Economía

La Enfermedad Holandesa es curable

Los tratadistas definen la Enfermedad Holandesa como el proceso conforme al cual una economía percibe una inundación súbita de recursos financieros proveniente de un recurso natural, la cual causa una expansión exagerada en la generación de bienes y servicios no transables (gasto público, construcción, transporte, almacenamiento y comunicaciones, servicios financieros y seguros), a expensas de los sectores productores de bienes transables (agricultura, minería, industria manufacturera), por la sobre-valuación de la moneda y por la conversión de las divisas en moneda local a una tasa superior a la capacidad de absorción del aparato productivo real.

La prolongación en el tiempo da lugar al desplazamiento de sectores productivos a favor de una economía de importación. Se produce una intoxicación de recursos financieros que tiende a atrofiar las actividades de producción real de la economía, cuya única válvula de escape es la importación masiva de bienes. La agricultura venezolana fue avasallada por el petróleo a partir de 1914. El fenómeno fue advertido por Alberto Adriani, Arturo Úslar Pietri y Manuel R. Egaña en los años 30. Juan Pablo Pérez Alfonzo lo llamó Efecto Venezuela, esbozó el concepto de inundación de capital o límites al desarrollo económico y fue pionero en el estudio cuantitativo del fenómeno en su libro Petróleo y Dependencia, publicado en 1971.

Los tratadistas también lo denominan maldición de los recursos o maldición de la riqueza (“resource curse”). Los países petroleros –excepto Noruega- no lograron un desarrollo sustentable pese a la bonanza de ingresos de los años 70. Muchos, incluyendo Venezuela, no sólo mostraron marcados desequilibrios económicos, sino que se hundieron en graves crisis sociales y políticas por el aumento de la pobreza y la desigualdad, la descomposición institucional del Estado, el resquebrajamiento de la fibra ética de la sociedad y de las instituciones y el deterioro de los servicios públicos.

Noruega detectó en forma temprana las consecuencias perniciosas que podría tener la explotación petrolera después de los grandes descubrimientos de hidrocarburos en los años 70. Sin detener el crecimiento de la producción petrolera, Noruega aplicó políticas fiscales y monetarias conservadoras, evitando la inundación de capital. Creó un gran fondo para represar los ingentes ingresos petroleros y esterilizó su conversión masiva en moneda local.

Con visión a largo plazo, los gobernantes y técnicos noruegos diseñaron políticas de formación de capital nacional que permitieron desarrollar una gran industria de servicios petroleros mientras se inyectaban recursos a la economía en forma gradual y principalmente para proyectos de inversión pública y privada, sin desarticular la liquidez monetaria ni desorbitar las finanzas públicas. La gran nación escandinava, de sólo 5 millones de habitantes, tiene hoy uno de los ingresos por habitante más altos del mundo, una industria manufacturera avanzada, no desplazó los sectores tradicionales de la economía como la pesca y goza de una bajísima inflación y un alto empleo.

Venezuela puede padecer hoy la Enfermedad Holandesa. En 2006, de acuerdo con cifras del Banco Central de Venezuela, los sectores de bienes y servicios no transables crecieron a tasas elevadas; mientras las actividades productores de bienes transables aumentaron a tasas relativamente bajas, e inclusive decrecieron. Por ejemplo, el sector construcción se expandió en un 29,5%; el comercio y los servicios de reparación un 18,6%; el transporte y el almacenamiento un 14,6%, las comunicaciones un 23,5%; y los servicios financieros y seguros un 37%. En contraste, la industria manufacturera creció un 9,5% y la minería sólo un 5,5%, mientras que se contrajeron la agricultura y la actividad petrolera; esta última en un 0,3%.

Nadie se puede negar que Venezuela lleva tres años de alto crecimiento económico (18% en 2004, y 10,3% en 2005 y 2006), muestra una gran abundancia fiscal, envidiables reservas internacionales, creciente empleo y mayores ingresos, especialmente para los sectores más necesitados de la población. Pero la expansión del gasto público, el aumento de las importaciones y el boom inmobiliario deben ceder el paso a políticas que estimulen la producción e inversión agrícola, minera, manufacturera y petrolera pública y privada, nacional e internacional, a fin de fomentar un crecimiento sostenible, equilibrado y armónico y evitar que la cancerosa Enfermedad Holandesa haga metástasis en los sectores productivos.

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