¡Cuidado con el sector eléctrico nicaragüense!
La crisis del sector eléctrico nicaragüense pasa de castaño a oscuro. En el año 2000 el gobierno de turno comenzó un proceso de privatización que hoy en día alcanza a todo el sector. La distribución quedo en manos de Unión Fenosa (UF), mientras la generación se la reparten varias empresas. Pero ocurre que cuando se produjeron estas privatizaciones el petróleo estaba por debajo de los $20/B y hoy ronda los $100/B. En un país en el que la energía térmica alimentada con petróleo aporta el 80% de la oferta esta variación representa un impacto descomunal. Todos los ajustes tarifarios que se han hecho resultan insuficientes y así han llegado a una situación en la que todos están descontentos: La población, el gobierno y también las empresas privadas que prestan el servicio.
Basta echar un vistazo a varias páginas relacionadas en internet para darse cuenta de que los ánimos se han caldeado hasta un nivel insostenible. También se puede apreciar que el chivo expiatorio que está pagando todos los platos rotos es UF, algo normal porque es el distribuidor y en consecuencia es el que tiene que dar la cara ante el público. Se le acusa de haber comprado las empresas en procesos fraudulentos, de aplicar tarifas excesivas e ilegales, de imponer racionamientos imprevistos que atentan contra los derechos humanos y hasta de chantajear al gobierno.
Yo no voy a romper lanzas por UF porque el tema es muy complicado para conocerlo a través de las páginas de internet, pero lo que parece evidente es que el problema es un cangrejo monumental cuya solución es mucho más compleja que sacar a UF y poner a otro a distribuir electricidad. Nicaragua es el segundo país más pobre del continente (sólo superado por Haití), con una población de 5.4 MM de habitantes de los cuales el 80% vive con menos de 2$ diarios y el 44% con menos de 1$ diario, el analfabetismo supera el 25%, alrededor de la mitad de la población no tiene acceso al servicio eléctrico y entre los que acceden abundan las conexiones ilegales y los fraudes. Es difícil que en estas condiciones prestar el servicio eléctrico resulte un buen negocio, condición a la que aspira toda empresa privada.
La situación ha llegado a un estado en el que UF no cobra a sus clientes y tampoco paga a los generadores, éstos a su vez cortan el servicio porque no soportan la situación económica y así se produce el caos total. Si a esto se le suma la posición del nuevo gobierno sandinista que invoca al nacionalismo y a la explotación de las empresas privadas, es fácil concluir que los días de UF en Nicaragua están contados. De hecho la empresa ya está negociando con el gobierno la venta y salida del país.
Aquí es donde viene a cuento la advertencia que titula este artículo, porque se ha empezado a hablar de que Venezuela podría salir en ayuda de Nicaragua y participar en la compra de la distribución eléctrica en ese país. Inclusive nuestro Líder dijo en Chile que vería qué se podía hacer “en el marco del ALBA”. Asociarnos en la distribución de electricidad nos podría meter en un berenjenal. Ya hemos comenzado a ayudar mediante el envío de 60 MW en mini plantas a diesel, que más que una solución representan un problema, dado el alto costo del combustible que los nicaragüenses no pueden pagar. Pero no existe salida fácil. La crisis eléctrica está asociada al resto de la economía del país y sólo se superará con un fuerte impulso que eleve la producción de subsistencia en la que se encuentra la mayoría de la población.
No me sumo a las voces que critican nuestra solidaridad internacional. Es más, creo que al respecto cacareamos más huevos de los que ponemos, pero administrar empresas deficitarias en otro país es una aventura de la que no se puede salir bien. Creo que ya es suficientemente titánica la tarea de transferir recursos petroleros a nuestro arruinado sector eléctrico para que ahora nos vayamos a meter en otro.