Banco del Tesoro
Si bien aún no se conocen los detalles de cómo funcionará el nuevo Banco del Tesoro (BT), de las declaraciones de varios voceros oficiales se puede inferir que, en su condición de agente financiero del Estado, éste podrá contribuir a mejorar la coordinación en el manejo de los fondos públicos, e incrementar la eficiencia de la ejecución presupuestaria del sector gubernamental.
Sin embargo, también han surgido interrogantes que deben ser analizadas con cuidado para evitar consecuencias negativas. Una de ellas es el impacto que podría sufrir el sistema financiero, particularmente los bancos más pequeños, al substraérsele una enorme masa de fondos públicos para concentrarlos en el BT. De allí la importancia de que la transferencia sea coordinada y paulatina, aunque es poco probable que todo ese dinero se traspase al BT, ya que éste no contará con la red nacional de agencias de la banca privada, requerida para darle fluidez a las operaciones financieras del sector público en todo el país.
Pero, sin lugar a dudas, este nuevo ente recibirá ingentes recursos, ya que, de entrada, se le transferirán buena parte de los fideicomisos y de los 17 billones de bolívares de depósitos públicos que hoy maneja la banca, los 6 millardos de dólares de reservas excedentes que le pasará el BCV al gobierno, los activos de Fondespa y del FIEM y, como si esto fuera poco, es probable que también se le transfieran los 11 billones de bolívares que hoy tiene el Gobierno Central depositados en el BCV.
Dado que el BT será un banco universal, es fácil inferir que éste será el megabanco del sistema financiero, teniendo una enorme capacidad de otorgamiento de créditos, los cuales estarán a la disponibilidad de su dueño, es decir, del Gobierno Nacional. Esto es algo preocupante, ya que las necesidades de financiamiento que éste tendrá a futuro, una vez que se estabilicen los precios y, en consecuencia, los ingresos petroleros, serán descomunales y cada vez mayores, si pretende seguir expandiendo sus erogaciones al ritmo actual.
En otras palabras, el gobierno ya no sólo dispondrá de un BCV subyugado, sino también de su propio banco, para financiar gasto público deficitario en cantidades crecientes, pudiendo generarse aumentos desproporcionados de la oferta monetaria y altas presiones inflacionarias, que ya no se podrán seguir neutralizando, como hasta ahora, a través de controles y subsidios masivos.
(*): Escrito el 17 de agosto de 2005 y publicado en El Universal el 20 de agosto de 2005.