El dolor del dólar
La moneda estadounidense es una mercancía que hasta hace poco era cara, onerosa, difícil de obtener. EE.UU., invadió el mercado con los billetes verdes olvidándose de que existe una ley de la oferta y de la demanda como con todas las mercancías esta actúa como los papeles que sirven para el intercambio comercial; es decir, para comprar bienes y servicios (y también almas, sino pregúntenle al «hombre del maletín).
Muchos arguyen que EE.UU. posee las reservas monetarias, de oro y de joyas más grandes del mundo, pero se olvidan que también posee a los especuladores más grandes. También se olvidan que dentro de esas reservas (papeles en general), se encuentran las de Venezuela, México, Chile, Arabia Saudita, Irak, Irán y otra centena de naciones entre las cuales se encuentran los anti imperialistas. A propósito, ¿dónde se encuentran las reservas de Cuba, de Vietnam, de Corea del Norte?
Algunos dicen haremos o llevaremos a cabo nuestro comercio exterior con Euros pero la gran mayoría del os vendedores aún se resisten a aceptarlo. La idea es, según dicen, para la fortaleza o no de una moneda es mejor entenderse con uno que con 25 que seguramente tarde o temprano discreparán sobre la fortaleza de su moneda común. Y es verdad, Francia, por ejemplo, ordenó a sus mercaderes a cambiar sus comprar a la zona dólar y dejar la zona Euro para no importar inflación.
El golpe más grande que ha recibido el dólar es en Chile, país a la cola del continente que si el mundo fuera al revés y el Sur estuviera al Norte como dice la canción de Arjona, sería la fortaleza económica más importante del continente. Allí el Banco Central de Chile, que es 100% autónomo fija el precio de su moneda peso de acuerdo a una canasta de dinero que se forma de acuerdo a los países que comercian con Chile, país que cuenta con más de 50 TLC para envidia de todos. Por algo le dicen el Israel de América Latina, chiquito, pero no tanto, 8 mil kilómetros de costa, la armada más poderosa del continente después de la de EE.UU., un ejército profesional supermoderno, que le hizo repensar a Evo Morales sobre su petición de salida al mar (según cálculos castrenses Bolivia puede ser ocupada en 18 horas con posicionamiento fijo), como dicen los chilenos no les gusta que «le arrastren el poncho»…
En Chile el dólar costaba 545 pesos hace un año; hoy cuesta 476 y sigue bajando. Los exportadores le dicen al banco Central «por favor intervengan», éste les contesta sean más competitivos. Y, es verdad. Si les gusta el capitalismo debería gustarle la libre competencia. El dólar baja y baja en Chile por varios motivos: a) existe Estado de Derecho que permite la competitividad; b) la inflación local llegó al 7%; c) la Bolsa de Santiago sube a pesar de la caída de sus congéneres en otras naciones, d) la capitalización financiera de las 25 empresas chilenas más importantes es de 145 millardos de dólares; e) las AFP (Fondos de Pensiones) tienen capitales por 111 millardos de dólares; f) el PIB del país de apenas 16 millones de habitantes supera los 12.500 dólares per cápita contra , por ejemplo, 4.500 dólares per capita de Venezuela, país con 27 millones de habitantes; g) el estado nacional chileno, si bien es cierto es dueño de innumerables industrias (energía, minería, etc.), deja que estas compitan en el mercado como si fueran empresas privadas lo que les ha permitido hacer grandes y productivas inversiones en el extranjero y obtener grandes ganancias. Por ejemplo, ¿quién pensaría que Chile exporta gasolina?
Según los expertos chilenos la caída del dólar en Chile es emblemática pues la moneda chilena se está posicionando como una de las más fuertes del mundo y podría llegar el dólar a 219 pesos por unidad.
Es necesario que otras economías latinoamericanas se miren en este espejo chileno. No que copien su economía sino que la emulen con a) muchas obras públicas, b) mucho control, c)mucha inversión privada exógena y endógena; d) permitir la exportación de capital para obtener ganancias fuera del país y luego repatriarlas, e) tener y confiar en un Estado de Derecho, en donde las leyes sean las mismas para pobres y ricos, gobernado y gobernantes. Esta pequeña receta funciona. Además, los gobiernos chilenos no se meten en los asuntos locales e internos de otros países. Los chilenos dicen que si se quieren destruir que lo hagan, si se quieren matar que lo hagan. La única contribución del país será enviar tropas al extranjero para ayudar a poner orden en donde se les requiera.