la deuda pública interna) y que restó capacidad financiera al Estado. La deuda interna, se ha costeado con elevadas tasas de interés, precisamente por el elevado riesgo que implica en los mercados invertir en papeles públicos, deuda pública en dólares o bolívares- venezolanos y su crecimiento se debió a la negativa de los mercados a aceptar títulos en dólares por el elevado riesgo con que se percibe la política y la economía en Venezuela.

De allí que el déficit fiscal sea similar en volúmenes al servicio de la deuda pública, con lo cual es evidente que el gobierno debe buscar una baja en las tasas de intereses, para disminuir el gasto corriente que va al servicio de los intereses de la deuda pública. Pero bajar las tasas de interés, tanto en el mercado interno como reducir la percepción de riesgo que tiene los mercados locales e internacionales respecto de Venezuela se requiere de una macro ingeniería financiera para reestructurar los pasivos externos e internos de la Republica, lo que lleva necesariamente a un acuerdo con el FMI, inclusive para rellenar las reservas internacionales, ya en niveles críticos por la enorme salida de capitales que ha provocado la revolución bolivariana, sino por el placé que le otorgaría el FMI a la política económica renuente en estos años de revolución a realizar y ejecutar las reformas económicas ( léase reforma social, mercado secundario de títulos hipotecarios, etc) y al necesario ajuste fiscal ( de un 8% en términos del PIB) que hay que ejecutar para darle credibilidad al planteamiento fiscal del nuevo equipo económico si ellos tienen en mente disciplinar las finanzas, y sin lo cual no habrá dinero fresco para sostener un gasto público que no implique al mismo tiempo un deterioro de los servicios públicos.

Por que hay que ir al FMI ?

La tarea no cumplida y la exacerbación del riesgo

La reestructuración de la deuda externa para acomodar el perfil de sus pagos capital e intereses- no se hizo porque la revolución ha exacerbado el riesgo político venezolano, contribuyendo con ello al agravamiento de las necesidades fiscales, que impedirá además, financiar el discurso redistributivo del gobierno. En manejo de activos y pasivos hay un caso patético de irresponsabilidad fiscal extrema que exige controlabilidad y castigo administrativo.

La restricción financiera externa por el elevado riesgo revolucionario se financió “canjeando” financiamiento externo, usualmente más barato, por costoso endeudamiento interno, así, se disminuyó deuda externa, pero se cuadriplicó la deuda interna, lo que incrementó la deuda pública total y el servicio en intereses.

Esas costosas operaciones financieras en estos años han debilitado considerablemente la capacidad de servicio de la deuda pública porque esas deudas implican un servicio por intereses tres veces mayor que lo que hubiera costado el endeudamiento externo, por supuesto, si la revolución no hubiese exacerbado el riesgo. A ese contrasentido de finanzas elementales se suma el costo de oportunidad causado por “ahorrar” fondos al 3% de interés (FIEM) y contraer deudas por 18-22% en términos de dólares.

Al FMI hay que ir no solo porque se requiera dinero, sino porque esa institución multilateral, independiente del desprestigio que se le ha incorporado en los últimos años por destinos en materia de asistencia financiera y condicionalidad, otorga el placé o carta de buena conducta, sin la cual los mercados no darán credibilidad y confianza en la gestión fiscal y política macroeconómica de una economía que mantiene un elevado stock de deuda soberana denominada en bolívares y dólares. Sin estas dos variables en limpio, los mercados financieros, externos y externos no otorgarán el dinero que implica la reestructuración, con lo cual se liberaría al fisco de parte de la carga fiscal que implica el pago de intereses y capital de títulos públicos que se vencen en el corto plazo. De allí la necesidad de ir al FMI. Ningún gobierno cierra las puertas de sus propias finanzas, esos mensajes de autarquía financiera expresados por el ministro de Finanzas entrante no fueron las más felices.

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