Inflación es producida por caída de la producción “Endógena”
No importa cual sistema político-económico impere en una nación (socialista, capitalista o una mezcla de ambos); las leyes de la economía de libre mercado o capitalista (la única economía verdadera que existe)—siempre imperan, ya que ésta es un fenómeno natural, que no puede ser constreñido por leyes, decretos o cualquiera otra acción de los gobiernos, porque se fundamenta en la naturaleza humana; descubierta por el pensador escocés Adam Smith: el ser humano es movido por el egoísmo y el afán de lucro.
Teniendo en cuenta esta característica natural del ser humano; éste tiene dos formas de obtener honestamente, ingresos para cubrir sus necesidades y satisfacer sus deseos: devengando un salario o comerciando bienes o servicios—y los precios de esos salarios, bienes y servicios son determinados por la ley de la oferta y la demanda: mientras mayor sea la abundancia de trabajadores dispuestos a realizar una labor a cambio de un salario; y mientras más abundantes sean las ofertas de bienes y servicios, menores serán sus precios; y a la inversa, mientras más escasos sean los trabajadores dispuestos a realizar una labor a cambio de un salario y menores sean la ofertas de bienes y servicios, mayores serán sus precios.
Y también serán mayores o menores en la medida en que sea mayor o menor, el circulante, llamado también, liquidez monetaria y “dinero en las manos del público”; porque si abunda el dinero en circulación, los productores de bienes y servicios tienen dos formas de captar una mayor cantidad del dinero en circulación: aumentando su producción o aumentando sus precios.
La actual inflación en Venezuela es producida por los elementos de la economía de libre mercado que están presentes en la actualidad: una gigantesca liquidez monetaria producida por los muy elevados precios internacionales del barril de petróleo que llena las arcas del gobierno nacional, permitiéndole transferir esas multi-millardianas cifras, a sus empleados y sus proyectos socialistas; y una muy limitada o ausente capacidad para aumentar la producción “endógena”: por lo que a las personas—naturales y jurídicas—sólo les queda un camino para captar una porción de la existente—y gigantesca—masa de dinero en las manos del público: aumentar sus precios; es decir, crear inflación.
Usted se preguntará ¿Pero en manos de cuál público está esa gigantesca masa de dinero, porque a mí no me ha tocado nada?, y la respuesta es: porque está desigualmente distribuida: la tienen los gobernantes (municipales, estadales y nacionales) y sus proyectos (agricultura urbana y / o organopónica, gallineros verticales, cooperativas, empresas del estado—mixtas, cogestionadas, nacionalizadas, etc.)—los contratistas que ejecutan las obras de los gobiernos (desde el programa de alimentación escolar (PAE) a cargo de madres carabobeñas asociadas en cooperativas socialistas), hasta los fabricantes rusos de armas, los bancos emisores de bonos de la deuda externa Argentina, los fabricantes de petro-casas en Cuba y otros países extranjeros—y los banqueros, quienes adquieren los papeles (acciones y bonos) que emite el gobierno nacional, y cobran intereses por mantener en sus bóvedas los presupuestos de los entes gubernamentales (nacionales, estadales y municipales).
El egoísmo y el afán de lucro no sólo está presente en los empresarios privados que se rehúsan a invertir en Venezuela, por temor a que sus empresas sean nacionalizadas; o que el precio de sus bienes y servicios sean establecidos por decretos, mientras se les impide despedir a los trabajadores improductivos o ineficientes y se les cobra cada vez más impuestos, sino en todos los empleados públicos que conforman la burocracia nacional, estadal y municipal, quienes al observar diariamente las gigantescas masas de dinero que movilizan los gobiernos para los cuales trabajan, ceden ante la omnipresente tentación de la corrupción administrativa, usando dineros públicos para comprar autos Hummer o Lamborghini, corbatas de Louis Vuitton, o maletines llenos de dólares estadounidenses.
Y finalmente; la producción “endógena” siempre será ineficiente, mientras esté—como en toda economía socialista—centralmente planificada: las decisiones económicas del día a día son tomadas por planificadores muy alejados de los lugares de producción, creando fatales cuellos de botella, que afectan perversamente, desde la obtención de materia prima y la adquisición de repuestos para atender las necesidades de mantenimiento, hasta el ajuste de las escalas salariales permanentemente inmersas en el círculo vicioso de la siempre creciente inflación.
¿Cuándo reconocerán los socialistas venezolanos, que la “economía” (muy entre comillas), inventada por el pensador alemán Karl Heinrich Marx, son puras supercherías, y que no es posible escapar de las leyes naturales de la única y verdadera economía que existe: la economía de libre mercado. ¿Porqué no quieren ver el fabuloso éxito que han estado logrando los comunistas chinos desde 1978, cuando Deng Xiao Ping, lanzó al cesto de la basura El Capital, de Karl Marx?.