La economía del gasoducto Guajiro
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Entender la economía de los proyectos de la Revolución Bolivariana es una tarea titánica. Tal vez es un problema personal que se deriva de que tengo el alma muy envenenada de economía liberal y eso me impide entender la lógica de la economía socialista y solidaria, que funciona con el trueque y las dádivas, pero cada nuevo proyecto que veo lo entiendo peor que el anterior.
En particular, el sector energético es proverbial. Quién entiende la Revolución Energética en donde los bombillos se regalan, o la refinería de Cabruta, que queda a 500 Km de la oferta y la demanda de petróleo, o el gas natural vehicular que tiene que competir con gasolina a 100 bolos por litro.
La misma confusión me invade al tratar de entender la economía del gasoducto Guajiro. Se nos ha dicho que tiene 225 Km y 26 pulgadas de diámetro, que la inversión alcanzó US$ 335 millones más un 10% adicional (US$35 MM) que se va a dedicar a obras sociales en la Guajira (promesa). También se nos ha dicho que tiene capacidad para transportar 500 MMPC, pero se van a importar 150 MMPC. Con mayor precisión leo en la prensa colombiana: “Una vez concluidas las pruebas, se exportará gas a Venezuela por cuatro años (50 MPCD en 2008, 150 MPCD en 2009 y 2010, 100 MPCD en 2011), y se importarán 150 MPCD desde el año 2012, por un término de 16 años.”. De modo que tendremos gas por cuatro años y los 150 MMPC serán sólo en 2009 y 2010, después tendremos que mandarle gas a Colombia y quien sabe a qué otros países, porque al gasoducto lo llaman “Transoceánico”. El alivio del déficit actual es insuficiente y además breve.
Pero el tema que no se menciona en ninguna parte, aunque a mí me parezca esencial, es a qué precio nos va a vender Colombia (léase Ecopetrol y Chevrón-Texaco) el gas. Tal parece que este asunto no le importa a nadie y es por ello que confieso mi veneno liberal. Porque resulta que el precio del gas natural en Colombia es bastante más alto que el venezolano. El gas del yacimiento de Ballenas está regulado con un precio base que se indexa con el precio del fuel oil, para así mantener la competitividad contra este último, pero eso da unos precios varias veces superiores al que se vende en Venezuela. De modo que si pagamos ese precio y se lo transferimos a Enelven para que genere electricidad tendremos que subir las tarifas eléctricas, de otra forma la generadora no tendrá forma de pagarlo.
Nadie nos ha informado que resultó de las negociaciones entre Ecopetrol, Chevron-Texaco y PDVSA, pero, como es lógico, llegaron a un acuerdo y firmaron un contrato de suministro, de otra forma no se habría construido el gasoducto. Pero, ¿Qué dice ese contrato? ¿Cuáles son las condiciones de suministro actuales y futuras? ¿No es lógico que, ahora que “manda el pueblo”, se nos informe de dichas condiciones?
No sabemos qué pasó en las negociaciones, pero está claro que Venezuela no tiene ninguna autoridad para pedirle precios bajos a Colombia después de reivindicar que Bolivia se los suba a Brasil en concordancia con los precios internacionales. Allí parece que nuestra revolución se volvió liberal. Quién sabe, a lo mejor se está haciendo un negocio de trueque en el cual pagamos el gas de ahora con la promesa de precios bajos en los 16 años en que entregaremos gas después de 2012. Que, de paso, es una promesa imposible de cumplir y merece ser tratada en otra nota.
En cualquier caso la negociación es opaca para los venezolanos y yo reivindico desde estas páginas el derecho que tenemos a enterarnos de las condiciones de este negocio y las de cualquier otro que comprometa a la nación.