Economía

Electricidad en terapia intensiva

Hasta el pasado domingo se habían producido en el año 2007, en el Sistema Interconectado Nacional, 101 eventos de los llamados mayores (los que obligan a racionar más de 100 MW o el equivalente a una ciudad de 200 mil habitantes). En el mismo lapso del año pasado dichos eventos alcanzaban 67, lo que quiere decir que han crecido un 50%. Pero lo más grave del asunto es que 10 de esos eventos han ocurrido en la primera semana de octubre, a un ritmo superior a uno por día ¿Casualidad o epidemia?

El sistema sigue operando en condiciones críticas. Se violan los límites de transmisión todos los días laborales y a veces hasta los domingos, lo que se traduce en una condición vulnerable ante cualquier evento. Una simple descarga atmosférica (rayo) obligó el martes 2 a racionar más de 4.000 MW, algo así como el 30% de la demanda. Obras de transmisión importantes, como la línea La Arenosa-Yaracuy, están paralizadas por falta de fondos, mientras las empresas hacen maromas para cubrir sus gastos operativos. Todos miran al FONDEN para obtener recursos, pero los fondos tardan en bajar ¿Cuáles son las perspectivas del Sector Eléctrico ante esta situación?

Lamentablemente, no hay ninguna razón para sentirse optimista. No parece que el flujo de caja vaya a mejorar, no se vislumbran ni aumento de tarifas ni reducción de costos, por el contrario, los empleados del sector se han disparado. Se habla de 40 mil trabajadores (no he podido constatarlo) en un sector que tenía, al comienzo de esta aventura revolucionaria 25 mil ¡Así no se puede! En el ínterin las empresas están avocadas a convertirse en socialistas, cosa que nadie sabe qué es pero cuesta dinero.

Aquí llegamos al corazón del problema, al mal que aqueja al sector y que lo tiene en terapia intensiva. Lo peor es que ante ese mal no hay ninguna cura, al menos al interior del sector, la cura sólo la tiene la sociedad venezolana. La enfermedad de que adolece el Sector Eléctrico se llama comunismo y es uno de los cánceres más destructivos que cualquier actividad económica pueda sufrir.

Los síntomas se manifiestan en la persecución estalinista a la que se somete a todo el talento y la creatividad dentro de las empresas. La única conducta permitida es doblegarse o callar. Los ascensos se producen por compromiso y no por conocimientos ni esfuerzo. El comunismo desprecia la memoria y la experiencia. En vez de consultar al talento propio, que ha sido capaz de construir el sistema eléctrico más moderno de América Latina, se buscan soluciones cubanas, como regalar bombillos y montar mini centrales que funcionan con gasoil. Ninguna medida con la fuerza necesaria para resolver los problemas.

Un buen ejemplo de lo que pasa se ve en la Electricidad de Caracas. En el corto tiempo transcurrido desde su estatización ya han salido de la empresa muchos profesionales que suman siglos de experiencia, mientras la indisponibilidad de las plantas generadoras ha comenzado a aumentar. La semana pasada lo sufrió Tacoa, que siempre ha sido una de las centrales más confiables del sistema. Todo esto mientras los profesionales de la empresa se empantanan en el pasticho de convertirse en socialistas.

Tal vez la mejor muestra de la enfermedad comunista es que le hayan cambiado el nombre a Tacoa desconociendo a Ricardo Zuloaga, quien fue el pionero fundador de la empresa. Zuloaga no fue un capitalista, sino un emprendedor visionario que se arriesgo a llenar los alrededores de Caracas de pequeñas centrales hidroeléctricas. Su único pecado fue ser exitoso y eso es algo que un comunista no perdona y lo transforma en explotación. Se avecinan tiempos tormentosos en el sector eléctrico y en el país.

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