Economía

Rebelión Monetaria

Leemos, en el New York Times del viernes pasado, que las autoridades monetarias de la República Popular China han resuelto desvincular al valor de su moneda, el yuan, con respecto a la paridad que por la última década, mantenían atado al valor del dólar norteamericano.

La nueva política que aparece dictada desde el Banco Popular de China dirigido por el banquero, poco conocido, al menos por estos lares, Zhou Xiaochuan, demuestra que para las autoridades chinas, la confianza que depositaron en Alan Greespan desde 1.994 y el mantenimiento de la paridad con el dólar, son cosas del pasado.

La nueva política, que el NYT adjetiva como oscura, consiste en una revisión diaria de la paridad en función de las variaciones de una cesta de monedas que hasta ahora es desconocida.

Las variaciones máximas se han fijado en tres décimas de un uno por ciento, pero como se realizan diariamente, si suponemos veinte días hábiles bancarios por mes, tendríamos un rango posible de fluctuación de seis por ciento en el mes y en el supuesto, muy poco probable, de que las variaciones siempre tuvieran el mismo signo, su valor máximo anual podría llegar a setenta y dos por ciento.

Pero, esta rebelión, que también se percibe en ya quizás muchos países, puede, o mejor dicho, significa, alguna anomalía.

El crecimiento desmesurado del déficit norteamericano, producto del direccionamiento de ingentes cantidades de dinero a sectores poco productivos de la sociedad, como por ejemplo la guerra, hacen que la confianza de los inversionistas, individuales y corporativos, esté hoy signada por la incertidumbre.

La deuda externa norteamericana, que tiene su mayor expresión en los depósitos voluntarios de países, corporaciones e individuos en los numerosísimos bancos norteamericanos, sumada a las incontables emisiones de bonos federales y estatales, pone un llamado de atención acerca de la sanidad del signo monetario norteamericano.

Nuestras inquietudes tienen fundamento en nuestros escasos conocimientos sobre la materia.

Somos personas que si bien, trabajamos en sectores vinculados a la economía por un lapso de treinta años, reconocemos que nuestro bagaje es producto de la experiencia y sin dudas, tiene escaso fundamento teórico.

En Venezuela también están sucediendo eventos fuertemente vinculados a la economía y deploramos que esos eventos están condicionando las políticas económicas a los avatares políticos, cuando estamos convencidos que en los países serios, es la política la que siempre tiene a los eventos económicos como un elemento fundamental tanto para el análisis, como para la fijación de rumbos que tengan, como fin fundamental, el logro de la mayor suma de felicidad para la gran mayoría, si no, la totalidad de los ciudadanos.

Le reforma de la Ley del Banco Central de Venezuela atenta contra la estabilidad de nuestro signo monetario.

A pesar de que Venezuela está recibiendo cantidades nunca pensadas de divisas y que como contrapartida, la gran mayoría del país pensante tiene grandes dudas sobre la confiabilidad de las informaciones financieras de la que fuera nuestra industria insignia, nos tememos que el desastre económico solo lo disimula esa chorrera de dólares que están entrando a nuestra arcas, que no son del régimen, y que éste despilfarra con facilidad asombrosa.

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