El Recalentamiento Global de la Tierra y la Economía
El cambio climático es en gran medida, el problema más desalentador y apremiante que la humanidad jamás haya enfrentado. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) en su último informe, avizora una elevación en la temperatura que podría alcanzar los 5,8 grados para este siglo. De acuerdo a un informe brindado por Nicholas Stern, el calentamiento global podría costar al mundo más que las primeras y segundas guerras mundiales juntas, provocando una crisis económica más devastadora que la gran depresión del año 1930.
El costo estimado para la economía global sería de hasta 7 trillones de dólares contemplándose la posibilidad de costos elevados para el mundo global equivalente al 5 y 20% del PBI mundial cada año de por vida.
Un ejemplo gráfico del impacto económico es Bangladesh, que por un cambio climático de apenas dos grados, sufrió perdidas irreparables en la agricultura, economía y ecología.
Se considera que América Latina sería una de las regiones más perjudicadas y afectadas por los cambios climáticos ya que su economía depende de los recursos naturales. Se estima para el año 2055, que la producción de maíz en los países andinos y de América Central podría tener una caída alrededor de un promedio aproximado al 15%.
En materia de alimentos, producirá una fuerte caída del rendimiento de las cosechas de los países en desarrollo. Sin embargo, el IPCC no tomó en cuenta una serie de factores críticos incluyendo la aniquilación de nuestros bosques tropicales. Éstos contienen seiscientos mil millones de toneladas de carbono – casi lo que está en la atmósfera, de las cuales gran parte probablemente será emitida en las décadas próximas por las actividades cada vez más descontroladas de la tala y quema desmesuradas. El director general del Programa para el Ambiente de las Naciones Unidas indicó recientemente que solo un milagro podría salvar a los últimos bosques tropicales del mundo. El IPCC tampoco considera el daño terrible perpetrado por la agricultura industrial de explotación intensiva basada en agrotóxicos en los suelos del planeta. Nuestros suelos contienen mil seiscientos billones de toneladas de carbono, más del doble contenido en la atmósfera. Gran parte de este carbono será emitido en las próximas décadas; a menos que haya una reconversión rápida hacia prácticas agrícolas sostenibles y orgánicas. El Centro Hadley de la Organización Meteorológica Británica, por el contrario, ha tomado en cuenta éstos y otros factores dentro de sus modelos más recientes, y ha concluido que la temperatura media mundial aumentará en hasta 8.8 grados en este siglo.
Otros climatólogos, que incluyen factores a menudo omitidos, son más trágicos. El IPCC dice que podemos esperar un aumento considerable de olas de calor, tormentas, inundaciones, y la diseminación de enfermedades tropicales en áreas templadas, afectando la salud de seres humanos, ganado y cultivos. También predice un aumento en el nivel del mar hasta ochenta y ocho centímetros en este siglo, afectando (por la intrusión del agua marina en los suelos subyacentes de las tierras cultivables y también por inundaciones temporales y permanentes) cerca del 30% de las regiones agrícolas del mundo. Si el Centro Hadley está en lo correcto, las implicaciones serán más devastadoras. El descongelamiento de las capas de hielo de la Antártica, del ártico, y particularmente, de Groenlandia ocurrirán más rápido de lo predicho por el IPCC. Esto reduciría la salinidad de los océanos, que a su vez debilitaría, si es que no las desvía por completo, a las corrientes marinas, tales como la corriente del Golfo, de su actual curso. Y si eso continúa, eventualmente congelaría las áreas que actualmente gozan de un clima templado, como el norte de Europa
De hecho, es irónico que el calentamiento global pueda ocasionar congelamiento local o regional. Por si fuera poco, tenemos que tomar en cuenta que si paráramos mañana el consumo de combustibles fósiles, nuestro planeta continuaría calentándose, por lo menos, 150 años más, a causa del tiempo de permanencia del dióxido de carbono, el gas más importante del efecto invernadero en la atmósfera, mientras que los océanos continuarán calentándose, por lo menos, por unos mil años más. Por ello es absolutamente necesario tomar de inmediato, sin mayor dilación, todas aquellas medidas que mitiguen el problema hasta llevarlo a su mínima expresión, a los efectos de garantizar la habitabilidad del planeta. Debemos considerar que la temperatura es una variable de comportamiento exponencial si merman los factores que la mantienen regulada. Al igual que el clima, no podemos predecir que nueva revelación hará y donde. Solo sabemos que el cambio climático está sucediendo más rápido de lo predicho. Esto se está haciendo evidente, entre otras cosas, por las sequías prolongadas en muchas partes del mundo. Cuatro años de sequía en gran parte de África ha ocasionado que de treinta a cuarenta millones de personas padezcan hambre. Al mismo tiempo, se darán varias sequías en los principales centros de cultivos básicos del mundo: el cinturón de maíz americano, las estepas canadienses, y el cinturón australiano de trigo reducirán notablemente las exportaciones de cereales. El clima en Europa en el 2002 fue terrible. Las inundaciones masivas en Alemania están costando, por lo menos, 13 mil millones de dólares. Terribles tormentas al norte de Italia, con granizos del tamaño de una pelota de tenis, destruyeron cosechas sobre una gran extensión, y la sequía en Europa meridional redujo drásticamente las cosechas. Desastres relacionados con el clima fueron incluso más destructivos en el 2003 y el 2004. Todo esto es el resultado de un aumento de no más de 0.7 grados en la temperatura global. ¿Cómo serán las cosas cuando tengamos que producir nuestros alimentos en un mundo cuya temperatura media ha aumentado en 2 o 3 grados, sin llegar a los 5,8 grados como se nos ha dicho sucederá a fines de este siglo? Las respuestas, para que no sean las de la naturaleza hirviente, la tiene que dar cada humano en el compromiso intransferible con la vida del planeta.
(*)Rector Universidad Bicentenaria de Aragua