El SENIAT
No hay nada que enaltezca más a un gobierno frente a los ciudadanos que la eficiencia. Uno de los secretos de la democracia que realmente contribuye a esa verdadera búsqueda de la “mayor felicidad posible para los pueblos”, es precisamente la buena gestión en el tratamiento de los asuntos públicos. Los vecinos en nuestra vida cotidiana apreciamos cuando en nuestros entornos administrativos se avanza hacia estadios que nos garantizan una mejor calidad de vida. Los gobiernos, en su responsabilidad de regir, son los llamados brindarnos una serie de facilidades que contribuyen a solucionarnos la vida de distintas maneras y fundamentalmente en lo que se refiere a otorgarnos buenos servicios. Cuando encontramos las debidas respuestas a nuestras necesidades y vemos los esfuerzos por garantizarnos una acción de gobierno eficiente y transparente los ciudadanos lo valoramos. A nivel de nuestros municipios, estados y del gobierno central, como electores todos los días estamos evaluando las gestiones públicas, sea a través de la contraloría social o la individual.
Las fallas de los agentes de gobierno se reconocen fácilmente. Los malos esfuerzos son visibles. La falta de organización en la prestación de servicios públicos y la desidia se nos pueden hacer evidentes .Es allí ,entonces, cuando reclamamos o guardamos en nuestro “expediente “electoral la respectiva factura en el tiempo para responder como habitantes lo que consideramos una mala gerencia . Es normalmente en los procesos electorales en donde los ciudadanos tenemos una oportunidad para calificar las buenas y las malas gestiones. Un buen esfuerzo no necesariamente significa una buena gestión. Riqueza no garantiza eficiencia. Buena voluntad no es suficiente para llevar adelante la gestión pública.
Es por ello que esa obligación según la cual el que está del otro lado del escritorio, trabaja para nosotros, es un hecho que debemos exigir. De allí la diferencia de quien actúa como un servidor público y el que se considera un empleado del estado y por ende con derechos a maltratar a los ciudadanos. Los ciudadanos cuando no estamos contentos con el servicio de un restaurant, por ejemplo, no volvemos. Cuando nos tratan mal en un banco retiramos nuestro dinero. La mayor parte de las veces, si un funcionario público, nos atiende mal, tenemos pocos o ningún recurso alterno.
Estas reflexiones a manera de introducción, es para reconocer lo que considero un esfuerzo apropiado y positivo por parte del Seniat, como organismo público, en ayudarnos a tener una buena imagen de la acción pública. Dudo que ningún ciudadano disfrute pagar sus impuestos. Sin embargo, es una obligación que tenemos y debemos abordar con transparencia y responsabilidad. Aunque no conozco la eficiencia o no en todas las actuaciones de este organismo en el día a día, como ciudadano ,quiero dejar constancia de la buena organización, del trato responsable y amable de quienes están desarrollando las jornadas de orientación y facilitación para que los contribuyentes finiquiten sus respectivas declaraciones del impuesto sobre la renta.
Soy testigo de buena atención, correcta organización y detalles logísticos para facilitar las jornadas de declaración de los contribuyentes. Qué diferencia con otras instancias en donde nuestros funcionarios públicos consideran atender con educación y eficiencia a un ciudadano es un favor, una bondad y cuando menos una obligación. El buen trato y la eficiencia es algo que apreciamos como ciudadanos. Quienes trabajan para el estado están en la obligación de resolver las demandas de los ciudadanos y contribuir a facilitarle cuantas necesidades se requieran, por supuesto dentro de la normativa legal.
Servir en el estado debe ser una vocación, no simplemente un trabajo más. Cuando hay una buena gestión el pueblo lo reconoce y lo aplaude. Cuando ella es ineficiente lo repudia. Para apreciar el esfuerzo no es suficiente exaltar la causa a la que pertenecemos. Todo lo contrario la mejor manera de lograr respeto es siendo eficiente y respetando el derecho de nuestros conciudadanos de que ellos tiene el derecho de ser bien atendidos. Estimo que ejemplos como estos del SENIAT es muestra de que nosotros no tenemos que estar rezagados en el mundo en cuanto a eficiencia y calidad pública. Sin duda que vale la pena pagar nuestros impuestos sin con ello nuestros servicios públicos se hacen más eficientes.