Opción Shaw VII
La participación de la comunidad del barrio como gran protagonista y beneficiaria de la Opción Shaw, una novedosa y muy creativa idea sobre mejoramiento de las zonas populares de Venezuela, es clave en el éxito de esta solución urbana. Pero sobre todo para los habitantes de los cerros escogidas para iniciar este proyecto piloto, constituirá una seria disyuntiva embarcarse en una experiencia inédita la cual sólo existirá en documentos como leyes, políticas, planes, maquetas y presentaciones. Porque perfeccionado el marco jurídico y definidas las políticas públicas aplicables, lo más concreto que existirá sobre lo que vendría a ser el producto final de la Opción Shaw, será el diseño urbanístico de la parcela seleccionada. En ese modelo se verán los habitantes del barrio para decidir si se acogen a la propuesta de remodelación de su vivienda y de su entorno.
Claro que la legislación, las políticas al respecto y la asignación de fondos públicos para este fin específico, propiciarán una actitud favorable entre los habitantes del barrio; sin embargo conociendo los consabidos niveles de corrupción que están asociados a todo programa gubernamental y tratándose de su propia vivienda, hay razones para que exista un cierto nivel de desconfianza, motivo por el cual hay que hacer una muy eficaz labor de promoción y venta de las bondades del proyecto a la comunidad. Si a esto añadimos que el plan maestro del barrio en su conjunto y el diseño urbanístico de la parcela en particular, imponen restricciones a la altura y también la salida (negociada y pagada) de algunas viviendas, para dar paso a las áreas comunes, tenemos que es estratégica la labor de promoción, venta, discusión y negociación. Por ello es que es muy conveniente que la empresa que elabore el diseño urbanístico, sea a la vez promotora del proyecto entre la comunidad, tenga capacidad negociadora y cuente con músculo financiero. Además debe ser también la que realice la gerencia del proyecto.
Conociendo la idiosincrasia del venezolano, y sobre todo dada la psicología del hombre del barrio, duras serán las labores de promoción y negociación. Deberán salvarse muchos obstáculos desde las primeras presentaciones. Los elementos escépticos de profesión se dedicarán sistemáticamente a boicotear las ideas presentadas a consideración de las asambleas de vecinos; por ello es clave la identificación de los líderes comunales y muy convenientes trabajarlos intensamente mostrándoles las bondades del proyecto. Lo otro es un trabajo de hormigas arduo en el tiempo, casa por casa, vecino por vecino, que al final neutralice a los que se oponen al proyecto y logre mayoría entre los habitantes de la comunidad.
A la comunidad además de ser beneficiaria y protagonista, le corresponde el rol de contralora social del proyecto, apoyando en este sentido la labor de administración y gerencia que ejerce la empresa promotora; claro que este delicado rol de control debe delegarse en determinados miembros de la comunidad para que no se convierta esta novedosa función en un factor entrabante. En este sentido la empresa promotora rendirá cuentas ante los representantes de la comunidad, sobre el avance del proyecto y sobre el manejo administrativo, para que se formulen las observaciones a que hubiere lugar, sin que ello implique que dichos delegados tengan capacidad de objetar. De lo que se trata es que la comunidad esté informada, incluso de los problemas que ocurran.
Si el marco legal, como pensamos, condiciona la transferencia de la propiedad de la tierra a la constitución de condominios, se vende bien el proyecto y los propios habitantes del barrio son la mano de obra que remodelará la parcela donde viven, es muy seguro que una solución habitacional como la Opción Shaw, prenda en todas las barriadas populares del país, previa transferencia del modelo a otras zonas de Caracas y del interior.
