Economía

El Banco Central y las reservas

Dentro del cuadro de eliminación o anulación de la independencia de las instituciones nacionales, se inscribe lo que está sucediendo en el Banco Central de Venezuela. Que tristeza.

El desbarajuste que está sufriendo la nación ha llegado a la esquina de Carmelitas y una institución que nació hace sesenta y cinco años, gracias a la visión de hombres muy importantes, liderizados entonces por ese Venezolano singular, el Doctor Manuel R. Egaña, crearon un Banco Central que tenía funciones fundamentales para el buen desarrollo del país.

Todavía recordamos que las acciones del Banco Central de Venezuela se cotizaban en la Bolsa de Comercio de Caracas –como entonces se llamaba- pues la mitad del capital del banco estaba representado en acciones que solo podían estar en grupos máximos de cien, en manos de inversionistas privados. El otro cincuenta por ciento pertenecía, por definición, al Estado Venezolano.

De esta manera, los proyectistas del banco, diseñaron el mecanismo que tenía como razón fundamental la garantía de una independencia de criterio y de acción para la Junta Directiva del ente financiero.

Ya, en la reforma financiera de 1974, se dieron pasos que han resultado infelices para el mejor desempeño del sector financiero nacional.

En aquellos días se eliminó la independiente conformación del directorio. Las políticas del banco las dictaba la mayoría de los ministros que por estatutos, conformaban a ese cuerpo directivo.

Ahora, con el estilo de decisiones por instrucción que se aplica en todas las instituciones nacionales, las políticas del Banco Central de Venezuela vienen dadas, con puntos y comas, desde el palacio de misia Jacinta.

El tema de la ubicación de las reservas nacionales tiene mucho que ver con la independencia de criterio de la dirección del BCV.

En un país serio, esta independencia es fundamental. En esta nación, gobernada desde y para satisfacer los deseos de un isleño, se están tomando decisiones que no se enmarcan dentro de lo que nos conviene a los venezolanos.

Diversificar las monedas que componen nuestras reservas es algo que desde que se independizó al dólar norteamericano de su respaldo aurífero, estaba dentro de las medidas prudentes.

Cuando las naciones de Europa unificaron su moneda, no solo estaban simplificando los esquemas cambiarios, sino que estaban acordando una interdependencia muy beneficiosa entre las economías de todos esos países. Hoy, en aras de la integración política, se han relajado los requerimientos económicos que deben cumplir las naciones pertenecientes a la comunidad.

Ahora bien, tener inversiones en monedas distintas no tiene como condición necesaria –ni tampoco suficiente- el que su registro se lleve en ningún sitio del globo.

Una cosa es tener a una institución como custodio y depositario de nuestros activos monetarios –dondequiera que ella esté- y otra, muy diferente, es que los activos estén respaldados por monedas diferentes. Lo importante es la solidez, el respaldo y la liquidez de estas.

En este sentido es importante hacerlo donde la seriedad y solidez de la institución administradora nos garantice un correcto desempeño.

El movimiento de las reservas nacionales de EEUU hacia Suiza nos parece que es una decisión política que poco tiene que ver con razones económicas.

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