Economía

Acumulación y productividad

Así como existen casos de comportamientos económicos a los cuales se cataloga de “milagros”, por ejemplo el de los llamados “países recientemente industrializados”- Hong Kong, Singapur, Taiwán y Corea del Sur- también existen casos de “desastres”. Los primeros se han caracterizado por tasas de crecimiento altas y prolongadas, tanto que en 1997 Hong Kong tenía un ingreso per capita sólo inferior a los Estados Unidos y el de Taiwán superaba al de España. Según la información que suministra C. I. Jones en “Introduction to Economic Growth” (2002), el producto per capita de los Estados Unidos en 1997 era de US$ 20.049, el de España US$ 10.685, el de Hong Kong US$ 18.811 y el de Taiwán US$ 11.729, en dólares de 1985. Los segundos, entre los cuales se encuentra Venezuela (junto a países como Madagascar y Chad) son justamente el caso contrario: se caracterizan por crecimiento negativo prolongado. Venezuela no es el único “desastre” en América Latina. Basta recordar que a principios del siglo pasado Argentina era uno de los países más ricos del mundo.

Desde fines de los setenta hasta 1998 el crecimiento per capita interanual promedio de Venezuela fue negativo. Durante el pasado quinquenio, 1999-2003, esta tendencia se profundizó. Posiblemente existirá una tasa de crecimiento muy elevada en 2004-impulsada por el boom de precios petroleros- y que en alguna manera reflejará un punto de partida bajo, el nivel del producto en 2003.

Más allá del corto-mediano plazo, ¿estamos en una ruta de crecimiento alto y sostenido? Por ejemplo, un crecimiento anual promedio alrededor del 5%, que podría duplicar el ingreso en 14-15 años. Un ritmo de crecimiento menor que el de los “milagros” asiáticos, y ciertamente menor al de China de los últimos veinte años, pero un ritmo importante y que parece compatible con nuestras posibilidades.

La teoría del crecimiento identifica dos tipos de fuentes del crecimiento: la acumulación factorial, y la innovación o la eficiencia, que mejoran la productividad global de los factores. Desde los trabajos seminales de R. M. Solow en 1956 y 1957, el crecimiento del producto se explica por la acumulación de capital, y además, por un factor “tecnológico”, o todo aquello que no explica el crecimiento del stock de capital en forma amplia (capital físico y humano), para el caso de Solow, capital físico y el empleo. Es lo que se denomina el “residuo de Solow” o “productividad global de los factores”, y que la teoría del crecimiento endógeno tiene a asociar con la innovación (o nuevas ideas, que serían un bien no rival) u otros mecanismos que mejoran la productividad global. Este sería el factor que podría explicar por que países desarrollados no llegan a estado estacionario, donde el ingreso per capita permanece estancado, sino que siguen creciendo a pesar de la alta acumulación.

Sí se desea evaluar las posibilidades de Venezuela, habría que considerar tanto sí existen condiciones para una acumulación rápida, incluyendo la calidad del contexto institucional. La experiencia histórica no es muy alentadora. En el período de caída arriba señalado, la inversión del sector privado ha disminuido en forma brusca, y los episodios de boom en los precios del petróleo han estado acompañados de un comportamiento negativo en la productividad global factorial. Es decir, el contexto institucional, lo que Jones llama “la infraestructura social”, no parece estimular ni la acumulación ni la eficiencia o innovación.

Hacia el futuro, los factores “exógenos” no parecen ser el problema: aparentemente el petróleo seguirá siendo un insumo energético mundial importante o clave en los próximos veinte y tantos años. A pesar de que en futuro próximo pueda existir un descenso de los precios, la tendencia de largo plazo parece caracterizarse por precios reales con una tendencia ligeramente ascendente.

Lo que está en duda son los factores “endógenos”. Hasta el momento, el gobierno no ha creado condiciones para una acumulación generalizada y rápida. En el pasado quinquenio, la inversión, tanto de PDVSA como del Gobierno Central, han caído en forma importante, dada la preferencia por la política de reparto y el “rentismo petrolero”. Ello quiere decir que el sector público o no ha acumulado o lo ha hecho en forma limitada, lo cual obviamente afecta el potencial de producción. En el ámbito institucional, cuya calidad era mediocre, se ha profundizado el deterioro, lo cual no estimula ni la acumulación ni la productividad global. La respuesta del sector privado ha sido la retracción de la inversión, excluyendo casos sectoriales especiales. Por esa vía, a menos que existan condiciones muy positivas en el mercado petrolero, es poco probable que se pueda producir un crecimiento significativo y mantenido de largo plazo. ¿Será el gobierno capaz de cambiar su orientación?

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