Economía

¿Va la devaluación o no va?

Un rumor que ha recorrido el mercado venezolano durante los últimos días, ocupando titulares de prensa, radio y televisión, y moviendo los cimientos del mercado paralelo de divisas – ya de por sí bastante inestables – ha sido el de la devaluación inminente de la tasa de cambio oficial.

Rumores similares habían disparado el precio del dólar en el mercado paralelo a principios de año por encima de 3.300 bolívares, solamente para volver a bajar hacia finales de Enero alrededor de los 3.000, y volver a subir en estos últimos días por encima de 3.200. Los rumores van y vienen, desde los que piensan que la decisión está tomada, y sólo espera la firma y el ejecútese por parte del Presidente (Chávez, en última instancia, es quien aprueba o desaprueba todo), hasta los que piensan que una medida de ese tipo no se va a producir hasta tanto no ocurra un evento electoral.

Una entrevista realizada por los medios a Domingo Maza Zavala a finales de la semana pasada vino a confundir más que aclarar, pues Maza, con su fórmula muy personal de contestar “ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario”, comentó que aquí en Venezuela no iba a haber devaluación, pero que no se podía decir lo mismo sobre la depreciación. ¿Y entonces?

Vamos por partes. En primer lugar, la advertencia de Maza, si bien hecha para responder con relativa elegancia de una pregunta difícil pero sin salir demasiado ileso (como suele suceder), es técnicamente correcta. Mientras la devaluación de una moneda es una decisión de las autoridades oficiales, la depreciación es una condición que impone el mercado, generalmente por una combinación de pobres resultados económicos y desconfianza en las autoridades monetarias. En un sistema de tipo de cambio flexible, la devaluación es similar a la depreciación. En un sistema de controles, sin embargo, puede haber depreciación (vaya si el bolívar se ha depreciado en los últimos 12 meses), pero no ocurre una devaluación hasta tanto el gobierno no decide modificar la tasa de cambio oficial.

Dicho esto, ¿Va a haber devaluación o no va a haber devaluación? Es difícil pronosticar variables que dependen en el corto plazo del juicio político (a fin de cuentas puro estómago) del Presidente, de manera que en lugar de dar un pronóstico (superficie siempre resbalosa cuando se trata de predecir a Chávez) conviene mejor revisar las ventajas y las desventajas, los beneficios y los costos, y dejar a cada quien formarse su propio juicio. A fin de cuentas, Chávez no puede impedir la depreciación del bolívar, pero sí tiene poder para retrasar la devaluación.

Una devaluación le proporciona al gobierno la ventaja única de generar mayor disponibilidad de bolívares en el plazo inmediato, puesto que el Banco Central de Venezuela entregaría más bolívares a cambio de la misma cantidad de dólares facturados por PDVSA. Esos bolívares, aunque resulten inflacionarios en medio de una coyuntura de crecimiento menor a la anunciada devaluación, podrían aliviar temporalmente el servicio interno de la deuda y contribuir a pagar las facturas de las misiones, tan necesarias en épocas de posibilidades electorales.

Por otro lado, la devaluación presenta en primer lugar la “raya” política de tener que reconocer que la tasa de cambio oficial no es sostenible, a fin de cuentas los venezolanos siempre asocian las devaluaciones puntuales – correctamente – a pobre desempeño macroeconómico y a pérdida del poder adquisitivo. En segundo lugar, una devaluación podría tener un efecto similar en el mercado paralelo (ser seguida por una depreciación), y ambas cosas generarían una presión sobre los niveles de precios, ya sea vía los dólares obtenidos a través de CADIVI a la nueva tasa, o a los dólares que circulan en la economía venezolana para financiar importaciones a través del mercado paralelo. Los efectos inflacionarios de la devaluación dependen del grado en el que el mercado haya podido anticipar o no la ocurrencia del evento y sus efectos, ambas magnitudes difíciles de estimar y muy dependientes de la percepción venezolana y del sentimiento general del mercado en relación con el gobierno (muy frecuentemente negativo). En tercer lugar, la devaluación, si bien licúa el servicio de la deuda interna, también incrementa el de la deuda externa, pues esta sí viene denominada en dólares, y se necesitan más bolívares para cubrir el servicio.

Estas ventajas y desventajas son las que han sido referidas una y otra vez en esas reuniones de gabinete, con el Presidente Chávez aferrándose al argumento político de la no devaluación, y los Ministros (en especial Nóbrega) enfatizando los beneficios fiscales de muy corto plazo. ¿Quién cree Ud. que va a prevalecer en este caso?

*Profesor del IESA, UCAB
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