Los controles de precios de la revolución bolivariana
1. Una contracción económica comparable a la de la Guerra Federal
La economía venezolana se revuelve desde hace unos años en una intensa contracción económica, cuya representación más gráfica lo constituye la caída continua por quinto año consecutivo del ingreso per cápita (en un aprox. de 28%).
Las razones de esa contracción, que por descapitalización sufre la sociedad venezolana, se encuentran esencialmente en el terrero institucional debido a la costosa demolición del capital institucional, destrucción del marco jurídico de una economía normal de mercado y debilitamiento de los derechos de propiedad. Todo ello unido a una desatinada e incoherente conducción de una, aun mas errática, política económica.
2. Pérdida de confianza y ruina económica
En conjunto todo ello ha causado la pérdida de confianza en la economía nacional no solo del capital local, venezolano, sino del capital extranjero en general. El gobierno, ocupado en su revolución, ignoró largamente esta realidad; por lo que todos hoy se preguntan si la lucha por el control del poder político llevaba inscrita la agenda de una ruina económica como punto previo. Esta historia de destrucción del capital social será escrita con rigor al respecto.
Los números, muy elocuentes, muestran la descapitalización y ruina de sectores enteros de la economía en la manufactura y en la industria, por ejemplo en la manufactura, la construcción, la industria electro-mecánica, y hasta el mismo sector petrolero, a pesar de que en los últimos tres años el precio del petróleo ha promediado los 23 dólares el barril.
3. La renta petrolera: un Estado rico que empobrece a los venezolanos
En este ultimo caso, la estrategia de maximizar la renta petrolera ha inducido consecuentemente la descapitalización en ese sector. Según esa estrategia, el “beneficio “del petróleo toma forma de renta – fiscal – al Estado, mientras el sector o industria petrolera, se descapitaliza, el ultimo episodio de esa estrategia lo constituye la destrucción de lo que durante varias décadas se llamó PDVSA.
Proceso que, sin embargo, comenzó hace tres años, cuando la presión rentista del gobierno por mayores ingresos fiscales reduce y contrae la inversión en PDVSA, con cierre de yacimientos e infraestructura, fenómeno que se extendió al resto de los acuerdos petroleros con terceros. La aprobación de la nueva legislación, que elevó el royalty o regalía a 30% marcó el comienzo del fin de PDVSA.
Esa nueva Ley de Hidrocarburos, condensa la dependencia fiscal petrolea del Estado, exige del petróleo la renta en regalía o derechos de explotación del modelo islámico, y no el beneficio de la racionalidad económica, variables estas que entran en contradicción en su manera más cruda en la actual crisis política que condujo al paro petrolero y al reciente proceso de reestructuración.
4. Destruido el capital social de seguro proveedor: de Chávez a Pérez Jiménez y JV Gómez.
La nueva reestructuración de PDVSA destruye la credibilidad como seguro proveedor de crudo y productos al mercado mundial, busca a todo evento, liquidez para reestablecer las frágiles finanzas públicas, proceso que iría tras la venta, pero, en las actuales circunstancias, remate de activos de PDVSA, capital acumulado que convirtió a PDVSA en una empresa petrolera integrada mundialmente.
Al Estado solo le interesa el efecto fiscal que produzcan los precios del petróleo, renta que podría en principio obtener con economías tipo enclave, similares a las que caracterizó el régimen de concesiones de J.V. Gómez y Pérez Jiménez, esquemas a los que, al parecer avanzamos muy rápido, una manera un tanto disparatada de privatización de la operatividad de la industria petrolera estatal.
Así se llegó al clímax de la crisis política, con la economía experimentando niveles de contracción en el 2002 que solo se vivieron durante la Guerra Federal en el siglo XIX!. El shock negativo en lo fiscal y en balanza de pagos de la crisis política, paro petrolero y parálisis del sector no petrolero conduce al Estado a su insolvencia en el servicio de sus pasivos, deuda pública interna y externa y a una segura crisis de balanza de pagos por la caída brusca que se experimenta en reservas internacionales.
5. Controles de cambio y precios: inflación y escasez
En medio de ese proceso de ruina, el gobierno instrumenta medidas económicas, que como remedios son aun peor que la misma enfermedad, porque el sistema de autarquía que imponen el torniquete cambiario – control de cambio- y el control de precios, además de la brusca eliminación de los flujos financieros desde y hacia la economía nacional, coadyuvaran a una mayor constricción y descapitalización de la economía.
La descapitalización, además de incrementar el nivel de pobreza de los sectores menos favorecidos, económicamente hablando, logrará empobrecer vastos sectores medios (un 40% aprox. de la población total), generando, de seguro, entre empobrecidos y clase media, en la mayoría de los casos, esta ultima empleadora de los primeros, una combinación social con efectos políticos letales.
En el corto plazo la inestabilidad política y la llamada “bomba social” se verá “alimentada” por las penurias económicas que trae la inflación (en perspectiva del 67%) y la escasez de bienes y servicios fundamentales, sobre los cuales pesa el control de precios, componente del torniquete de controles que se desplaza sobre la economía nacional.
6. Los torniquetes que asfixian la economía
Ambos torniquetes, el control de cambio y el de precios reforzarán los problemas de oferta y restricción de la capacidad productiva nacional, fenómeno al cual el gobierno busca compensar con importaciones masivas para asegurar el suministro de bienes de primera necesidad; pero con el agravante, de que las reservas internacionales son igualmente escasas, dada las fuertes restricciones que, el paro petrolero y ahora la reestructuración de PDVSA, imponen sobre la capacidad exportadora de petróleo de la empresa estatal de petróleo.
La demanda para importar bienes y servicios superará masivamente los ingresos de divisas; los petroleros por las razones expuestas, y los no petroleros porque el control de cambio, un torniquete para evitar salida, igual evita el ingreso de divisas provenientes de exportaciones no petroleras.