Libre acceso para las economías pobres
(%=Image(7037641,»L»)%)No deja de ser una buena noticia y una política justa, la decisión de Brasil de otorgar libre acceso de aranceles a su mercado a los productos provenientes de los países de menor desarrollo. Según se informa, Brasilia estaría abriendo su mercado sin reciprocidad a los 32 países más pobres del mundo (PMA). Itamaraty, la cancillería Brasilera, ha señalado que a mediados del año 2007 estarían implementadas las medidas de acceso unilateral para ese grupo de países. Esta política, es parte de un acuerdo no vinculante de los países miembros de la OMC, en el sentido que en el marco de sus posibilidades, deberían abrir sus mercados a las economías más vulnerables del planeta. El compromiso acordado en la reunión ministerial de Hong Kong a finales del 2005 establecía textualmente que ”los países desarrollados Miembros, y los países en desarrollo Miembros que se declaren en condiciones de hacerlo, convienen en implementar para el final de la Ronda el acceso a los mercados libre de derechos y de contingentes para los productos originarios de los PMA de conformidad con lo dispuesto en el anexo F del presente documento. Además, de conformidad con el compromiso que asumimos en la Declaración Ministerial de Doha, los Miembros adoptarán medidas adicionales para proporcionar acceso efectivo a los mercados, tanto en frontera como de otra índole, con inclusión de normas de origen simplificadas y transparentes, a fin de facilitar las exportaciones de los PMA.”
Sin duda la puesta en práctica de esta medida demuestra la voluntad del Brasil como una de las economías más grandes del mundo en compartir su cuota parte de responsabilidad hacía los países más necesitados. Fue precisamente Venezuela en el año 1991 el primer país en desarrollo en dar acceso libre y no reciproco otros países en desarrollo con el acuerdo de Libre Comercio e Inversiones con CARICOM. Recuerdo que en aquellos momentos, esa iniciativa del Instituto de Comercio Exterior (ICE) fue fuertemente criticada por los sectores productivos nacionales y considerada como una entrega de la nación para beneficiar las pequeñas economía del Caribe. Pocos dirigentes en Venezuela entendían, en aquel entonces, el concepto de “responsabilidad compartida” a nivel internacional y los beneficios que a largo plazo deberían brindar aproximaciones de esta naturaleza. El acuerdo entre Venezuela y CARICOM fue un buen instrumento que contribuyo a estrechar los vínculos comerciales y políticos entre el país y los quince miembros de la Comunidad del Caribe.
Esta nueva iniciativa de Brasil que deja entre dicho a naciones desarrolladas como Estadios Unidos y Japón que aún no han tomado iniciativas similares , demuestra la necesidad de aplicar políticas concretas si queremos definitivamente contribuir a solventar los problemas de las naciones mas vulnerables y sumergidas en la pobreza. Allí hay una forma concreta de demostrar solidaridad hacia los demás y especialmente a las naciones del continente Africano. Se indica, que los beneficios para los PMA si los países miembros de la OECD aplicaran políticas similares estarían por el orden de los siete mil mill. de dólares al año. Tanto en los Estados Unidos como en Brasil sectores específicos levantan su voz de alarma ante la decisión por eventuales penetraciones al mercado vía terceros, especialmente por parte de las posibles triangulaciones de productos chinos. Sin embrago, debemos entender que los técnicos conocen que con buenas previsiones en cuanto a “normas de origen “ se blinda la posibilidad de que no se distorsione el objetivo de la política comercial asimétrica que es contribuir a que estos países vulnerables generen empleo productivo y mano de obra.
Si en Venezuela, se analizara con visión integral, detenimiento y conocimiento técnico las ventajas similares de una iniciativa de esta naturaleza podrían en breve plazo también sumarse a una apertura de productos provenientes de estas naciones que contribuya a estimular el desarrollo de su aparato productivo. Es el acceso a los mercados una buena manera de darle tamben la oportunidad a las naciones pobres de beneficiarse del comercio internacional. Si revisáramos nuestras importaciones, notaríamos como la mayoría de ellas provienen de exportadores tradicionales .En fin, una política de esta naturaleza se convertiría en una bandera “ética” frente a los países desarrollados que criticamos por sus políticas comerciales proteccionistas. Un comercio justo a nivel mundial requiere que reconozcamos las limitaciones de los más débiles y se tomen medidas que contribuyan de alguna manera a sus esfuerzos de desarrollo.