Economía

La deuda

Al problema macroeconómico del rápido crecimiento de la deuda se le ha sumado otro: el manejo discrecional y sin transparencia de la misma. Un informe de la Oficina de Asesoría Económica y Financiera (OAEF) de la Asamblea Nacional, del 3 de junio de este año, titulado “Informe sobre el manejo de la deuda pública y del proceso de Reordenamiento efectuada en 2002”, hace un análisis pormenorizado de este problema durante el año pasado. El epílogo es que la deuda no sólo está creciendo rápidamente, sino que lo hace sin control institucional, en forma altamente discrecional y sin transparencia. Un proceso similar se vive en 2003. La falta de control institucional puede ser un problema tan importante como el macroeconómico. La discrecionalidad suele ser una de las fuentes fundamentales de la corrupción, y esta puede tener efectos negativos importantes sobre el desarrollo y el crecimiento. No sólo es un problema ético, sino uno con efectos materiales importantes sobre toda la sociedad.

Como señalaba Tanzi (1998), “La corrupción está por lo general conectada con las actividades del Estado y especialmente con su poder monopólico y discrecional”. Y a pesar de que en el pasado existían opiniones según las cuales la corrupción podía mejorar la eficiencia, por ejemplo Huntington (1968) o Beck y Maker (1986), hoy existen pocas dudas de la influencia negativa de la corrupción sobre el crecimiento. La literatura empírica reciente muestra dos asociaciones significativas respecto a la corrupción. En primer lugar, una asociación negativa entre los índices de percepción de corrupción y el nivel de desarrollo económico, es decir, la corrupción alta está asociada a un bajo nivel de desarrollo; y en segundo lugar, una relación negativa entre alta corrupción y bajo crecimiento por habitante.

En este gobierno el crecimiento de la deuda interna ha sido espectacular, para decir lo menos. Entre 1998 y 2002, pasó de 2,3 billones de bolívares a 15,3 billones, una multiplicación cercana a siete veces en sólo cuatro años, 60% de crecimiento interanual promedio. Este año el gobierno no sólo estaría haciendo “roll over” de los vencimientos, sino que el stock de deuda estaría creciendo en una proporción similar al pago de los intereses, algo similar a un esquema Ponzi. La deuda global, interna y externa también ha crecido.

A pesar de que todavía el stock de deuda como proporción del producto no es alarmante, la dinámica de la deuda sí es muy preocupante. Sí se toma en cuenta la tasa de crecimiento tan negativa de la economía, la tasa de interés real y las tendencias del balance fiscal, no sólo no estamos en ruta hacia la solvencia fiscal sino que estamos profundizando la insolvencia. Las consecuencias ya las estamos sintiendo: los pagos por servicio de la deuda son superiores a los gastos en capital humano (educación, salud, etc.) y la colocación de títulos públicos en la banca (algunos calculan que más de la mitad de los activos de la banca son títulos públicos) afecta al sector privado por el efecto de desplazamiento. Hacía el futuro, si continua la tendencia, la deuda interna podría monetizarse, quizá por una fuerte devaluación.

El informe de la OAEF señala tres problemas claves. Primero, en 2002 se inicia un proceso de transformación en las normas de endeudamiento que abre la posibilidad para que las colocaciones se hagan básicamente mediante adjudicación directa y títulos usados como dación en pago. La gran mayoría de la colocación se hizo bajo estos mecanismos, que se prestan a la colusión de intereses privados y la posibilidad de corrupción. Segundo, el canje de la deuda con vencimiento relativamente distante, sin aparente necesidad y a costos elevados; y tercero, un análisis de las llamadas “subastas no competitivas”, que más que subastas sería un mecanismo similar a la adjudicación directa. De la comparación entre los precios de los títulos colocados en adjudicación directa y los realizados en fechas similares en el mercado, se desprendería la existencia de un daño patrimonial a la República.

El endeudamiento puede tener dos vertientes negativas que se retroalimentan, la macroeconómica y la institucional. Aparentemente, estaríamos en un proceso similar. ¿Por qué la Asamblea Nacional no toma cartas en el asunto, como sería su deber?

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