Economía

Avances en el transporte de gas natural

Entre las grandes transformaciones que en forma lenta pero segura se están produciendo en el sector energía en el mundo, hay que colocar en un sitial elevado los avances en el transporte de gas natural. La gran limitación del uso del gas natural como combustible ha sido la necesidad de movilizar grandes volúmenes del mismo, lo que requiere disponer de complejas redes de tuberías. Esta característica lo hermana con la electricidad como las dos formas de energía a las que se accede mediante redes y hace que compartan características comunes como la de ser monopolios naturales, requerir grandes inversiones iniciales y la necesidad de largos períodos para recuperar el capital.

Por estas razones el gas no fue, ni es todavía, un commodity como el petróleo, que puede ser transado libremente en un mercado abierto. El comercio internacional de gas siempre ha estado ligado a un acuerdo a largo plazo entre las partes, en el que se definen responsabilidades compartidas en cuanto a inversiones, cantidades a transar, condiciones de suministro y precios. Al principio la única forma de transporte eran gasoductos, pero luego se introdujo el comercio en forma de gas natural licuado (GNL). Pero esta modalidad mantenía las mismas características, se requería una planta licuefactora en el país de origen, una flota de sofisticados barcos metaneros y una planta regasificadora en el país de destino, lo que hacía que el proyecto necesitara una gran inversión y un acuerdo a largo plazo entre las partes.

Sin embargo, estas condiciones están cambiando a gran velocidad en los últimos años. Los costos de las tres fases (licuado, transporte y regasificación) han bajado de manera sustancial. Los barcos metaneros, que hace una década costaban unos US$ 250 millones para una capacidad de 130 mil metros cúbicos (M3), hoy cuestan US$ 150 MM y siguen bajando hasta acercarse a US$ 100 MM. Al mismo tiempo aumenta el volumen transportado y ya se habla de capacidades de 200 mil M3.

Pero la gran revolución se está dando en las plantas regasificadoras. Desde las originales, que se instalaban en terrenos cercanos al puerto de atraque de los barcos metaneros, se ha evolucionado primero hacia plantas flotantes que se instalan en el mar, cerca de la costa. Pero después se ha evolucionado hacia barcos que funcionan como una factoría flotante que regasifica el gas natural (Floating Storage Regasification Unit, por sus siglas en inglés FSRU). Estos barcos-fábrica se anclan en un muelle cerca de la costa, donde permanecerán por 25 años, y se conectan a la red de gas a través de tuberías submarinas. Así se estandariza la planta reduciendo los costos de construcción, pero sobre todo se reduce drásticamente el tiempo de construcción. Al mismo tiempo se gana en flexibilidad, ya que ante cualquier cambio en las condiciones se puede mover la planta hacia otro sitio donde sea más necesaria.

Un buen ejemplo se puede ver en Brasil, donde se están instalando (anclando) dos de estas factorías. Una en la bahía de Guanabara, en Rio de Janeiro, y otra en el norteño estado de Ceará. Lo interesante es que, a pesar de que acaban de lograr los permisos ambientales, piensan tenerlas en servicio en 2008. Brasil sigue haciendo esfuerzos de exploración en la cuenca de Campos, cerca de Rio, de modo que si mañana logran aumentar el suministro propio de gas se pueden llevar la planta a otra parte.

El GNL le está ganando la pelea a los gasoductos en el transporte de gas a grandes distancias. Sin duda estos avances representan un gran paso hacia la conversión del gas natural en un commodity, cosa que sin duda llegará muy pronto, potenciando el uso de este combustible dentro de la matriz energética.

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