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Angostura, los militares y la quema de la ayuda

Uno vio a la cúpula militar rodeando al obeso usurpador, celebrando el bicentenario del discurso que pronunciara el Libertador en Angostura.  Y ya desde ese mismo día, uno se preguntaba: “¿Pero será que alguno de esos mofletudos almirantes y generales habrá leído ese histórico documento?”La interrogante surgía porque, sin duda, no saben aquello de que: “…nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder.  El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía”. Y porque también ignoran que: “En el régimen absoluto, el poder autorizado no admite límites.  La voluntad del déspota es la ley suprema, ejecutada por los subalternos que participan de la opresión organizada en razón de la autoridad de que gozan”.  Con una variante esto último.  Porque el déspota actual no es sino un títere de la dictadura cubana; el sátrapa que manda (no gobierna) por orden de un autócrata que reside en otro país.  En este caso, no el poderoso imperio persa sino un paisito parásito en el Caribe.

Después del domingo pasado, con las repetidas demostraciones de vesania cometidas por uniformados, ya a uno no le queda la duda.  Impidieron el ingreso de la ayuda humanitaria; mandaron a usar armas de guerra contra civiles desarmados en diferentes lugares del país, contra indios pemones en Bolívar, contra manifestantes desarmados en Carabobo,frente a paisitas que estaban entusiasmados en ayudar el ingreso de medicinas y alimentos en Táchira.  Lo cual hace ver que no fueron descontroles aislados, esporádicos, de comandantes locales, sino de unos que actuaron en cumplimiento de instrucciones emanadas del poder central.  Todo a plena luz del día, con impudicia y alevosía frente a reporteros extranjeros que representaban a medios de muchos países serios, europeos y americanos.  Que presenciaron y reportaron el empleo de fuerza letal contra civiles inocentes que terminaron en las morgues o en los hospitales; y vieron y mostraron la quema camiones con ayuda humanitaria; todo a plena luz del día y ante los ojos del mundo.

Además de que esos hechos ya empiezan a abultar los expedientes que se están formando en diferentes países y organizaciones internacionales de justicia, sirven para resolver la duda que me planteaba en el primer párrafo: ahora me consta que no se han leído el discurso de Angostura.  Ya casi al final de su larga disertación, don Simón decía: “Tan grandes ventajas las debemos a la liberalidad sin límites de algunos generosos extranjeros que han visto gemir la humanidad y sucumbir la causa de la razón; y no la han visto tranquilos espectadores, sino que han volado con sus protectores auxilios, y han prestado a la República cuanto ella necesitaba (…).  Estos amigos de la humanidad son los genios custodios de América, y a ellos somos deudores de un eterno reconocimiento, como igualmente de un cumplimiento religioso a las sagradas obligaciones que con ellos hemos contraído”.

Ya la alta cúpula militar, posiblemente por recomendaciones cubanas, está haciendo circular la especie de que fueron colectivos quienes quemaron los camiones. ¿Sí?  ¿Y de dónde sacaron los uniformes, las armas y los equipos de robocops con los que actuaron?  Eso no se compran en quincallas por ahí.  En el supuesto de que eso fuese cierto, algún mando dio la orden de equiparlos.  Y cuidado si no fueron irregulares del ELN (que actúan en la frontera y más adentro con la impunidad que les concede la vista gorda del régimen).  Eso también es enjuiciable.  Al igual que dotar a tropas infiltradas cubanas de uniformes y armas que pertenecen a la nación para que actúen a sus anchas.  Como aprendieron a hacerlo oficialmente en Argelia, Siria, Congo, Angola y Etiopía; y encubiertos, en la mayoría de los países de habla hispana, incluido el nuestro.

¿Qué más tienen que hacer el obeso usurpador y sus acólitos para constituirse en reos de la justicia internacional?  Ya las primeras planas de todos los periódicos del mundo hicieron abrir los ojos a los pocos que, ciegos voluntarios, se negaban a ver la realidad: que hay un tirano que ordena a sus secuaces masacrar a seres desarmados cuyo único delito es ansiar vivir en paz, sin sobresaltos ni amenazas, alimentarse adecuadamente y poder curarse cuando sufran alguna enfermedad.  Que ya constituyen en un problema de naturaleza criminal, político y militar para todo el hemisferio.  Y vuelvo a una pregunta que ya en mí es repetitiva: si el socialismo es tan bueno, ¿por qué tienen que imponerlo a sangre y fuego?  ¿Por qué no convencen con obras buenas, eficiencia y ausencia de latrocinios?

Nunca pensé que iba a escribir esto, pero creo que este régimen criminal, encallecido en la violencia y el descomedimiento no saldrá por las buenas sino por la fuerza.  Porque no cree en la democracia.  Emplean las doctrinas y los instrumentos de esta para enseñorearse en el poder para, luego tratar de eternizarse en él.  Y la fuerza solo la tienen los militares.  Pero con estos altos mandos tarifados, pervertidos en la corrupción y el delito, nada puede esperarse.

Es la cruda, ruda y espeluznante realidad. El problema se se puede resolver internamente, partiendo de escalones medios del escalafón militar que actúen recordando lo que se dijo en Angostura: “No combatiendo por el poder, ni la fortuna, ni aun por la gloria, sino tan solo por la libertad…”.

Porque, si no, tendrán que aparecer factores externos.  Ya que, si algo queda claro después de los desmanes y la saña oficiales del 23-F, es que solo las acciones políticas o diplomáticas del exterior no bastan…

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