OPEGas o nO PEGas
No cabe ninguna duda de que nuestra revolución no piensa dejar de sorprendernos hasta el 2021 o más allá (Si nos dejan, como dice la canción). Pero hay que reconocer que está iniciativa de la OPEG, que agrupará a todos los exportadores de gas natural en una asociación parecida a su prima la OPEP, supera todo lo imaginable.
Atrás queda el Banco del Sur, al que nadie le ve sentido después de que la CAF ha extendido su acción a todos los países de la región y es el verdadero banco regional. Todo el mundo se pregunta: ¿Por qué no fortalecer la CAF en vez de estar inventando otro banco? Del gasoducto a la Patagonia no vale la pena ni hablar. Por si acaso Brasil, que es el gran cliente, está adelantando proyectos de GNL con Argelia olvidándose de cuentos de camino y mandándoles también la señal a los bolivianos de que tienen alternativas. Habría que preguntarles a los bolivianos si ellos tienen una mejor alternativa que reemplace a Brasil como cliente.
Pero volvamos a la OPEG. Hay que reconocerles audacia a nuestros líderes para atreverse a promover una asociación de exportadores de gas, por la sencilla razón de que Venezuela no es un exportador de gas. Si la idea se le ocurriera a Trinidad habría que tomarla en cuenta, porque Trinidad sí exporta gas, pero que se le ocurra a Venezuela es inconcebible. Me imagino que nuestros potenciales clientes estarán temblando de miedo ante el peligro de un futuro corte de suministro o un aumento discrecional de los precios.
Pero la cosa es todavía peor, porque Venezuela tiene un gran déficit de suministro interno de gas. Las propias autoridades del sector han reconocido que el déficit supera los 1.000 MMP3 diarios y en la región occidental la carencia es crónica y la están sufriendo tanto el sector eléctrico y el petroquímico como el mismo sector petrolero. Tanto es así que la solución que se le está dando al problema es importar gas de la Guajira colombiana, cosa que se materializará cuando esté listo el gasoducto actualmente en construcción. De modo que lejos de pensar en exportar gas nos vamos a convertir en importadores. Por eso la paradoja luce tan insólita, sería mucho más natural que Venezuela saliera por el mundo a promover una asociación de importadores de gas natural y que Colombia promoviese a los exportadores.
Mientras tanto Venezuela debería concentrarse en hacer las tareas pendientes. La primera es definir el rol del sector público y el privado en la producción de gas natural. Digo esto porque aunque pareciera que ya estaba definido que el gas era un negocio para el sector privado, con los cambios que se han dado en el sector petrolero, tanto en los convenios operativos como en las asociaciones estratégicas, sumado al hecho de que nuestro gobierno ofrece gas por el mundo a diestra y siniestra, los potenciales inversores deben estar a la expectativa sobre lo que pueda pasar.
En cualquier caso, bien sea que se permita la inversión privada o se reserve al estado, la gran tarea es concentrarse en el mercado interno, porque cuando se habla de gas siempre se piensa en mercados internacionales, sin entender el enorme esfuerzo que se requiere para garantizar el suministro interno. La principal tarea que hay que afrontar es atender a las necesidades del país. Definir cuál será el combustible que alimentará la expansión del sector eléctrico, porque si se sigue pensando que será gas natural, como ocurre hasta ahora, el déficit va a crecer hasta niveles de crisis. Afrontar las enormes inversiones que requiere la producción de gas libre y más cuando la mayor parte del recurso se encuentra costa afuera. Aumentar la producción petrolera de modo de disponer de más gas asociado que complemente la oferta interna. Y además, Invertir en la adecuación y ampliación de toda la red de gasoductos internos que es claramente insuficiente.
Las tareas se pueden resumir en una sola: voltear la mirada hacia adentro porque nuestros propios problemas requieren ingentes recursos financieros y humanos, por lo que no deberíamos distraernos con sueños internacionales como la bendita OPEG.