¿Cero a la izquierda o cero a la derecha?
Los economistas venezolanos se han tomado muy seriamente el anuncio presidencial de restarle tres ceros a la moneda, la cual se cotiza a Bs. 2.150 por cada dólar norteamericano, al cambio oficial y, más o menos, a Bs. 4.000 en el mercado paralelo, el cual está siendo estudiado por los sesudos y ociosos parlamentarios de la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela – (AN) – , que se han quedado, prácticamente, sin trabajo, al delegarle toda la actividad legislativa, al Presidente de la República.
La AN piensa que la inflación y el “black market” como dicen los ingleses, se debe a la fuga de capitales y a la venta de dólares en el mercado negro. Sin embargo, no han hecho mucho ruido con sus descubrimientos pues ellos saben cual es la procedencia de los dólares: la venta de los bonos de la deuda pública, la cual se hace en bolívares pero se pagan en dólares en los mercados financieros internacionales pues su denominación es en dólares y/o marcos alemanes; (ahora se suman los famosos bonos del sur, denominados en dólares de los cuales la mitad son venezolanos y la otra mitad bonos “basura” argentinos, estos bonos han sido declarados “default” por las empresas calificadoras de riesgo); de esa manera los compradores obtienen la preciada moneda del imperio. En otras palabras, la deuda publica nacional interna es una deuda externa disfrazada, pues los bonos, en su mayoría, están en el extranjero y, su compra y venta es totalmente legal. Esto, obviamente crea inflación pues esos dólares son obtenidos en los mercados externos a precios más altos que los del cambio oficial venezolano. Así, los importadores, ante la tardanza o negación de entrega de divisas por parte del gobierno, para sus operaciones comerciales, pagan muchos productos en dólares obtenidos afuera. De esta manera se importa inflación pero, al respecto, no hay nada que hacer, pues esta es la única manera de evitar la escasez de productos como partes y piezas de repuesto, herramientas, productos agrícolas, en especial granos, etc.
Por lo tanto, la investigación iniciada por la AN está semiparalizada, aunque obtuvo en parte lo que pretendía, justificar, de algún modo, la “especulación”, como la llaman ellos y la inflación, como la llama la gente seria y el propio Banco Central de Venezuela cuyos miembros del directorio son nombrados por el presidente Chávez.
Des esta manera, el gobierno anunció, conjuntamente con la investigación de la AN que recurriría al expediente de quitar tres ceros a la moneda. Ante esto el economista y ex director de Pdvsa, José Toro Hardy, no duda un instante en vaticinar que la reforma monetaria que adelanta la administración, ingresará a la lista de fracasos que en esta materia tiene América Latina.
Antes de adentrarse en el caso específico de Venezuela, recurre al ejemplo de las dos principales economías de la región. «La tasa de mortalidad de las monedas que con recurrente frecuencia crearon Argentina y Brasil, fue elevadísima. El hombre, sin embargo, se olvidó de los casos chilenos cuya economía, en los sesenta, cambió de peso a escudo, restando también tres ceros, lo mismo ocurrió con Bolivia. “Cada nueva moneda creada caía abatida poco después como consecuencia de la inflación. Lo que se requería era desmontar las causas que estaban generando aquella inflación, en lugar de maquillar sus síntomas», dice Toro hardy. Y, no deja de tener razón. Lo que las economías deben buscar es el equilibrio macro y micro económico y liberar el mercado para que sus fuerzas puedan ajustar las leyes económicas, las cuales son las únicas que no son fijadas por decretos o leyes gubernamentales; por el contrario, está probado que las libres fuerzas del mercado abaten con mayor eficiencia la inflación.
Por ejemplo, para 1989 la inflación en Argentina había alcanzado 3.000 % al año, después de haber cambiado 5 veces la moneda en menos de veinte años. Un Peso Convertible de 1992 equivalía a 10 billones de Pesos Moneda Nacional de 1970″.
Brasil, después de cambiar siete veces la moneda a lo largo de dos décadas, la inflación para el año 1993 alcanzaba a 2.700%.
En los últimos doce meses la inflación ponderada de Venezuela se ubica en 18,4%, (la de alimentos supera el 37%), la más elevada de la región. Para frenar el avance el Gobierno ha anunciado, además de la reforma monetaria, rebaja del IVA, y una ley para castigar la violación del control de precios y subsidios. Esta ley contempla, como los primeros decretos de Castro en Cuba, la expropiación de carnicerías, abastos, supermercados, frigoríficos, etc.
Para lo único que realmente sirve la resta de tres ceros a la moneda es para el uso de las calculadoras, las cuentas y balances en general, pues, actualmente ya se habla con mucha facilidad de billones de bolívares. Cualquier partida presupuestaria, de la más modesta gobernación del país, se calcula en millardos y en billones de bolívares, lo cual, también, inconscientemente, ayuda al despilfarro y a la corrupción pues es como un aguijón psicológico que le dice al funcionario que entre tanto número nadie se dará cuenta de lo que hurtas.
La expansión del dinero, en sí es inflacionaria. En 46 años la liquidez monetaria de Venezuela ha aumentado en más de 23 mil veces. La liquidez monetaria ampliada del país llega este año a 115 billones de bolívares, lo cual es un 100% más de lo que había en julio del 2005 (no hace dos años). Esto ha permitido un excesivo gasto público deficitario lo cual ha obligado al gobierno a endeudarse en moneda extranjera (¿tiene culpa de esto el FMI?). Pero, ¿dónde se ha gastado? En Venezuela no, pues aparte de las “Misiones” que cubren a una masa inactiva de 3 millones de personas (para aparecer como empleados en los índice estadísticos de la nación), son muy pocas las inversiones en infraestructura, programas sociales, educación, salud, etc. El dinero del Estado venezolano ha ido a comprar hojas de coca a Bolivia, pagar pollos en Brasil, ayudar a Kirchner de Argentina a pagar parte de una deuda externa que es impagable, a comprar en Argentina también, cooperativas lecheras quebradas mientras no se ayuda a las 5 mil cooperativas quebradas en el país de Bolívar, a donar 150 mil viviendas a Nicaragua mientras que el déficit habitacional venezolano supera los 2 millones de viviendas, etc. En otras palabras, el gasto público no ha ayudado a crear ni ahorro, ni fuentes de trabajo, ni ningún tipo de inversión productiva. Pero la expansión monetaria empuja a sectores que manejan el dinero a raudales (misiones, corrupción, préstamos incontrolados, un fuerte aparataje burocrático estatal, etc.) a presionar sobre la oferta de productos que se han batido en retirada desde hace mucho tiempo, como la carne, la leche, las aves, los granos y pare usted de contar, presionando al mercado hacia el alza; es decir, creando inflación endógena y exógena. ¿Por qué exógena? Porque el gobierno con la importación de bienes perecederos alimenticios desde el exterior está aniquilando a los productores agrícolas y agro-industriales.
Como dice Hardy, «Esto indica que hay que controlar y hacer más eficiente el gasto público, dirigiéndolo a la inversión”.
En esto tiene razón pues, por ejemplo, llevar el IVA del 14 al 9% obviamente disminuirá los precios en lo inmediato pero quedará una liquidez extra de aproximadamente 9 billones de bolívares, lo cual significa un aumento de ella de, aproximadamente, 8%, lo cual terminará generando inflación en el corto plazo.
La inflación, como dijimos hay que combatirla en sus causas endógenas y exógenas, tales como disminuyendo y parando la expansión monetaria, controlando el gasto público, ofreciendo seguridad jurídica para que aumenten la inversiones e incrementen la producción y el empleo. De esta manera, cuando la oferta de bienes supere su demanda, los precios bajarán y la inflación quedará en la historia como un mal del pasado.
En definitiva si a una moneda se le restan ceros o se le suman es como maquillar a un muerto: termina por pudrirse. Así que en economía un cero más a la izquierda o uno a la derecha, no afecta el producto pues para lo único que sirve, en este caso de quitar ceros, es para aliviar los cálculos y cuentas contables.
A propósito, la propaganda del gobierno venezolano, que es muy eficaz (ni que la manejara Herr Göebels), ha convencido a mucha gente de que abaratará todo. Yo le dije a un televidente que me llamó “mire señor, hoy un dólar oficial le cuesta Bs. 2.300; así que si le restamos tres ceros costará Bs. 2,30. Pero, si su salario es de 800 mil bolívares como el del 30% de los venezolanos, usted ahora ganará 800 bolívares, ¿verdad? Entonces, amigo si usted compraba con su antiguo salario 372 dólares cuántos comprará con el nuevo? – Exactamente lo mismo. Luego, qué cambió?” – El televidente, al oír esa verdad, colgó al parecer enojado. Debe haber sido un chavista enojado al descubrir un nuevo truco publicitario.