El cambio horario y la energía
Bastante se ha hablado, y se seguirá hablando, del cambio horario que vivimos desde la madrugada del domingo. Dará mucho que hablar el impacto de la media hora adicional de sol mañanero en el metabolismo de nuestros niños, pero lo que resulta inevitable es que la media hora de sol que se gana por las mañanas se pierda por las tardes, al menos mientras nuestro planeta esté condenado a girar alrededor de su eje cada 24 horas, y ese hecho puede tener algún impacto en el consumo de energía que vale la pena analizar aunque sea someramente.
Porque lo cierto es que entre las bondades del cambio horario se menciona de manera ligera el ahorro de energía, e inclusive, en el afán de hablar mal de la IV República, se dice que el cambio horario de 1964, vigente hasta el domingo, se hizo para favorecer empresas de servicio eléctrico privadas y otras patrañas que no tienen ningún asidero en la realidad. Lo cierto es que, buscando entre los documentos de aquel cambio, no he podido encontrar ningún análisis de su efecto sobre el consumo eléctrico, ni en un sentido ni en otro.
Ciertamente, media hora no es mucho tiempo, sobre todo en un país tropical como Venezuela y podríamos afirmar que su impacto sobre el consumo energético se reduce a la electricidad, teniendo muy poco efecto sobre el consumo de derivados de petróleo y gas en el sector transporte y o en la actividad industrial. De igual forma el aporte calórico por radiación solar será el mismo a lo largo del día, aunque ahora comience más temprano, por lo que afectará poco al uso de aire acondicionado.
La primera impresión nos dice que disponer de media hora adicional de sol por la mañana disminuirá el uso de iluminación artificial al levantarnos, de igual forma que la caída de la noche más temprano aumentará el uso de iluminación eléctrica por la tarde. La pregunta que surge es si la disminución por la mañana es mayor que el aumento por la tarde o viceversa.
La curva de carga diaria de electricidad indica que se produce un aumento gradual de consumo desde las últimas horas de la madrugada, asociado con el inicio de las actividades humanas, pero sólo parte de ese aumento está asociado con el uso de iluminación artificial, una buena parte del mismo se debe a otros usos: agua caliente, electrodomésticos etc., los cuales no se verán afectados por la medida. Pero la misma curva de carga dice que el mayor aumento del consumo eléctrico ocurre por la tarde, de hecho, la demanda máxima del país se produce a las 8 pm. Y las variaciones de una ciudad a otra dependen más del aire acondicionado que de la luz del día.
Así los picos están influidos por actividades que son independientes del paso del sol. Por ejemplo, la hora del programa de TV favorito no cambiará, ni la hora en que la gente acostumbra a cenar, de modo que es probable que las horas en la que se producen los máximos no se afecten por el cambio de hora. Habrá que verlo.
A primera vista, no parece que se vaya a producir una modificación importante en el consumo de electricidad, pero, en cualquier caso, el cambio va en dirección contraria a la práctica usual en todo el mundo para ahorrar energía. Europa es un ejemplo de que en verano se mueve la hora para retrasar el anochecer, como una medida de ahorro energético, lo que indica que, al menos allá, el consumo es mayor por la tarde, de hecho, a las 6 am se despierta una parte de la población, pero se supone que a las 6 pm está despierto casi todo el mundo.
En conclusión, el efecto debe ser muy bajo por nuestro carácter tropical, pero, en todo caso, debe ser contrario al ahorro que se pregona. Quién sabe si la medida más bien responda a esa moral revolucionario-militar que considera entre sus valores fundamentales ser madrugador.