Monedas del siglo XXI
Con bombos y platillos y muy poca sustancia, las autoridades monetarias anuncian la eliminación de tres ceros a la moneda venezolana.
Se emite un decreto, dentro del marco de la ley habilitante, que pareciera conducir a la salvación de nuestro signo monetario.
Quisiéramos hacer algunas consideraciones al respecto.
El pésimo manejo de la economía nacional en el lapso comprendido entre 1999 y 2007 nos coloca ante la paradoja de que un país (o lo que queda de este) que ha recibido por concepto de la extracción y comercialización de petróleo una suma de dólares americanos muy difícil de digerir y de escribir, ha visto devaluar su moneda desde los quinientos sesenta y cinco bolívares por dólar que se necesitaban en aquel momento, hasta una cifra del orden de los cuatro mil bolívares por dólar que se requieren en el mercado de intercambio de papeles bursátiles.
Es decir, nuestra moneda se ha devaluado en ocho años algo más de siete veces.
Este es el verdadero robo que se les ha proferido a los venezolanos. Este es el más terrible de los impuestos que se le ha colocado encima a todos y cada uno de quienes vivimos en Venezuela.
Ahora, como medida cosmética, se nos impone el cambio de nuestra moneda a lo que se le ha denominado bolívar fuerte. Que de fuerte tiene poco y que consiste llana y únicamente en eliminarle tres ceros a las cantidades con las que se expresan las unidades monetarias venezolanas.
Este procedimiento cosmético se dice que tiene un costo de sustitución de algo así como sesenta millones de dólares americanos.
Nosotros, a quienes nos gusta analizar las razones de lo que sucede, nos vamos a permitir la licencia de especular en el mundo futuro.
No se necesita ser muy acucioso para suponer que al momento de la emisión de los bolívares fuertes se establecerá una nueva paridad entre este y el dólar norteamericano.
Nos resulta absolutamente imposible de entender que se pueda manejar una economía con un dólar controlado a dos mil ciento cincuenta bolívares por unidad y un dólar de intercambio de cuatro mil bolívares por unidad. Entonces, es perfectamente previsible que la paridad del bolívar fuerte se acercará a los tres y algo bolívares fuertes por dólar.
Pero nuestro análisis nos lleva a otra conclusión.
Las piezas numismáticas del nuevo signo monetario ˆbilletes y monedas- tendrán una simbología histórica adaptada a la historia que nos quieren contar.
Desaparecerán de los billetes los bustos de varios de nuestros próceres y aparecerán otros nuevos.
Páez será sustituido por Maisanta… y así varios otros.
Las leyendas que se imprimen en las monedas y billetes tendrán redacciones cónsonas con la nueva historia y el BCV será obediente corderito seguidor de los deseos de Miraflores.
El lunes, durante la noche, escuchábamos y veíamos en la televisión española una entrevista al Canciller chileno Alejandro Foxley, quien desempeñó la cartera de Hacienda en el gobierno de Patricio Alwin y ahora acompaña a la señora Bachelet en sus relaciones internacionales. Cuanta envidia nos produjeron los conceptos emitidos por un funcionario que bien quiere a su país y ha contribuido en mucho a su éxito.
Mientras tanto nosotros seguimos la senda que trazaron los argentinos y los brasileros. En los últimos cincuenta años han devaluado sus monedas billones de veces.