Economía

Europa busca 20 millones de inmigrantes cualificados

La Unión Europea envejece aceleradamente y nota la falta de trabajadores cualificados imprescindibles para competir en un mundo globalizado y para mantener los altos niveles de vida a los que se ha acostumbrado, señala M. Retuerto en su crónica desde Bruselas. Para hacer frente a este desafío, Bruselas se propone lanzar una estrategia para atraer a los trabajadores cualificados. Estos trabajadores tendrán derecho a una tarjeta azul que facilitará su establecimiento y movimientos en la Unión, como anunció el Vicepresidente de la Unión Europea, Franco Frattini.

La escasez de mano de obra cualificada en Europa amenaza con convertirse en una bomba de relojería. En 2006, se crearon dos millones de puestos de trabajo en la Unión, y para el bienio 2007-2008 se prevén otros 5,5 millones de nuevos empleos. La Comisión Europea informa de que hay tres millones de puestos vacantes. Hasta ahora han sido puestos de trabajo de baja cualificación, pero ya se aprecian desequilibrios en sectores estratégicos. En Alemania faltan 23.000 ingenieros, y en el área de la tecnología de la información se estima que en 2010 habrá un déficit de 300.000 trabajadores en Europa.

El panorama se agrava con el progresivo envejecimiento de la población. Uno de cada cinco europeos tiene más de 60 años, que serán más de uno de cada tres en 2050. La última ampliación de la UE ha llevado la población hasta los 490 millones de personas, pero las proyecciones apuntan a que la población europea comenzará a reducirse a partir de 2025. Pocos, viejos y fuera del mercado laboral…

«Seamos realistas de un modo visionario», declaró Frattini. «Tenemos que mirar a la inmigración como un enriquecimiento, como un fenómeno inevitable del mundo de hoy, no como una amenaza».»Europa tiene que competir con Australia, Canadá, EE UU y las potencias emergentes de Asia». Mientras la UE recibe un 85% de trabajadores no cualificados, frente al 5% de ese tipo que entra en EE UU, resulta que el 55% de la mano de obra especializada va a EE UU y sólo el 5% opta por Europa. Sólo falta que les exijamos ser altos, sanos, blancos y con ojos azules.

Frattini presentará una propuesta de directiva para hacer más tentadora la UE a los trabajadores altamente cualificados del resto del mundo, a quienes se concederá una tarjeta azul, que, siguiendo el modelo americano de la carta verde, les haga sentirse cómodos en Europa. La nueva estrategia tendrá cierta flexibilidad a partir de los siguientes puntos:
1. Un procedimiento rápido para la admisión de trabajadores de alto nivel procedentes de terceros países, que deberán llegar con contrato de trabajo con retribución por encima de los salarios mínimos en el país de destino.

2. A las mismas condiciones se podrán acoger los residentes legales de terceros países. Como, por ejemplo, estudiantes.

3. Se procurará crear un régimen específico para jóvenes profesionales.

4. Los trabajadores admitidos recibirán una tarjeta de trabajo azul, que les garantizara determinados derechos.

5. El acceso al mercado de trabajo en el primer país de destino estará limitado a dos años prorrogables.

6. Los portadores de tarjeta azul podrán ir a trabajar a otro país comunitario al cabo de dos o tres años de residencia legal en el primero.

7. Para no penalizar su potencial movilidad ni perderlos, se les permitirá acumular los periodos de residencia en los diferentes países con vistas a acelerar la obtención de permiso de residencia comunitario definitivo.

Pero el primer ministro británico, Gordon Brown, ha sugerido a los empleadores de su país la conveniencia de contratar trabajadores nacionales del Reino Unido, para reducir la bolsa de marginalidad de medio millón de británicos. El razonamiento coincide con la «preferencia nacional» y hace que el discurso democrático, y el europeo, pierda parte de su efectividad ante unas prácticas con las que resulta incompatible. En Francia, su presidente, Nicolás Sarkozy ha decidido deportar a 25.000 extranjeros que residan ilegalmente en Francia, pero la falta de instrumentos políticos adecuados puede hacer que esta decisión se vuelva contra él y vuelva a encender la revuelta de los inmigrantes que ya residen en Francia. Lo peor es que el Gobierno francés se propone incluir análisis genéticos financiados por los propios demandantes de visado para resolver los expedientes de reagrupación familiar. Esto no deja de tener connotaciones racistas.

Si el establecimiento de una política común en inmigración era una tarea urgente en Europa, hoy se presenta como un antídoto para evitar que las decisiones de los Gobiernos se ceben con los trabajadores extranjeros. En vez de establecer una política común que tome en consideración los intereses coincidentes de los países receptores y los de origen, así como el escrupuloso respeto a los derechos humanos y a la igualdad ante la ley, cada uno de los países miembros tiende a lanzarse demagógicamente con ideas que satisfagan a las opiniones nacionales. Lo cual dista mucho de la actitud democrática y respetuosa con los Derechos Humanos que informa la política de la Unión Europea desde sus orígenes.

Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
Director del CCS

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