Rumbo al racionamiento
A la doble faz de los comunistas de todo pelaje no escapa el cabecilla de las hordas rojas-rojitas. Sus antecedentes lo confirman. Le es consustancial. De allí su desmentida afiliación. Así funciona su cerebro. Comete todo tipo de tropelías y cuando es atrapado en flagrancia emerge el “actor” con cara y promesas de arrepentimiento, salvo el 4F, para luego reincidir con el mayor descaro. A partir de esa fecha nefanda, el felón ha logrado avances significativos en el camino que desemboca en el Estado comunista, hoy disfrazado de Socialismo del Siglo XXI.
Confirmándose que el cabecilla gobernante, con destrezas de malandrín, busca banalizar acontecimiento que le han resquebrajado el piso, minimizando su importancia o haciéndose el olvidadizo, para confundir al ciudadano, cabalgando sobre hechos escandalosos cada vez más frecuentes.
Luego de superar la depresión que, manos traumatizadas de por medio, le sobrevino el 2D al enterarse del nivel de rechazo a su proyecto de nueva Constitución, presentada con antifaz de reforma, por sobre la escatológica reacción, para él parece no haber ocurrido nada. Es como si la derrota que le fue infligida (debió haber sido aplastante puesto que todavía el CNE cuenta votos) no pasó de ser el resultado de una partida de tute en familia.
La conclusión es sencilla. Las reculadas no son más que repliegues tácticos. Tal es el caso del tema curricular. El rechazo unánime e intransigente a la ideologización de la enseñanza, lo obligó a echar pié a tras. Por eso en su perorata anunciando que el tema podía esperar hasta el 2009, hecha mano del General Páez, el héroe de “Las Queseras del Medio”, para ensalza sus glorias militares y denostar la conducta del civil y fundador de la República de Venezuela. Es el “¡Vuelvan caras!” exitoso en una guerra librada a caballo en el Siglo IXX, al que pretende retrotraer un debate cívico en la era cibernética.
La idea es provocar gran expectativa en torno a la postergación de un proyecto, mientras avanza, sigiloso, en la ilegal implantación de lo que le ha sido rechazado. Así con el modelo curricular para la ideologización de la enseñanza como con otros asuntos de la mayor importancia para el desarrollo y bienestar de la nación en democracia. El asalto a fincas agropecuarias y plantas industriales, incluidas las procesadoras de alimentos en plena producción, se traduce en escasez generalizada, utilizada por los operadores de las retortas propagandísticas del gobierno para acusar de hambreadores, golpistas incorregibles y agentes de la CIA a todos cuantos se ocupan de producir y comercializar bienes y servicios, sembrando riqueza nacional.
Es más, la adquisición forzosa automercados, centros de acopio y refrigeración de alimentos, copando la red de distribución; el control de cambio cada día más ajustado y discriminatorio, restringe la importación de cárnicos, huevos, cereales, leguminosas y otros componentes de la dieta, cuya producción está muy por debajo de la demanda, facultan al cabecilla para decidir qué y cuánto hemos de comer, cómo vestirnos, proscribir la línea blanca y la electrónica o dejar los anaqueles de las farmacias en deprimente desolación. Y el sistema financiero, siempre en la línea de tiro.
Por esas poderosas razones el cabecilla, como si de un malandro se tratara, busca sujetarnos en un tema (en esta oportunidad el curricular) y así ocultar fechorías concebidas para dar piso a su proyecto comunista, ruina de los países donde fue implantado. El propósito es igualarnos por debajo del límite inferior de la dignidad. Destruir, junto con la economía de mercado, el sistema democrático. Sojuzgar la nación por el hambre e imponer la LIBRETA DE RACIONAMIENTO, como lo hizo Fidel Castro.