Pérdida de competitividad
El 14 de julio pasado se cumplieron 70 años de la publicación del famoso editorial de Arturo Úslar Pietri “Sembrar el petróleo”, publicado en el diario Ahora. Uno de los aspectos importantes que allí se menciona es la pérdida de competitividad externa de los productos locales que acarrea la explotación y exportación de los hidrocarburos. Al respecto dice Úslar: “Nuestros escasos frutos de exportación se han visto arrebatar el sitio en los mercados internacionales por competidores más activos y hábiles.”
Ese fenómeno se debe a múltiples causas, pero quizá la más importante de ellas es el proceso de apreciación real de la moneda que se presenta típicamente en los países exportadores de petróleo, y que en muchos casos deviene en una sobrevaluación creciente del signo monetario. Expliquemos mejor esto.
Las abundantes entradas de divisas de que disfrutan estos países, particularmente durante los períodos de altos precios internacionales, tienden a abaratar el dólar, llevando esto a decisiones erradas como anclar el tipo de cambio, o incluso fijarlo. Con ello se busca contrarrestar las presiones inflacionarias que genera el aumento masivo de la oferta monetaria producida por la inyección de los recursos que vienen de afuera, cosa que normalmente se logra, pero parcialmente.
La inflación, si bien se mitiga, sigue siendo alta y mayor que la externa, lo cual implica que los productos locales se encarecen más acentuadamente que los foráneos. Por ello, la cantidad fija de moneda que hay que dar por un dólar compra internamente cada vez menos en comparación a lo que se adquiere con esa divisa en otros países. Eso, obviamente, estimula las importaciones y limita las exportaciones. En otras palabras, los productos locales pierden competitividad, dependiéndose cada vez más del suministro externo. A la larga, ello lleva al cierre definitivo de múltiples centros de producción, haciendo que los anteriores productores se transformen en importadores de los mismos productos.
Las consecuencias fatales de estos procesos se materializan cuando los precios petroleros se moderan, lo cual limita las entradas de divisas y deteriora las expectativas cambiarias. Ello, a su vez, estimula la fuga de capitales, empeorándose así el cuadro externo. Finalmente, hay que devaluar masivamente la moneda, con efectos económicos y sociales devastadores.
¡Qué triste que aún no hayamos aprendido la lección!