Carta de Mario Moronta, obispo de San Cristóbal, dirigida a Nicolás Maduro
Mario Moronta, obispo de San Cristóbal, hizo pública y abierta una carta dirigida al gobernante Nicolás Maduro. En esta misiva se explica que tras una reunión que sostuvo con los obispos de Ecuador en Riobamba recordó el poema escrito por el Libertador Simón Bolívar titulado “Delirio sobre el Chimborazo”.
Dicho poema motivó al obispo a la redacción de la carta, donde en primera instancia le pide disculpas por si los temas a tratar no son de su agrado. En la misma señala: “Hay hambre: muchas familias no comen lo necesario para poder alimentarse. Ha crecido la pobreza crítica y los índices de desnutrición son altísimos. Me imagino que a Usted eso no se lo informan”.
Asimismo, Moronta señala al Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), deje de perseguir a los ciudadanos que tengan un pensamiento distinto al del gobernante. Asegura que el servicio no se aboca a las competencias que le corresponden como por ejemplo: el contrabando de gasolina en el estado Táchira, la presencia de grupos irregulares y al tráfico de niños víctimas de la prostitución infantil.
Para finalizar, Moronta, haciéndose responsable de lo escrito, pide no se tomen represalias en contra de su familia, amigos o allegados, y le garantiza al receptor de la carta que ofrecerá una oración para que se le de sabiduría y luz para la pronta toma de decisión conveniente para el pueblo venezolano.
Tras despedir la carta dirigida al Mandatario, inicia un saludo para las Fuerzas Armadas Nacionales, a quienes les escribe: “Nuestro pueblo al cual Ustedes y Yo pertenecemos, está pasando hambre, desolación, abandono e indefensión. Ustedes lo saben pues muchos de sus familiares se lo habrán dado a conocer”.
Continuamente les recuerda el juramento que prestaron para defender a la patria y sus instituciones, asegurándole que dicha juramentación les obliga a “estar servilmente a la defensa de una parcialidad política”.
El obispo exhorta a la Fuerza Armada a cumplir con sus obligaciones sin olvidar que son miembros del pueblo y pide en nombre de Dios a que no se levante la voz ni las armas en contra del pueblo.
Se despide diciendo: “Actúen en el nombre de Dios. En ese mismo nombre acompañen a su pueblo que quiere, repetimos, ser escuchado y que necesita una ayuda humanitaria que también les favorecerá a ustedes mismos con sus familias y cercanos”.