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Una tarea en ejecución, otra por iniciar

La tarea de sacar a Maduro es un proceso indetenible en pleno desarrollo. Salir de un régimen totalitario apoyado por muchos corruptos en la Fuerza Armada y en el ilegal Tribunal Supremo de Justicia no es una tarea fácil, pero ya es un hecho irreversible.

Costó que muchos entendieran que esas “ventanas de libertad” que dejaba abiertas el régimen eran solo una pantalla para engañar incautos. Desde sus inicios evidencio que su propósito era destruir o debilitar al sector privado, promover escasez de bienes y servicios y crear hiperinflación, apoderarse de las instituciones del Estado, aplicar una censura informativa selectiva, desacreditar a políticos y poner presos u obligar a exiliarse a quienes le eran incómodos, todo con el objetivo de intentar someter a la indoblegable sociedad venezolana y perpetuarse en el poder

La tarea de sacar a Maduro está por finalizar exitosamente. Solo hay que tener un poco más de paciencia y de perseverancia. La tarea que no se ha iniciado es la de garantizar la gobernabilidad posterior. El ingeniero Juan Guaidó, Presidente de la República( e), dio un primer paso al hacer un llamado a todos los venezolanos a reconciliarse, así como a establecer contactos con el llamado chavismo disidente e instar a la Fuerza Armada a apegarse a la Constitución. La Ley de Amnistía es un avance en esa dirección.

La recuperación del país será muy difícil y requerirá de un acuerdo entre los partidos políticos de la oposición que, además, cuente con el consenso de sindicatos y otras organizaciones no políticas. Este pacto debería ser de al menos diez años, incluyendo el período de transición.

Los objetivos deberían ser: 1- Apoyar unánimemente al presidente (e) Guaidó; 2- Aprobar un plan país que ojalá restrinja las funciones Estado a ocuparse de educación, salud, seguridad e infraestructura; 3- Lanzar un candidato unitario para la elección cuando finalice la transición.

La transición tendrá muchos impedimentos. Los recursos para la recuperación de la economía se conseguirán, pero los resultados no serán de inmediato, por lo que habrá muchas presiones sobre Guaidó. Su gobierno provisional se desarrollará en circunstancias muy diferentes a los de Larrazabal y de Ramón J. Velásquez. No podrá simplemente surfear al compás de las olas. Ello requerirá apoyo franco y comprensión. La disponibilidad de alimentos se puede normalizar con ayuda humanitaria, control de la inflación y apoyo a la agricultura. Satisfacer la demanda de medicinas y repuestos será de menor complejidad.

Lo espinoso será el manejo del excedente de empleados públicos, así como la situación de los miles de trabajadores del Estado y que fueron despedidos ilegalmente, sea por firmar la solicitud de referendo revocatorio en contra de Chávez, por no sacar el Carnet de la Patria, por negarse a asistir a marchas oficialistas, por no obedecer órdenes violatorias de leyes y reglamentos o por sumarse a un paro cívico.

Asumimos que muchos de los nuevos empleados en la administración pública y en empresas del Estado son competentes. Por lo que nada deben temer. Lamentablemente, otros son solo activistas políticos que no agregan valor y por ello tendrán que ser despedidos respetando sus derechos laborales.

Con respecto a quienes fueron despedidos ilegalmente, el nuevo gobierno debe hacer justicia y reconocer la nulidad de esos despidos. Una vez reparado el atropello, cada caso tendrá que ser analizado para determinar si corresponde jubilación o si puede ser reenganchado en el mismo o en diferente organismo u empresa del Estado. La compensación por derechos laborales tendrá que ser producto de una negociación sobre el cómo, cuánto y el cuándo. Al respecto puede servir de guía la experiencia del manejo de la situación de los oficiales y profesores universitarios retirados por el dictador Pérez Jiménez.

La Fuerza Armada y Pdvsa son el problema más complejo, tanto por el número de los afectados, como por la politización. Para lograr que se haga justicia y no alborotar el avispero, el presidente (e) Guaidó tendrá que designar un Alto Mando y una directiva de Pdvsa con méritos reconocidos. El personal de la Fuerza Armada y el de Pdvsa y filiales deben percibir que quienes asuman el mando no van a “penalizar” injustamente a quienes hoy ocupan cargos por mérito, ni “premiar” indebidamente a quienes fueron despedidos ilegalmente y regresan a esas organizaciones. Para la Fuerza Armada no es prudente asomar nombres. Para Pdvsa se ha señalado al joven ingeniero Gustavo Baquero, quien tiene experiencia en el área petrolera y la ventaja de no haber trabajado en Pdvsa. Es un buen candidato, entre otros posibles. Desde luego debe ir acompañado por profesionales con experiencia de producción y refinación en Venezuela, así como del manejo de recursos humanos.

Como (había) en botica: Hoy, martes 12, nuestro embajador en Canadá Orlando Viera -Blanco estará conversando con los venezolanos en Toronto a las 5:30 PM, en YWCA, 87 Elm St. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados! ¡Cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres!

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