Venezuela: Solo una gran estación de gasolina
Cuando, recién inaugurado, el gobierno del Presidente Chávez en 1999 inició el cambio en la estrategia petrolera, de ir a menor producción de petróleo para forzar a mayores precios, el discurso político de esos días argumentaba que la nueva estrategia buscaba reducir la dependencia del fisco y de la economía del petróleo, acotábamos en esa oportunidad que el resultado sería absolutamente contrario, porque la reducción de la producción de petróleo contraería el gasto y la inversión en la industria petrolera, lo que si bien significaba mayor ingreso fiscal, ello representaba al mismo tiempo una caída del producto bruto en la propia industria petrolera.
En otras palabras el gobierno- expandiendo el ingreso fiscal- desplazaba una porción importante del esfuerzo económico y financiero del sector no petrólero – y petrolero- privado hacia el fisco como renta fiscal; una ecuación perversa de vieja data que implica que la expansión del sector gobierno por vía de mayor ingreso fiscal se realiza a expensas de limitar y restringir el crecimiento económico de la economía no petrolera.
La evidencia de estos años de altos precios, más allá de la crisis política que ha restringido y limitado la inversión y gasto de la economía privada, la estrategia petrolera de menor producción muestra una vertiginosa caída en el gasto de inversión en la propia industria petrolera tanto estatal como privada, así como un intenso proceso de descapitalización de la economía no petrolera privada, cuyos resultados socioeconómicos están representados en el crecimiento del desempleo en mas de un millón de venezolanos, adicional a otro volumen similar de venezolanos subempleados que han sido lanzados al mercado informal.
El proceso de descapitalización del sector no petrolero ha estado caracterizado por una migración de empresas de capital privado nacional e internacional – textiles, medicamentos, papel, construcción, etc. – hacia el área andina, América Central y el Caribe; traslado de finanzas y otras actividades administrativas de corporaciones nacionales e internacionales hacia Norteamérica y un largo etc.
En ese sentido, la estructura del creciente desempleo consistente al incremento en las actividades informales de bajo grado tecnológico muestra claramente esa descapitalización de la economía no petrolera que ha visto reducir actividades económicas de capital intensiva -de consolidado progreso técnico- relevando capital de trabajo y humano a actividades menos productivas y económicamente marginales, un mercado donde el gasto publico, presupuestario y para-presupuestario muestra una importante contribución.
La situación de descapitalización ha alcanzado tales niveles de gravedad que la percepción que se tiene en el mercado internacional, así como en las relaciones económicas y políticas es que Venezuela es ciertamente solo un país petrolero.
Quizás esa sea la razón por la cual el país es visto como una gran estación de gasolina visitada a menudo por barcos y aviones cuyo objetivo final es llenar sus tanques, en cierta medida es lo que refleja el cuerpo diplomático asentado en Caracas. Y más allá en el ámbito político, esa realidad refleja el comportamiento de las relaciones políticas y de una percepción muy particular de nuestras vivencias democráticas. En ultima instancia, un común denominador emerge en las relaciones económicas y políticas para con Venezuela, vivir en democracia es quizás menos importante a producir petrolero seguro.